Francisco Sans Cabot

Francisco Sans Cabot
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Datos personales
Nombre completoFrancisco Sans Cabot
Nacimiento9 de abril de 1828
Barcelona, Bandera de España España
Fallecimiento
Madrid, Bandera de España España
OcupaciónPintor
Datos artísticos
ÁreaPintura

Francisco Sans Cabot. Pintor español. Director del Museo del Prado de 1873 a 1881.

Trayectoria profesional

Comenzó a asistir a las clases de la Escuela de Bellas Artes de Barcelona como aprendiz de platería, pero decidió finalmente dedicarse a la pintura. En 1856, para completar su formación, se trasladó a París donde estuvo bajo la tutela de Thomas Couture. Su experiencia francesa resultó definitiva para consolidarse entre sus contemporáneos como la personalidad artística catalana de mayor relieve entre el nazarenismo y la popularización del fortunismo.

En 1858, año en que viajó a Roma, presentó tres cuadros a la Exposición Nacional de Bellas Artes, y obtuvo una medalla de tercera clase por Lutero, adquirido por el Estado para el Museo Nacional de la Trinidad, y Náufragos de Trafalgar, que recuerda famosas composiciones francesas románticas contemporáneas, aunque de mayor clasicismo y contención.

Instalado en Madrid, acogió al joven Mariano Fortuny al regreso de su primer viaje a Marruecos, en marzo de 1860, le acompañó en su primera visita al Museo del Prado, le presentó a su amigo Federico de Madrazo y organizó en su estudio una exposición con el material que el joven reusense había recopilado durante su estancia norteafricana.

En 1865 realizó El general Prim atravesando las trincheras del campamento de Tetuán. Ya en 1871 abandonó la grandiosidad del lenguaje histórico para dotar a sus composiciones de un sentido mucho más decorativo, como en La Fortuna, la Casualidad y la Locura distribuyendo sus beneficios por el mundo (Museu d'Art, Gerona). Así, su labor en la corte trascendió el género histórico y se consagró co­mo decorador y como retratista. En los años siguientes Francisco Sans Cabot sería un habitual de las Exposiciones Nacionales, cosechó repetidos éxitos, que culminaron con su ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el 29 de junio de 1875. Dos años antes, en octubre de 1873, había asumido la dirección del Museo del Prado, sucediendo en el puesto a Antonio Gisbert, que había dimitido por sus convicciones contrarias a la recién proclamada Primera República. Metódico y trabajador, su gestión no fue especialmente brillante pero sí de una gran eficacia. Se hizo cargo del Museo en un momento particularmente difícil.

En diciembre de 1874, fracasada la experiencia republicana, se restauró la monarquía con la proclamación de Alfon­so XII como rey de España y el restablecimiento del Patrimonio Real a la Corona. El Museo del Prado, sin embargo, permaneció desvinculado de la Casa Real y continuó bajo la tutela del Estado. Acaso tuviera alguna influencia en la decisión la incorporación, en marzo de 1872, de las obras del extinto Museo Nacional de la Trinidad, como consecuencia de lo cual se añadieron, a una colección que hasta entonces había sido exclusivamente de procedencia real, obras de titularidad estatal. Una de las primeras gestiones que emprendió el nuevo director fue la de intentar llenar alguna de las lagunas que padecía la colección de pintura española. Le preocupaba especialmente la falta de representación de Antonio Viladomat, máximo exponente de la pintura barroca catalana.

En 1874 inició largas negociaciones con la Academia de Bellas Artes de Barcelona para proceder a un intercambio de obras, negociaciones que al fallecer el impulsor de las mismas, no habían producido el fruto deseado. Otra de sus preocupaciones fue la de reestructurar el funcionamiento de la institución de acuerdo con las nuevas circunstancias. En 1876, se publicó el nuevo reglamento del Museo, por el que se amplió el horario de visita pública a todos los días no festivos de nueve de la mañana a cuatro de la tarde , excepto los lunes, cuyas mañanas se reservaban para la limpieza del edificio, y solo se abría desde la una hasta las cuatro de la tarde. La entrada costaba 50 céntimos, pero los domingos no lluviosos era gratuita. El director había de ser pintor y académico de San Fernando. El subdirector, escultor académico o premiado con medalla.

Provisionalmente, un conservador se ocuparía de los cuadros procedentes del Museo de la Trinidad mientras éstos permanecieran en otros locales. Éste era un asunto de difícil solución. Los espacios disponibles, tanto para exposición de obras como para almacenes, hacía ya tiempo se habían agotado. Las varias veces planteada ampliación del Museo resultaba en aquel momento impensable. Era, por tanto, imposible integrar los casi dos millares de piezas que había que acoger. Al final, solo un centenar de ellas ingresaron en el edificio Villanueva; las restantes fueron distribuidas por multitud de instituciones abarcando toda la geografía española, y dieron origen al llamado «Prado disperso». El 5 de mayo de 1881 moría Francisco Sans Cabot, legando al Museo un cuadro titulado Herrador marroquí, que Mariano Fortuny le había regalado en 1866, después de haber pintado su Fantasía de Fausto (Prado, P2605) en el taller madrileño del director de la pinacoteca. Sin embargo, por alguna razón desconocida, la obra en cuestión no llegó al destino deseado por el testador y se encuentra actualmente en el coleccionismo privado.

Obras

  • Wenceslao Aiguals de Izco, óleo sobre lienzo, 55 x 45 cm, hacia 1860
  • Cabeza de San Pablo, óleo sobre tabla, 41 x 15 cm, hacia 1860
  • Lutero. Asunto tomado del "Sueño del Infierno", de Quevedo, óleo sobre lienzo, 129 x 173 cm, 1858
  • Episodio de Trafalgar, óleo sobre lienzo, 310,5 x 424,5 cm, 1862
  • Escena familiar, óleo sobre lienzo, 46,5 x 55,8 cm, hacia 1878
  • El evangelista San Lucas, óleo sobre lienzo, 287 x 242 cm, hacia 1875
  • El evangelista San Marcos, óleo sobre lienzo, 287 x 242 cm, hacia 1875
  • Episodio de Trafalgar (boceto), óleo sobre lienzo, 32 x 40 cm, hacia 1862

Fuente