Barrio Obrero de Luyanó

Barrio Obrero de Luyanó
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Países Bandera de Cuba Cuba
Idiomas regionales
Español


Barrio Obrero de Luyanó. Es un reparto creado en La Habana durante los gobiernos republicanos destinado para los trabajadores del antiguo Central Limones. La obra fue diseñada por el arquitecto Pedro Martínez Inclán, con la colaboración de los recién graduados Mario Romañach, Antonio Quintana y Jorge Mantilla.

Antecedentes

En 1935 se hacía patente en Cuba la crisis de la vivienda con toda intensidad. Durante los años 1935 al 1948, la guerra europea provocó serios problemas sociales dentro de los cuales, la destrucción de las viviendas, ocupó un lugar significativo. En ese período, la población de las ciudades aumentó sustancialmente, sobre todo en La Habana.

Luis Bay y Sevilla, ya había señalado en 1924 que “…el problema de la vivienda en Cuba tiene las misma características de gravedad que en el resto de las naciones, y ningún gobierno ha planteado una ley para el mejoramiento del mismo”.

El colegio de Arquitectos propuso al capital privado emplearse en la construcción de edificios de viviendas por ser una de las más sólidas inversiones y traer aparejado un mejoramiento económico; de 1935 a 1948 el número de residencias y casas de departamentos, se incrementó desde que fue aprobada la Ley de Alquileres, pero la crisis de la vivienda siguió incrementándose y los apartamentos construidos al final del período señalado eran muy caros y quedaban fuera del alcance de la clase trabajadora.

Existían además en el territorio nacional y en parte como consecuencia de lo anterior y de la crisis económica en general, los llamados “barrios de indigentes”. En Cuba no existían legislaciones que tendieran a propiciar el desarrollo y la creación de cooperativas para la construcción de viviendas económicas, lo que suprimía la iniciativa privada o semiprivada de la inversión de capital.

Las discusiones que se entablaron en ese período entre profesionales cubanos en los Congresos de Urbanismoy en los de La Habitación sobre la preferencia por edificios múltiples o casas individuales no pudieron llegar a una conclusión determinante acerca de a cuál favorecer pues esto dependía de las características del problema a solucionar, aunque estuvieron de acuerdo en valorizar el uso de sueloadecuado para cada caso y según la futura utilización, pues las viviendas aisladas generalmente eran ubicadas en barriadas semirrurales o donde el terreno era muy barato y abundante, mientras que los edificios de diferentes alturas eran más recomendables para las zonas urbanas donde el valor del suelo se encarecía.

También se consideraba que los grupos de viviendas ubicadas en una zona suburbana, correspondía al intento dedescongestionar la ciudad convulsa y abarrotada. De aquí que se siguiera el modelo urbano adoptado en los Estados Unidos por esos años, las famosas “Ciudades Jardines Norteamericanas” o “Ciudades Satélites”, que intentaban resolver las principales necesidades y comodidades que dictaban los cánones sociales de aquellos tiempos, establecidos por el American Way of Life.

Este tipo de planes gestaron las bases para la futura creación de repartos económicos destinados a los trabajadores en Cuba. Los primeros intentos de construcción de casas económicas se llevaron a cabo con el barrio de Pogolotti en Marianao, durante la segunda década del siglo XX y Lutgardita, realizada en la década del veinte, dentro del gobierno de Gerardo Machado, cercana a Rancho Boteros. Ambas urbanizaciones correspodieron a una concepción menos moderna y con menor oferta de espacios verdes y de uso social en el trazado, que el seguidor, el Barrio Obrero de Luyanó.

Construcción

El Parque Residencial Obrero de Luyanó, conocido hoy como el Barrio Obrero, se concibió para destinarlo a los trabajadores del Central Limones. La zona a urbanizar se limitó entre la Vía Blanca, los repartos Guardiola y Rocaford, Alturas de Luyano y Martín Pérez.

