El Coloso

El Coloso
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Arte El Coloso Goya.JPG
Obra de Goya, que representa las crueldades de la Guerra de la Independencia, representando dicho enfrentamiento bélico.
Datos Generales
Autor(es):Francisco de Goya y Lucientes
Año:1808-1812
País:Bandera de España España
Técnica:Óleo sobre lienzo
Dimensiones:116 X 105 cm
Localización:Museo del Prado (Madrid) Bandera de España España
El Coloso. Pintura al óleo sobre una tabla de pequeño formato, cuyo autor fue Francisco de Goya y Lucientes y por lo tanto perteneciente a la pintura pre-expresionista. Se trata de un tema dramático que deja de ser descriptivo, concretamente y muestra a un ser superior sobre las tierras españolas.

Simbolismo de El coloso.

Una de las versiones es que el gigante es un genio protector, ya que está de espaldas a la a muchedumbre que huye, pero las versiones más plausibles dicen que el gigante es símbolo de Napoleón Bonaparte, o de la guerra. La posición del gigante podría estar relacionada como una sugerencia de que otra caravana despavorida huye en otra dirección.

Análisis.

La luz es una característica muy importante ya que enfoca al desastre causado por este ser superior. Es una luz ciega que intuimos que proviene de la parte izquierda y que deja oscurecido el fondo y el cuerpo del personaje dando así mayor sensación de dramatismo y produciendo un juego de luces y sombras. La composición gira entorno a un primer plano en el que se sitúa el desastre causado por el personaje principal que se encuentra en un segundo plano pero a una gran escala. La diferencia de tamaños da sensación de perspectiva. Los caballos trotando reflejan un movimiento violento así como las nubes que envuelven a la figura central. Es una obra poco realista ya que no refleja un ambiente natural. Predomina el color sobre el dibujo y destacan las tonalidades oscuras que producen un contraste con las claras. El simbolismo de este cuadro ha sido objeto de discusión. Se ha querido ver en él la representación de Napoleón, de los efectos devastadores de sus conquistas, la imagen temible de la guerra. Se considera como un precedente de las pinturas negras. Actualmente se encuentra en el Museo del Prado, en Madrid. Francisco de Goya fue un pintor aragonés que se adelantó a su tiempo iniciando nuevas tendencias artísticas. Sus obras revelan que fue un artista muy comprometido con su época. El Coloso pertenece a la pintura pre-expresionista, que es un estilo propio de Goya que más tarde inició el camino artístico del expresionismo, que es una corriente artística que buscaba la expresión de los sentimientos y las emociones del autor, más que la representación de la realidad objetiva. Con esta obra Goya quiere transmitir de forma simbólica como las tropas del Imperio Francés, al mando de Napoleón, invadieron España y colocaron como monarca a Jose I, hermano del general francés. Por lo tanto es una crítica hacia las tropas napoleónicas.

Análisis artístico.

En medio de un paisaje natural, una muchedumbre huye despavorida ante la aparición de un gigante. Éste tiene un brazo levantado con el puño cerrado y un ojo cerrado y avanza firmemente a lo largo del lienzo. En la mayor parte de las interpretaciones que se han propuesto para este cuadro, especialmente para la figura del gigante, prevalece la idea, con diferentes matices, de que la obra es una clara alusión a la Guerra de independencia. De esta manera López Vázquez y González Zárate consideran que el Coloso podría referirse a Fernando VII en cuanto príncipe ignorante y soberbio que había precipitado al país a la Guerra de la Independencia. Nigel Glendinning, por su parte, propuso en 1963 que este cuadro podría ser una ilustración del poema de Juan Bautista Arraiza (Madrid, 1770-1837) La profecía del Pirineo (1808). En él se narraba cómo un gigante surgía de los Pirineos defendiendo a España de la invasión napoleónica. La figura del Gigante es relativamente habitual en la literatura hispana y es empleada por Manuel José Quintana y Lorenzo (Madrid, 1772- 1857), por Cristóbal de Breña (Madrid, 1777-1833) y por Francisco Martínez de la Rosa (Granada, 1787- 1862). En otros casos el Coloso ha sido interpretado como una personificación de los ejércitos de Napoleón que amenazan al pueblo atemorizado que huye de la invasión francesa.

