Guerra del 95 en Bahía Honda

Guerra del 95 en Bahía Honda
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Foto 2 Trincheras de Cacarajícara Monumento Nacional.png
Fecha:1995-1996
Lugar:Bahía Honda
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba Cuba - Bandera de España España
Líderes:
Antonio Maceo
Organizaciones involucradas:
Ejército Mambí y Ejército español

Guerra del 95 en Bahía Honda. En la década del 90 del siglo XIX, cuando apenas se habían apagado los gritos de lucha en la manigua cubana, se reanimó el espíritu de lucha de los vueltabajeros y surgen focos separatistas en la zona de Bahía Honda, en la zona de El Rubí; en Las Pozas; los cuales mantienen al territorio en alzamiento hasta la llegada de Antonio Maceo al occidente, donde encuentra ya un escenario plagado de hombres que se suman a la causa y lo siguen y respaldan durante toda la contienda.

La presencia de Maceo en el territorio se puede resumir en 122 días, de los 305 que permaneció en la provincia de Pinar del Río, se estableció en más de 20 campamentos en nuestras montañas y desarrolló 24 combates importantes de los 54 que materializó en la provincia.

Entre otros aspectos se destacan la continuidad de la guerra durante los años 1897 y 1898, así como lo relativo a la guerra hispano-cubana-norteamericana en Bahía Honda.

Llegada de la columna invasora comandada por Antonio Maceo

En la década del 90 del siglo XIX, cuando apenas se habían apagado los gritos de lucha en la manigua cubana, se reanimó el espíritu de lucha de los vueltabajeros y surgen focos separatistas como Carlos Socorrás en la zona de Bahía Honda, miembro de una familia independentista que se alza con una partida de hombres y con todos los suyos; también Pedro Delgado Carcache, en la zona de El Rubí; e Indalecio Sobrado Lago, en Las Pozas; los cuales mantienen al territorio en alzamiento hasta la llegada de Maceo al occidente, donde encuentra ya un escenario plagado de hombres que se suman a la causa y lo siguen y respaldan durante toda la contienda.

El 10 de enero de 1896, la columna invasora comandada por Antonio Maceo, compuesta por 1560 hombres de caballerías, después de haber establecido combate en horas de la noche del día 9 en la localidad de Cabañas, entra en el pueblo de San Diego de Núñez (perteneciente a Bahía Honda) en medio de grandes muestras de simpatías, entregándose la guarnición con todo el armamento, parque y equipos: 65 armas de fuego y 6 000 tiros. Carlos Socarrás, decide tomar el poblado de Bahía Honda, creando así las condiciones necesarias para que ese mismo día en horas de la tarde la tropa de Maceo entrara en este pueblo sin novedad, donde además, se recogió un botín de guerra compuesto por 150 fusiles y 6 000 tiros. Carlos fue de los primeros en unirse, lo que le sirvió de gran utilidad por los conocimientos que poseía de la región, es por ello que lo asciende al grado de comandante y lo designa Jefe de operaciones en el territorio oriental de Bahía Honda.

El cuartel general y la columna acamparon en este poblado, donde en horas de la noche el alcalde municipal, por orden de Maceo, distribuyó víveres y ropas entre las familias pobres que pidieron ayuda a los libertadores. La columna invasora, en horas de de mañana se dirige hacia Las Pozas. Durante el trayecto sostiene una ligera escaramuza con las tropas españolas que trataban de desembarcar por el muelle del ingenio Gerardo (hoy Harlem), llamadas por el dueño del ingenio de origen español Vicente Cagigal. Maceo antes de retirarse aplicó la política de la tea incendiaria. La guarnición de Las Pozas, al conocer de la presencia de Maceo en la zona, huyó hacia La Palma. La columna invasora vivaqueó esa noche en Las Pozas, cuyo alcalde les hizo entrega de 100 fusiles que guardaba en el depósito comunal. Partiendo el día 12 en horas de la mañana hacia la Mulata, territorio de la Palma, por donde continúa su paso hasta llegar el día 22 de enero a Mantua.

