Daimyō

Daimyō-nobunaga
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NacimientoBandera de Japón Japón
NacionalidadJapón
OcupaciónLíder de Clanes
TítuloSoberano feudal

Daimyō. Soberano feudal más poderoso desde el siglo X al siglo XIX dentro de la historia de Japón. El término "daimyō" significa literalmente "gran nombre". Desde el shugo del Período Ashikaga hasta el del Período Sengoku hasta el daimyō del período Tokugawa, el rango ha tenido una larga y variada historia.

Término

El término "daimyō" es utilizado también en ocasiones para referirse a figuras de liderado de los clanes, también llamados "señores". Este era usualmente, aunque no de forma exclusiva, el líder militar que un shōgun o regente seleccionaba.

El daimyō utilizaba usualmente colores púrpuras, que variaban de oscuros a claros dependiendo de qué tan alto fuera el nivel donde se encontrara. Los púrpuras oscuros y claros precedían a los verdes oscuros y claros, negros y rojos claros, y finalmente el negro. Los daimyō de más alto rango eran considerados nobles.

Empleo de los colores en los tejidos

Jerarquías

La base del entramado político en la administración Tokugawa eran los daimyos convertidos ahora en unidades de administración local. El daimyo, desde su ciudad-castillo, tenía jurisdicción sobre la tierra y los hombres.

Para el gobierno recurría a un grupo de leales, pertenecientes al estamento militar, organizados por rangos según sus funciones y obligados por juramentos privados. Los colaboradores de más alta categoría eran los ancianos, componentes del Consejo de Asesores, con obligaciones cortesanas.

Les seguían los de alto rango o jefes de los departamentos del dominio; los de rango medio, con cargos administrativos más específicos, y los de rango inferior, dedicados a tareas serviles y de menor importancia.

El verdadero eje de la administración estaba formado por los cargos intermedios, como por ejemplo los intendentes del departamento rural, que difundían y hacían cumplir las órdenes del señor para el buen gobierno de la población, centrado en el desarrollo de los recursos económicos y en el mantenimiento del orden.

En teoría los daimyos eran vasallos del shogun y la investidura confirmaba sus posesiones hereditarias de autonomía interna. Pero lazos tan débiles no eran suficientes para garantizar su fidelidad y el peligro existente aconsejaba la adopción de medidas adicionales.

Daimyos

En consecuencia, el shogunato exigió tres responsabilidades implícitas en el juramento:

Cada daimyo se comprometía, con una promesa privada ante el shogun, a obedecer las disposiciones y a no participar en coaliciones. Es decir, renunciaba a plantear cualquier oposición.

Según la costumbre, cada daimyo podía repartir entre los altos cargos militares feudos denominados tierras otorgadas, o arroz entre los de menor categoría. Los primeros recibían parcelas diseminadas donde tenían autoridad para recaudar impuestos e imponer corveas a los campesinos.

Los repartos no dejaban de suponer un problema por la duplicidad de jurisdicciones que esta práctica generaba. La tendencia fue, así, reducir las tierras otorgadas y aumentar el número de pensionados, ya que cada donación significaba la disminución del poder del daimyo.

Desde mediados del siglo XVII se habían establecido reformas del sistema, ya que, si bien el concesionario poseía el control directo de los campesinos de sus tierras, la tasa de impuestos era fijada por el daimyo y la justicia recaía en un magistrado señorial.

Así evitaban la formación de una clase de pequeños propietarios con una comunidad de intereses con el campesinado, fortalecían la autoridad del daimyo y disminuía el peligro de levantamientos.

Por su parte, la aplicación del sistema de asistencia alterna de los daimyos contribuyó curiosamente a afianzar la unidad del país, a pesar del efecto descentralizador del sistema shogunal, porque con las medidas coercitivas se evitaban las posibles disensiones y la autonomía local.

Consistía este sistema en que un daimyo pasaba períodos o años alternos entre la corte shogunal y sus territorios, según la lejanía de Edo, núcleo administrativo del Imperio, estando obligado a construir residencias en la capital donde vivían permanentemente la consorte y el heredero, junto con un séquito adecuado a su rango.

En el siglo XVIII habían adquirido por este motivo un carácter cortesano que los distanciaba del contacto con la población de sus dominios.

Periodo Edo

Periodo Tokugawa

Tras la Batalla de Sekigahara que marcó el principio del Período Tokugawa en el año 1603, el shōgun Tokugawa Ieyasu reorganizó aproximadamente a 200 daimyō en sus territorios, formalmente conocidas como provincias (kuni), dentro del han, categorizadas según el nivel de producción de arroz.

Los daimyō eran aquellos quienes lideraban un han valorado en 10.000 koku (50.000 celemínes) o más.

Leyasu también categorizó a los daimyō de acuerdo a que tan cercanos estaban del gobierno de la familia Tokugawa, quienes eran conocidos por su valentía y emparentados de antaño con los Tokugawa eran los shinpan, aquellos que habían sido aliados de los Tokugawa antes de la Batalla de Sekigahara eran conocidos como los fudai, y los tozama eran aquellos que sólo después de batalla de Sekigahara se unieron a los Tokugawa, mayormente por haber apoyado al bando vencido en dicho enfrentamiento.