Una de las fuentes de inspiración formal para la figura del Coloso podría haber sido el Hércules Farnese del que Francisco de Goya ya se había ocupado en las páginas 139a, 141a, 143a y 145a del Cuaderno Italiano (dibujándolo desde diversas perspectivas. Goya debió ver la escultura clásica durante su estancia en Roma, entre los años 1769 y 1771, puesto que copiar el Hércules Farnese era una ejercitación habitual en las academias de la ciudad eterna. En cualquier caso el pintor aragonés podría haber seguido trabajando en España sobre esta escultura recurriendo a los grabados, especialmente a los de Hendrick Goltzius (Bracht, 1558- Haarlem, 1617), que alcanzaron una importante divulgación en toda Europa.

Gracias a las radiografías que el Museo del Prado ha realizado del cuadro de El Coloso hemos podido saber que Goya realizó algún cambio en esta figura ya que la imagen radiográfica revela que, originariamente, el pintor dispuso al gigante frontalmente con el brazo izquierdo apoyado en la cadera con una postura parecida a la del Hércules Farnese. Esta posición recuerda también al Hércules hispano que Francisco de Zurbarán (Fuente de Cantos, 1598- Madrid, 1664) pintó para el Salón de los Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid. Asimismo este cuadro ha de ser puesto en relación con la aguatinta del aragonés, Gigante sentado , fechada entre 1808 y 1818, donde el mismo personaje aparece sentado de espaldas. Además una figura análoga al Coloso fue realizada por Johann Heinrich Füsli (Polifemo engañado por Ulises, 1803, colección privada, Zurich), aunque en este caso se proporciona una visión abatida y débil del personaje.

La composición de El Coloso manifiesta algunas analogías con la pintura goyesca titulada El globo. En ambos casos el lienzo se divide longitudinalmente disponiéndose en su parte baja la gente que corre; en el caso de El globo podrían ser tropas mientras que en El Coloso se trata del pueblo. En el año 2008, con motivo de la presencia de El Coloso en la exposición Goya en tiempos de guerra , Manuela Mena, jefa de Conservación de Pintura del siglo XVIII del Museo Nacional del Prado, emprendió nuevamente el estudio de este cuadro. Este trabajo dio lugar a la posterior publicación de las conclusiones en las que se señala que la obra no pertenece a Francisco de Goya sino a su discípulo Asensio Julià. Esta hipótesis se fundamenta en varios datos, quizá uno de los más significativos es que en la obra se advierte la utilización de una tonalidad de negro diferente a la que habitualmente emplea Goya, transparente y delicada, a la que recurre especialmente en aquellos cuadros en que el negro es un color predominante. Además, gracias a las radiografías que se han realizado de este cuadro, se han podido apreciar constantes retoques e inseguridades a la hora de pintar, algo nada habitual en el pintor aragonés cuyo modo de trabajar era más decidido. Por último, en este estudio, Mena hace referencia a dos iniciales "AJ", vistas en la última radiografía realizada en el año 2008, que podrían ser las del discípulo valenciano de Goya, Asensio Julià. Este estudio de El Coloso ha reavivado el debate en torno a su autoría lo que ha propiciado la respuesta de algunos especialistas como Nigel Glendinning, quien mantiene la atribución del cuadro a Goya.

Análisis técnico de la pintura.