En el período comprendido entre el 12 de enero de 1896, en que la Columna Invasora salió de Bahía Honda para incursionar por las provincias de La Habana y Matanzas, y el 19 de marzo en que retorna al territorio y se establece en las lomas de El Rubí, la lucha libertadora en la zona se mantuvo por el accionar de Pedro Delgado y Carlos Socarrás, respondiendo a la estrategia de mantener en pie de guerra a toda la provincia. [1]

Arsenio Martínez Campos, uno de los oficiales españoles con más capacidad para entender las cosas de Cuba, estaba consciente de que era imposible por métodos tradicionales ganar la guerra a las fuerzas mambisas. Hombre de honor, pide a Madrid su sustitución, sugiriendo que el hombre indicado para esta empresa era Valeriano Weyler y Nicolau. El nuevo Capitán General llegó a Cuba el 10 de febrero de 1896 y aplica la Política de Reconcentració [2], que tiene como fin privar al Ejército Libertador de su base social. El 15 de marzo Maceo atraviesa la trocha de Mariel a Majana, penetrando nuevamente en Occidente, donde pondría en práctica la guerra de montaña, concebida por él en 1871, durante la invasión a Guantánamo.

El día 19, ya instalado en el teatro de operaciones el caudillo oriental, planifica la próxima campaña, e hizo importantes cambios en los mandos militares, designando para la Brigada Norte al Coronel Vidal Ducasse Revee en sustitución del Coronel Pedro Vargas Sotomayor, quien tendría la misión de organizar un Cuerpo de Artillería. Al día siguiente, entre las 8 y las 9 de la mañana, una columna española dirigida por el Coronel Villa se dirigía al campamento de El Rubí con la intensión de sorprender y destruir el hospital de sangre y los talleres que tenía en su campamento el Comandante Pedro Delgado.

Al conocer el Lugarteniente General de la presencia hostil en la zona, dispone reforzar la guardia que defiende el hospital de sangre y el depósito de municiones. Por último, le da la orden al Comandante Delgado de batir la vanguardia enemiga y pone a su disposición dos compañías de infantería y algunas secciones de caballería. Inmediatamente Delgado coloca sus mejores tiradores en puntos estratégicos de la manigua y los desfiladeros de la sierra y parte al encuentro de las huestes españolas. De esta forma logra detener el avance de la columna y obliga al Coronel español a retroceder rumbo al ingenio San Juan Bautista.

El día 24 de marzo el Comandante Carlos Socarrás, con la tropa de Cacarajícara se incorpora al campamento El Rubí; el 26 Maceo le ordena que tome el mando de la vanguardia. Dentro de los planes de Maceo estaba el de atacar el pueblo de La Palma, que se había caracterizado por ser contrario a la causa de la libertad y le recomendó que guiara la columna por los lugares más ocultos a fin de despistar al General español Linares y a cualquier otro jefe enemigo que estuviera sobre su rastro.

Después del frustrado ataque a La Palma, Maceo despachó a Pedro Delgado y a Carlos Socarrás para sus respectivos campamentos y abrió marcha por la sierra de La Cumbre con el resto de la tropa. En la noche del 31 de marzo, atacó el caserío fortificado del pueblo de San Diego de los Baños con las fuerzas comandadas por Sotomayor. Abril fue un mes de mucha movilidad para las fuerzas mambisas, como parte de una estrategia para suplir la falta de recursos materiales, en espera de alcanzar el Ayacucho soñado. En la primera semana de abril, dispuso que las fuerzas de infantería ocuparan el camino que se dirige a La Lechuza, la caballería la situó en el ingenio Manuelita y patrullas sobre las fincas Bramales, La Teresa y La Luisa.