En el año 1800 había aproximadamente 170 daimyō en Japón.

Los shinpan eran aval de los Leyasu, al igual que el clan Matsudaira o los descendientes del Leyasu que no eran parte de la línea hereditaria central. Muchos shinpan, incluyendo al Tokugawa de Owari (Nagoya), Kii (Wakayama) y Mito, así como el Matsudaira de Fukui y Aizu, mantenían han de gran valor y tamaño.

Unos pocos daimyō fudai, como los del clan Ii de Hikone, mantenían grandes han, pero la mayoría tenía posesiones pequeñas. El shogunato colocó algunos fudai en locaciones estratégicas para velar por las rutas de intercambio y las cercanías de Edo, aunque eran posesiones de extensión reducida.

Además, muchos daimyō fudai tomaron posición en el shogunato Edo, algunos llegando a la posición de rōjū. El hecho de que los daimyō fudai tuviesen la posibilidad de asumir posiciones en el gobierno mientras que a los tozama no se les permitía tal opción, era la diferencia fundamental entre los dos grupos.

Los tozama-daimyō estaban a cargo de grandes campos en el han Kaga de la prefectura de Ishikawa, liderada por el clan Maeda, con valor de un millón de koku.

Otros clanes tozama famosos incluyen el clan Mori de Chōshū, el clan Shimazu de Satsuma, el clan Date de Sendai, el Uesugi de Yonezawa, y el clan Hachisuka de Awa.

Inicialmente, el Shogunato Tokugawa desconfiaba de los tozama al considerarlos potencialmente rebeldes, pero durante la mayoría de la era Edo, se mantenían relaciones pacíficas entre los shogunes y los tozama utilizando para ello políticas de control como el sankin kōtai.

Sankin kotai

El sankin kōtai (atención alterna) era un sistema por el que el Tokugawa forzaba a todos los daimyō a pasar cada año en las cortes Tokugawa en Edo, y mantener a los miembros de su familia en Edo cuando regresaran a sus han.

Esto incrementaba el control político y fiscal sobre los daimyō por Edo. Cuando llegó el Período Tokugawa se establecieron otros sistemas de control de los daimyō, como el pago mandatorio de contribuciones a trabajos públicos como la construcción de carreteras.

A los daimyō también se les prohibió construir barcos y castillos, mientras que otras muestras de poderío militar con frecuencia eran fuertemente controladas.

A pesar de este control, y con frecuencia en una mala situación económica debido a cosas como el sankin kotai, el respaldo forzado de los trabajos públicos, y los gastos extravagantes, muchos daimyō actuaron en contra del Shogunato Tokugawa durante la Restauración Meiji.

En 1869, el año anterior a la Restauración Meiji, los daimyō alineados con el nuevo régimen junto con los kuge, formaron una nueva aristocracia japonesa, los kazoku. En 1871, el sistema han fue abolido y se establecieron las prefecturas, dando fin eficazmente a la era daimyō en Japón.

La administración Tokugawa

El objetivo de los Tokugawa era perpetuar su dominación. Si lo consiguieron fue gracias al establecimiento del sistema político de los baku-han, basado en el equilibrio e interacción del shogunado (bakufu), convertido en una autoridad nacional, y los señoríos (han) de los daimyos, con el papel de gobernadores regionales.

Unidos por lazos feudales apoyados en juramentos de fidelidad, dentro de sus territorios ejercían su autoridad a través de un cuerpo de burócratas. La fuerza de la autoridad subyacente en el seno del sistema era feudal; sin embargo, la autoridad de los sectores administrativos, dentro de las jurisdicciones directas del shogun o de los daimyos había encontrado el camino idóneo para su consolidación al descansar sobre bases administrativas.

La estabilidad política trajo consigo la transmisión del mando a los herederos, quienes, renunciando a una absoluta centralización, inviable por la existencia del emperador, se valieron del sistema de daimyos.

Sin embargo, los Tokugawa no olvidaron que el origen de su poder estaba en el emperador y procuraron aumentar el respeto y el prestigio que tenía entre el pueblo, a pesar de la distancia que, por razones de protocolo, lo mantenía como algo lejano e inalcanzable.

Un gobernador militar establecido con su guarnición en Kyoto, y dos funcionarios cortesanos shogunales evitaban cualquier contacto con los daimyos, vigilaban la recepción de informes y fiscalizaban la concesión de favores.

La estructuración del nuevo sistema político y administrativo tomó casi su forma definitiva en la época del tercer shogun.

En el siglo XVIII estaba ya, pues, perfectamente consolidada, atendiendo a dos líneas fundamentales de desarrollo:

En primer lugar, la aplicación de nuevos principios confucianos a la conducta de gobierno, de modo que se puso en práctica lo que se ha llamado gobierno por la persuasión moral y, en segundo lugar, la creciente tendencia hacia la impersonalidad administrativa y hacia la eficiencia funcional del gobierno, es decir, una tendencia hacia la burocratización y la legalización.

Fuentes