Es una de las obras más inquietantes, dramáticas, poéticas y misteriosas de Goya. Premonición de la guerra, o confirmación de la misma, augura tanto grandes desastres, como espantosas catástrofes. El inmenso cuerpo del gigante se yergue luchador por detrás de las colinas, envuelto en nubes, mientras una multitud huye despavorida y el ganado se escapa aterrorizado, contrastando con la inmovilidad de un asno y unos toros, símbolo quizá de la ignorancia de la tragedia que no comprenden. Se llama así por una mezzotinta de Goya que posee ese nombre. La ambigüedad de la imagen y su disposición detrás de colinas no permite conocer si camina o si está quieto, incluso enterrado hasta por encima de las rodillas, como aparecerán los protagonistas del Duelo a garrotazos, de la Quinta del Sordo. El coloso se destaca por la mayor intensidad en la utilización del negro y por la agresividad de las manchas, lo que produce una auténtica descomposición de las formas. En consecuencia nos parece interesante incluir un breve análisis técnico.

La forma de aplicar el color es ya revolucionaria; por ejemplo en las nubes que envuelven la cintura del gigante se distinguen empastes dados con pincel y extendidos luego con espátula, procedimiento entonces insólito.

Las figuras llevan sobre la pasta "pigmento", lo que les otorga fuerza dinámica; la sensación de movimiento agitado se obtiene precisamente con estos toques que parecen despegarse de la formas sólidas. El pintor supo en algún momento obtener efectos intensos simplemente superponiendo cosas o masas cromáticas; así el bosque de la derecha era, primitivamente, una montaña, y algunas manchas adicionales de negro le han dado esa impresión de bosque en tinieblas.

Aparte del acierto de la composición general, el contraste entre el gigante sin piernas visibles y la muchedumbre que huye, es de admirar en la observación cercana el dinamismo de cada grupo, la sensación de miedo, de crispación, de cosas que no llegamos a ver, que solamente intuimos.

El detalle nos permite distinguir esos grupos que en la tela ocupan tan sólo unos centímetros, y la sensación de distancia, casi surrealista, en las hileras del fondo.

La radiografía del cuadro nos ha permitido conocer los cambios que el pintor introdujo en su primer diseño. Goya colocó inicialmente al gigante de frente al espectador y con su brazo izquierdo apoyado en la cadera, pero resultaba más estático y al girarlo aumentó su dramatismo y su indefinición misteriosa. El bosquecillo de la derecha era una cumbre desnuda y nevada, quizás los Pirineos.

Probablemente las modificaciones de la pintura se concibieron principalmente para multiplicar su fuerza amenazante.

Contexto.

Goya está en plena crisis de identidad cuando realiza este tremendo cuadro. Sus ideales de ilustrado, su fe en la Razón, la educación, aquellas lecciones aprendidas del Enciclopedismo francés, se volvían contra él y contra su pueblo en forma de masacre, destrucción y expolio. Las tropas de Napoleón habían invadido España y estaban cometiendo todo tipo de tropelías, como se encargó de relatar fielmente en sus Desastres. La cultura de Goya y su adhesión a un círculo de reformadores ilustrados, pertenecientes a las principales familias de la nobleza, se volvían ahora en su contra. Tachado de afrancesado, sospechoso de traición a la patria, hubo de contemplar impotente el aniquilamiento de su tierra y de sus más íntimas convicciones. Este coloso que se mueve de espaldas, entre nubes de humo, llenas de reflejos sanguinolentos, provoca la huida de un ejército desbandado. Es el coloso de la Guerra, o tal vez el gigante de la Razón que se ve acosado y envuelto en las humaredas de los cañones. Quizás incluso sea la propia España, que retrocede y da la espalda a su futuro, rematada por las armas y el miedo al progreso que viene de fuera y que a la vez es causa de su propia muerte. Goya enfermó gravemente durante la guerra. Este hecho unido al miedo de ser perseguido políticamente le impulsó a viajar a casa de sus amigos, en un período que le sirvió para realizar ésta y otras muchas pinturas dedicadas a la Guerra de Independencia. A su regreso, el miedo y el odio a Fernando VII favorecieron su retiro de la Corte y su posterior exilio a Burdeos.

Fuentes.