Entre las 11 y las 12 de la mañana del día 9 de abril, las fuerzas de Devós chocan con la vanguardia y escolta de Quintín Banderas en las inmediaciones del ingenio Manuelita, iniciándose un intenso tiroteo. Inmediatamente Maceo se dirige a la zona de combate acompañado de las guardias de caballería. Como parte de su estrategia defensiva, la caballería ocupó una elevación perfectamente visible por los peninsulares para atraer su atención. De esa forma, las dos compañías de infantería mambisas podrían situarse convenientemente. Al iniciarse las operaciones bélicas, Maceo echó pie en tierra y por primera vez en esta campaña empuñó el fusil equipado de la canana que le suministró un soldado, se colocó en la línea de tiradores como un soldado más y comenzó a disparar. Su ejemplo fue seguido por todos los ayudantes. Se da así inicio a la Guerra de Montaña.

A partir de ese momento, sin distinción de jerarquía, todos ocuparían el puesto de tiradores. Entre las 11 y las 12 de la mañana del día 9 de abril, las fuerzas de Devós chocan con la vanguardia y escolta de Quintín Banderas en las inmediaciones del ingenio Manuelita, iniciándose un intenso tiroteo. Inmediatamente Maceo se dirige a la zona de combate acompañado de las guardias de caballería. Como parte de su estrategia defensiva, la caballería ocupó una elevación perfectamente visible por los peninsulares para atraer su atención. De esa forma, las dos compañías de infantería mambisas podrían situarse convenientemente. Al iniciarse las operaciones bélicas, Maceo echó pie en tierra y por primera vez en esta campaña empuñó el fusil equipado de la canana que le suministró un soldado, se colocó en la línea de tiradores como un soldado más y comenzó a disparar. Su ejemplo fue seguido por todos los ayudantes. Se da así inicio a la Guerra de Montaña. A partir de ese momento, sin distinción de jerarquía, todos ocuparían el puesto de tiradores. [3]

En los instantes en que se producía la retirada española Maceo organiza con la infantería un ataque demoledor por el centro, los flancos y la retaguardia de un enemigo que, hábilmente se iba retirando de forma escalonada, lo que impidió en gran medida que se le ocasionaran un mayor número de bajas. Este combate se desarrollo durante 6 horas y en un trayecto de dos (2) leguas. Las tropas mambisas –no superaban la cifra de 250 hombres–, con escaso parque de municiones, pudo derrotar a un enemigo que lo superaba en número y armamento, por la maniobra táctica utilizada de situar emboscadas en los precipicios, y peñascales cubiertos de bosque y maniguas de aquella intrincada comarca, ideal para la guerra de guerrillas.

Cinco días después, las columnas comandadas por Valcárcel y Villa, emprendieron el camino de Tapia para batir al Titán de Bronce. Valcárcel sobre La Lechuza y Villa sobre Tapia. En este empeño contaban con el refuerzo de Suárez Inclán con el grueso de su división. La tensión bélica se mantuvo durante todo el día. Al oscurecer, los cubanos que se batían en retirada, sorprenden a los peninsulares y al amparo de las sombras de la noche, 4 tiradores criollos los mantienen bajo el fuego intermitente de sus fusiles. En la mañana del día 15, Maceo se dirige a la Vigía dejando emboscadas en el trayecto entre el campamento español y la Vigía, desarrollándose un intenso combate al ir estos al encuentro del jefe mambí. La estrategia del caudillo oriental era fraccionar las fuerzas enemigas, trasladarlas hacia los lugares más inaccesibles y provocar el mayor número de bajas por desgaste físico.

Las fuerzas mambisas realizaron una rápida maniobra de flanco colocándose a la retaguardia de los españoles volviendo al campamento. Socarrás, que se encontraba en Tapia, parte rumbo a Cacarajícara por órdenes de Maceo, quien además le dio la misión de estar muy al tanto de los movimientos del enemigo, sin descuidar la vigilancia de la costa.

Los días 18, 19 y 20 fueron de intensa actividad bélica en la zona de La Lechuza. Las fuerzas de Suárez Inclán intentan hostigar las huestes mambisas que se baten en retirada envueltos en la humareda de los cañaverales, para retomar el camino de La Lechuza, en dirección al ingenio La Luisa. El día 22 a las 8 de la mañana, dos columnas enemigas marchan sobre Tapia. Maceo parte hacia Recompensa y deja al General Miró Argenter con un pequeño grupo de hombres en el camino de La Lechuza. Ese día se desarrollaron una serie de escaramuzas hasta aproximadamente las 4 de la tarde.