La concepción principal del Barrio Obrero pesó en los hombros del arquitecto Pedro Martínez Inclán, con la colaboración de los recién graduados, Mario Romañach, Antonio Quintana y Jorge Mantilla, convirtiéndose luego en pilares de la arquitectura moderna cubana.

Para la construcción se tomaron en cuenta los siguientes parámetros: 1. La necesidad de solucionar el problema de la escasez de viviendas económicas para la clase trabajadora. 2. Búsqueda de un tipo de vivienda económica que se ajustara a las más modernas normas de higiene para mejorar el estándar de vida del obrero. 3. La proximidad a la nueva zona fabril, adonde se irían desplazando las industrias que estaban en La Habana. 4. El aprovechamiento de un área de tierras malsanas que solo podían ser saneadas por elEstado y adquirirlas a menos precios.

Arquitectura

La distribución urbana del vecindario consistía en una línea de bloques de apartamentos paralelos a la Vía Blanca, separando las áreas de fuerte flujo vehicular generado por la misma y la peatonalidad sin peligros necesaria en el interior del barrio con calles internas. En general, las manzanas de las casas unifamiliares se proyectaron estrechas y alargadas, facilitando así que tuvieran frente a las calles y que los caminos a recorrer no fueran excesivos. Estos se comunicaban por medio de pasajes estrechos entre las líneas de viviendas.

Las áreas de servicios y comercios se concentraron a lo largo de los bloques habitacionales, jerarquizando esta zona como un centro comercial que abasteciera no solo al vecindario, sino a los adyacentes a él. La mayoría de las 1500 casas individuales estimadas eran típicas y no tenían grandes pretensiones estéticas. Contaban con una inexpresiva fachada meramente funcional constituida por una puerta que separaba el jardín y portal de la sala-comedor y una ventana perteneciente a uno de los dos cuartos.

Además de una cocina, un baño y un amplio patio con lavadero, estos colindaban con el posterior de la casa que daba al dorso y cada una constaba de su espacio para garaje, imprescindible ya en aquel tiempo. Estas viviendas típicas, organizadas de un modolineal e invariable, arrojaba sobre el perfil una monotonía propia de la misma idea que implantaba el modelo urbano de uso en el momento.

No todas las viviendas cumplieron con estas condiciones, hubo casos atípicos dentro de la línea construida en el mismo lapso de tiempo que contaban con dos plantas e incluso una intervención particular de carácter experimental y estructuralista además de económico, la llamada “Casa del Globo”.

Los edificios o bloques habitacionales estaban separados en ocho unidades típicas. Las fachadas principales daban a las calles, tanto a la Vía Blanca como a las secundarias, por lo que las culatas estaban dispuestas frente a frente dejando un espacio libre que garantizaba una efectiva ventilación e iluminación a los inmuebles de cuatro niveles cada uno. Cada planta tenía diez apartamentos donde los extremos contaban con dos habitaciones y los ocho restantes eran de un solo dormitorio.

Estaban organizados a lo largo del pasillo y se les accedía a través del mismo. Contaban con las modernas normas de salud vigentes de aquel tiempo. El sistema de disposición de la basura fue muy bien pensado, pues cada edificio contaba con un incinerador entre las dos cajas de escaleras con tubos de descarga en cada piso. El abasto de agua incluía enormes cisternas, una para cada dos edificios situadas en los espacios libres que quedaban entre el fondo de ambos y de donde se bombeaban a los tanques elevados de cada uno.

Las plantas bajas de los edificios estarían dedicadas a locales de servicio comercial y social (restoranes, cafés bodegas, farmacias, barberías peluquerías, tienda de ropa, zapatería, ferretería, consultorio medico, gabinete dental, etcétera). Además el barrio contaría con un centro escolar, un campo de deportes, un asilo de ancianos y una guardería infantil o creche.

Las áreas exteriores como parques y pasajes fueron el ejemplo palpable de la integridad conceptual que traía consigo el proyecto urbano, pues se dedicaba a destacar las visuales que se creaban por la propia distribución de las distintas áreas funcionales, además de incorporar una valorización extra a los terrenos, emplazándolos en el eje central de un grupo importante de viviendas. Inicialmente, se proyectaron cuatro parques de los cuales solo se completaron tres que se mantienen actualmente.