En la mañana de día 25 de abril las tropas de Suárez Inclán, que tres días antes se habían retirado hacia el ingenio San Grabiel de Lombillo después de librar algunos combates con los cubanos, en el camino de Recompensa intercambian disparos con las tropas independentistas. Ese día desde muy temprano, Maceo al frente de la avanzada, reforzada con 40 hombres de la prefectura de San Francisco, se encontraba vigilante en las cumbres de La Lechuza en espera de la tropa enemiga. De pronto al avizorarlos, máuser en mano comienza a disparar sobre ellos.

Un batallón de las fuerzas beligerantes enemiga se despliega por compañías, con el objetivo de envolver el bastión cubano; durante esta maniobra fueron duramente castigados hasta el último momento por el plomo mambí quienes ante la imposibilidad de continuar combatiendo por la escasez de municiones, comienzan a replegarse hasta llegar el momento de quedar solo 4 hombres defendiendo la posición: Antonio Maceo, Miró Argenter, Nodarse e Ibonet, bajo una intensa lluvia de balas. Repentinamente, la columna española inicia una retirada hacia el ingenio Bramales. Esta acción, que solo tenía carácter de ligera escaramuza, termina en un importante combate.

El obstinamiento político de Suárez Inclán, lo lleva a organizar una operación combinada para batir a Maceo. El día 26 alrededor de las 9 de la mañana en los montes del Rubí, se inició el ataque contra la tropa de Pedro Delgado que lo defendía. Este combate duró aproximadamente hasta las 11 de la mañana. A las 2 de la tarde se escucharon fuertes descargas en el camino de San Blas y Loma Colorada, este camino era utilizado por los ibéricos con el evidente propósito de avanzar hacia Tapia.

El prefecto de San Blas, Francisco Ulloa, con la guardia de la prefectura, salió al encuentro de los españoles, situando una emboscada en el camino. Rápidamente regresa al camino de La Lechuza para contener al avance de tres columnas enemigas que se dirigían a Tapia con el objetivo de tomar el campamento. En su despliegue ofensivo, una columna avanza por Loma Colorada, la otra por el camino de San Blas y la tercera quedó de reserva en los altos de La Lechuza. Poco después, una cuarta columna chocaba con las avanzadas de Maceo por el camino de La Lechuza.

En esta acción, según testimonios del General Piedra, se desarrolló un episodio impresionante en el cual el General Maceo demostró su arrojo e impecable genio militar, ante situaciones difíciles en el campo de batalla –se encontraban cercados por una alta y fuerte alambrada –, al enfrentarse con 6 hombres mal armados, escogidos al azar, a una columna española. En el momento preciso, el caudillo militar ordena una retirada fugaz, que logra engañar a los españoles, quienes fueron contra atacados por los insurrectos a la orden de ¡AL MACHETE! Este momento psicológico fue quien salvó al pequeño grupo y levantó la moral combativa de la tropa.

En estas épicas jornadas quedó demostrado que las montañas son un valladar inexpugnables para los enemigos de la independencia de Cuba. Además, en los días comprendidos entre el 9 y el 26 de abril, se libraron 8 combates luchando en todos ellos en una proporción decreciente en el número de hombres del Ejército Libertador: 400, 200. 50. 30, hasta llegar a 4. En todos casos la escasez de armamentos y municiones fue una constante.

Combate de Cacarajícara y otras acciones combativas

En horas de la tarde del día 26, un mensajero del Coronel Juan E. Ducasse informó a Maceo que una expedición estaba a la vista por la playa de La Mulata, ensenada de Berracos. La expedición venía en la goleta “Competitor” –con el Tte. Cor. Alfredo Laborde Perera como jefe de mar–, al mando del Coronel Juan Monzón López–Arcos. Apenas habían tocado tierra, se presentó la lancha cañonera antes mencionada, apresando la goleta cubana, después de sostener un intenso tiroteo con sus ocupantes y la gente de Carlos Socarrás, contando además con la oportuna ayuda del Coronel Ducasse que había ido en su búsqueda.

Maceo, guiado por Socarrás, salió el 27, tras un largo recorrido en busca de los expedicionarios que venían con el Coronel Ducasse. En su recorrido, sostiene combate en Lomas de Candelaria. Las fuerzas mambisas guiadas por Carlos Socarrás, de regreso al teatro de operaciones de Bahía Honda, realizan un largo recorrido haciendo cortas paradas en San Ignacio, Soledad, Sitio Marrero y La Chancleta. Marchaban muy cerca de Las Pozas en la mañana del día 29, cuando uno de los confidentes de Carlos trajo la noticia de que una columna española descansaba en este caserío, y que la vanguardia ocupaba una finca inmediata. Después de tomar las medidas pertinentes, se libra un fiero combate con la columna dirigida por el General Suárez Inclán.

En esta escaramuza un disparo destrozó la culata del máuser de Maceo que combatía parapetado detrás de unos matorrales cerca del camino a Cacarajícara. El jefe mambí ordena la retirada y establece campamento en la finca Tres Palmas. Posterior a esta acción, oyendo la opinión autorizada de Socarrás, Maceo envió al Coronel Sotomayor para Cacarajícara a prevenir a los guardianes de los talleres y el hospital instalados allí.

Trincheras de Cacarajícara.

Todo parecía indicar que Suárez Inclán al moverse hacia Cacarajícara lo hacía con el objetivo de tomar por sorpresa este campamento y batir a sus moradores. Muy temprano, el día 30, el Tte. Cor. Socarrás hizo notar al General Maceo que la columna española no llevaba otra dirección que la del campamento de Cacarajícara.

A las nueve de la mañana Maceo se adelantó con 20 hombres hasta el retén de vanguardia constituido por soldados de la zona, y a poco de encontrarse en aquel sitio divisó el primer grupo enemigo, que avanzaba sigilosamente, siendo esta la primera emboscada, de igual forma se fue repitiendo la acción hasta llegar a la cuarta emboscada. Una vez agotado el parque de municiones se oyó el temible grito ¡AL MACHETE!, pero en ese preciso instante, llegó al sitio de las emboscadas el Coronel Ducasse, con refuerzo de 150 hombres de infantería y algunos centenares de cartuchos de la expedición.

En esta acción Maceo destrozó la columna al mando de Suárez Inclán, compuesta por los batallones San Fernando, Baleares y Artillería. Las piezas situadas a 400 metros de distancia, disparaban sin cesar sobre los núcleos del Ejército Libertador, que valientemente sostuvieron el combate sin cejar. La entrada de Cacarajícara estaba defendida por las tropas al mando del General Quintín Banderas, quienes lo hicieron bravamente, pero las fuerzas que decidieron la batalla, fueron las dirigidas por el propio Maceo, que llevaba de práctico a Carlos Socarrás.

A las tres de la mañana, después de una tregua de varias horas, se escuchó un fuego estrepitoso de fusilería, provocado por la columna española que trataba de ponerse en marcha. A las cinco y treinta, se emprendió nuevamente la ofensiva para seguir las huellas del enemigo que iba en franca retirada en dirección a Bahía Honda. Maceo marchaba atacando la retaguardia de la columna; a su lado, iba Carlos de guía, quien advierte al Titán de Bronce que debía tomarse por uno de los atajos de la derecha, para evitar las emboscadas que tendrían los españoles en el cayo de monte contiguo al desfiladero.

Loma Redonda lugar de la emboscada

Los españoles, ocultos en la arboleda prevista por Carlos enviaron una rociada de plomos y resistieron algunos momentos. Maceo dio muestra de impaciencia, Socarrás picó su caballo y se adelantó para batir el bronce a brazo partido con los españoles. En esta acción recibe un balazo mortal en la madrugada del 1ro de mayo. En la mañana del 1ro de mayo de 1896 exhaló su último suspiro en los brazos de su esposa Antonia y de sus hijos en el hospital de sangre de Cacarajícara, centro hasta entonces, de sus operaciones y donde encontró tan glorioso fin.