Dos de estos se encuentran separados del tercero por una franja de viviendas, remate del eje principal de los otros dos, que se leen formalmente como uno solo. La comunicación de estas áreas exteriores es mediante un pasaje con vista directa a la bahía. El parque más cercano a la Vía Blanca separa cuatro de los ocho edificios de ese conjunto y posee una franja verde central.

Esta comunicación entre las áreas exteriores viene patrocinada por una infraestructura de caminos peatonales y vehiculares igualmente propia del modelo urbano empleado. Las calles fueron dispuestas de manera que se incorporaran a las principales ya existentes como la Vía Blanca, pero no respetaron de modo cabal el trazado inicial que sugerían las vías ya conformadas. De esta forma se marcaban los límites del barrio y se creaba una red de calles que admitiera el posterior crecimiento.

Este trazado estuvo encaminado a crear un lugar donde coexistieran de modo eficaz el peatón y el vehículo y donde ambos tuvieran igual comodidad para transitar dentro y fuera del barrio.

Asignación de viviendas

La entrega de las viviendas se efectuaría por sorteo entre los trabajadores solicitantes, que serían aquellos compradores de los bonos o papeletas por valor de un peso emitidos al efecto. El sorteo fue efectuado el día 4 de julio de 1952 por la Comisión Nacional de Vivienda, de acuerdo con las regulaciones establecidas en el Decreto Presidencial No.2273, de fecha 3 del propio mes y año.

Las viviendas se amortizaban mediante mensualidades a razón del 4 % de interés más el 2 % de seguro y gasto de administración, lo que representaba un pago mensual de $27.70 para los apartamentos de una habitación, $41.90 para los de dos y $45.00 para las viviendas individuales. No obstante lo anterior, se decidió que las mensualidades resultaban demasiado altas para el poder adquisitivo de muchos beneficiarios, quedando de $20.00 para los de una habitación, de $30.00 para los de dos y de $35.00 para las casas individuales a pagar en 360 mensualidades.

Inauguración

La primera sección del barrio fue inaugurada el 20 de mayo de 1947 por el presidente Ramón Grau San Martín y ya en el mes de agosto de ese mismo año se habían terminado totalmente 114 casas individuales y estaban a punto de terminarse 63 más. Los edificios se encontraban en ejecución, dos de ellos casi terminados y el centro comercial y el escolar se habían comenzado, aunque el Ministerio de Obras Públicas no había terminado los parques, la pavimentación de las calles y el alcantarillado, dándose por terminado en el año 1948.

En la actualidad

Luego del triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959, se dictaron leyes para favorecer a la clase humilde del país, queera la gran mayoría. Una de las leyes que se establece en octubre de 1960 es la de Reforma Urbana, eliminando así las rentas provenientes de la especulación de terrenos y apartamentos.

Junto con el triunfo de la Revolución vinieron aparejadas otras situaciones como el crecimiento demográfico por el crecimiento natural de la población y por la inmigración desde otras provincias del país hacia la capital, y aunque el gobierno llevó a cabo planes de construcción de viviendas con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los campesinos, la migración no cesó y la situación de la vivienda en la ciudad se agudizó, por lo que las personas empezaron a buscar nuevas vías de solución de acuerdo con las necesidades.

Todo esto, unido a la falta de control urbano y de mantenimiento que fue agravándose al pasar los años, contribuyó a un creciente deterioro de la arquitectura y las normas urbanas en toda la ciudad. El Barrio Obrero no escapa a esta situación, y al igual que muchos otros, sufrió variaciones desde el punto de vista morfológico a lo largo de toda su historia.

Actualmente, el concepto urbano con que fue ideado este vecindario no funciona como tal, a pesar de que conserva el cuerpo o la organización inicial, a causa de que se ha perdido la infraestructura comercial y social inicialmente concebida.

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