Sitio donde fue enterrado Carlos Socarrás a unos 80 metros de la cueva.

El general Maceo, condolido por su pérdida irreparable, envía una carta de condolencia a su viuda, donde enaltece el valor y el patriotismo del caído, cuya muerte en el campo de batalla, antes que abatir el ánimo debía fortalecerlo en el amor a la Patria, enfatizando “que ningún gobierno de la República olvidará jamás lo que debe a la esposa e hijos de tan bravo militar.” [4]

Las tropas españolas según informes adquiridos en Bahía Honda, donde se refugió la columna, tuvieron 150 muertos -muchos de ellos abandonados durante la estampida -, 87 heridos en camillas y un número significativo de heridos que por su estado no necesitaban de camillas.

Obelisco al combate de Cacarajícara.

En resumen, 6 columnas en combinación, compuestas por 16 000 hombres, son las que desde el 20 de abril hasta el 6 de mayo, sin contar las que operaban por la Lechuza y Tapia, tuvieron que enfrentar los combatientes en la zona. En la provincia había alrededor de 45 000 hombres.

Durante los días 2, 3 y 4 de mayo el cuartel general se situó en Las Tres Palmas a 2 Km. de Las Pozas practicando reconocimientos por todos los caminos que conducían a Bahía Honda. El día 4, estando de campamento en El Brujo, Maceo conoce que una columna enemiga comandada por Serrano Altamira, estaba vivaqueando en Vega Morales. De El Brujo a Vega Morales hay 5 Km. de intransitable camino. La tropa mambisa se adelanta a la española, montando una emboscada en un arroyo del camino a Bahía Honda. Aquí fue herido Serrano Altamira, el cual se retiró a Vega Ortiz.

Las fuerzas mambisas continuaron el hostigamiento de las huestes españolas hasta las inmediaciones del poblado de Quiñones, quienes en su desesperada huida sufren 12 muertos y 7 heridos, a lo que se suma la pérdida de avituallamiento como mantas, comestibles, caballos y más de 2 000 cartuchos. Por su parte las bajas en los cubanos fueron de 2 muertos y 6 heridos.

El día 5 de mayo al concluir el combate, Maceo vivaquea en San Martín. En horas de la noche un campesino le entregó el despacho que enviaba desde su campamento en El Llano, el General Suárez Inclán al Comandante militar de Bahía Honda. Con tan preciada información en sus manos, ultima los detalles para atacar antes del amanecer a los españoles que allí pernoctaban. La tropa mambisa con un ataque sorpresivo por los flancos, obligó a los españoles a emprender la marcha por el camino de Quiñones.

A continuación, Maceo establece campamento en El Roble, donde se mantuvo hasta el día 11, cercado por las crecidas de los ríos. Desde posición rebelde, regresa al Rubí donde acampa hasta el día 17 en que partió rumbo a Consolación del Sur, regresando de nuevo a la zona de Bahía Honda el 11 de junio. El día siguiente fue de preparación para en las primeras horas del día 13 dar una batida a los guerrilleros de La Teresa.

El prefecto de San Francisco no realizó una correcta exploración del terreno aledaño al lugar, ocupado por Maceo. De pronto el General sintió el fuego y avanzó rápidamente creyendo que eran las guerrillas españolas de La Teresa que se batían con sus exploradores, encontrando tras los muros del ingenio San Grabiel de Lombillo, media brigada al mando del Coronel Torrecilla, integrada por los batallones de San Francisco y Baleares, lo que lo obligó a flanquearlos por la izquierda con la infantería y por la derecha con la caballería acercándose de forma peligrosa a los muros que resultaban infranqueables. Ante esta disyuntiva se ordenó la retirada hacia Buena Vista.

El saldo de este enfrentamiento para los mambises fue de 2 muertos y 18 heridos graves. El General mambí, no pudo ocultar el desagradable efecto que le provocó las acciones de Lombillo, ya que ese día era su santo y acostumbraba a celebrarlo con una victoria.

El 19 de junio a las seis de la mañana es atacado el campamento de Tapia por varias columnas españolas, las fuerzas acampadas se encontraban al mando de Miró Argenter. En ese momento Maceo se encontraba en La Vigía, realizando una visita a Hugo Robert, que había sido herido en el combate anterior. La fuerza insurrecta compuesta por solo 200 hombres, fue fuertemente hostigada por los españoles que después de varios intentos, logran tomar el campamento de Quintín Banderas en el valle de Tapia.

Al caer la noche, ya con Maceo incorporado a la tropa, este ordena el ataque sobre los centinelas españoles. Al amanecer del día 20 se reanuda el ataque sobre la columna española que se dirigía hacia El Rubí. En este ataque se combinaron las fuerzas de los Generales Banderas y Sotomayor y del Coronel Pedro Delgado. En San Sebastián, se les ocasionan numerosas bajas a los españoles que se baten en retirada. En horas de la tarde, Maceo regresa a Tapia. Antes de partir, encomienda a Delgado continuar el hostigamiento sobre el enemigo. Durante esos dos días de combate, los cubanos sufrieron 24 bajas.

La tarde del día 20 trae buenas nuevas para las huestes rebeldes, en esa hora azarosa, el General Pedro Díaz Molina, se incorpora al campamento trayendo consigo algunos millares de cartuchos arrebatados a los españoles en el término de Viñales. Contando con estas municiones, el día 21 Maceo alistó dos compañías de infantería y guiado por un práctico de las fuerzas de Pedro Delgado se dirigió hasta el asiento de El Rubí para caer por sorpresa sobre los españoles que acampaban allí.

El ataque se inicia por el frente y el costado izquierdo con dos secciones de infantería, mientras otros grupos de tiradores echaban plomo sobre el asiento de El Rubí, con tal eficacia que pasaron de vanguardia a retaguardia y viceversa. Después de tres días de penosa marcha e ininterrumpidos combates, González Muñoz derrotado se retira hacia Cabañas con el objetivo de pertrecharse y dejar sus heridos y retornar a Tapia con nuevos bríos.

Inesperadamente, a las 12 meridiano del día 23 de junio, reaparecen los batallones de González Muñoz por el camino a Manuelita. Maceo, que no se hallaba en el campamento, regresa de inmediato y encuentra las fuerzas mambisas en perfecta disposición combativa cubriendo toda la zona. Como era costumbre en él, se colocó en la primera línea con los tiradores que contenían el empuje casi incontenible de las columnas españolas. Se combatía denodadamente en 8 lugares a la vez.

El Titán de Bronce a la cabeza de una compañía casi diezmada, en la que se entrelazaban oficiales y soldados, trata de sostener la posición, cuando recibe un balazo en la pierna izquierda. Ante la incertidumbre provocada por la herida, expresa a sus subalternos, que este era el regalo 24 que recibía de los españoles. Para recuperarse de su herida, Maceo fue trasladado para la finca San José, en la Sierra del Rosario, sin que los españoles pudieran conocer de su estado de salud.

La mañana del día 24, sorprende a las fuerzas beligerantes dispuestas en plena disposición combativa en el teatro de operaciones de Tapia. Por una parte, los 14 batallones de González Muñoz, bien posesionados y por la otra, los combativos mambisas ofreciendo una tenaz resistencia. Pese al esfuerzo del agresor español, después de 16 encarnizados combates, ante la imposibilidad de tomar por la fuerza el estandarte cubano, el jefe español decide retirarse a la seguridad de sus cuarteles en las poblaciones costeras. Durante todo el recorrido de regreso, se dedicó a destruir las rancherías y sembradíos que servían de base logística a los cubanos.

La recuperación de Antonio Maceo en San José, abarcó un período de 10 largos días. El día 3 de julio de 1896, con la ayuda de los miembros de su escolta, monta en su caballo, y con voz serena pero firme ordena ¡En marcha todo el mundo! y, a galope tendido marchan hacia Bahía Honda con el objetivo de abastecerse de municiones, que en su caso era de 2 a 3 cartuchos por hombres. La situación de Sotomayor en ese sentido era mucho más difícil.[5]

Durante el recorrido a Bahía Honda, se detiene en Valparaíso para reponer energías y obtener información del enemigo. Estando ultimando detalles, recibe la grata noticia de la llegada de una nueva expedición al mando del Coronel Leyte Vidal por Las Canas, Pinar del Río, que según noticias había desembarcado el día 23 de junio con 44 hombres, 200 fusiles, 35 tercerolas, 3 000 cartuchos, dinamita y otros útiles de guerra.

Después de ordenar todos los asuntos, se estacionó en El Roble para esperar noticias de la expedición. Otra vez la inclemencia del tiempo y las crecidas de los ríos fueron durante 6 días, carceleros de su genio militar pero no de su pensamiento político. El 14 de julio, desde el campamento El Roble, en conmovedora carta dirigida a Federico Pérez Carbó que se encontraba en Nueva York, le expresa con profunda admiración:

“…Aquí no hay un sólo palmo de tierra que no esté bañada con sangre cubana y española…” [6]

La amplia correspondencia del Titán de Bronce –alrededor de 17 cartas– emitida desde los diferentes campamentos en Bahía Honda (El Roble, Tapia, entre otros), evidencia la agudeza de su pensamiento político. En ellas, expresa su rechazo a la metrópoli española y su clara visión acerca de la política expansionista de los Estados Unidos. Un ejemplo de ello es la frase contenida en la ya citada carta del día 14:

"…De España jamás esperé nada; siempre nos ha despreciado y sería indigno que se pensase en otra cosa. La libertad se conquista con el filo del machete; no se pide; mendigar derechos es propio de cobardes, incapaces de ejercitarlos. Tampoco espero nada de los americanos, todo debemos cifrarlo en nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin ayuda, que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso…" [7]

Al fin el día 18 de julio, le llegan a Maceo las referencias esperadas sobre la expedición. La cual, satisfactoriamente para él, había puesto al resguardo en las inmediaciones de Cacarajícara el material de guerra traído. Al día siguiente, tomó rumbo a San Miguel, después de 2 horas de marcha, se produce el encuentro con el Coronel Leyte Vidal y los otros expedicionarios. A continuación de este encuentro regresa a El Roble, desde donde distribuyó entre las distintas fuerzas el armamento y los combatientes llegados, así como otros que permanecían en el cuartel general en espera de su ubicación.

Nueve días después de recibir los abastecimientos, el 28 de julio estando acampado en La Ceiba, dio órdenes por escrito al General Quintín Banderas para que incorporara al cuartel general al Coronel Leyte Vidal. Y le confía además el mando de la zona en su ausencia, con las instrucciones precisas de batir al enemigo que transite por el teatro de operaciones. Al día siguiente desde La Furnia, le ordena al Coronel Juan E. Ducasse, poner las fuerzas en plena disposición combativa para salir al primer aviso. Ese día el General abandona el territorio de Bahía Honda dispuesto a recibir la expedición del Mayor General Juan Ríus Rivera que arribó a Cuba el 8 de septiembre por el cabo de San Antonio, en Pinar del Río.

Regreso de Antonio Maceo al territorio de Bahía Honda

Durante la campaña militar dirigida por Maceo en el extremo más Occidental de la provincia de Pinar del Río, se realizaron importantes acciones bélicas como los combates en Montezuelo, Tumbas de Estorino y Galalón, entre otros. El día 27 de octubre, posteriormente al combate de Soroa, Maceo se dirige a lo más intrincado de la Sierra del Rosario para establecer campamento en El Brujito, donde permaneció hasta el día 1 de noviembre que parte hacia El Roble. Este propio día, recibe correspondencia de La Habana, entre las cuales había una de carácter oficial escrita por Máximo Gómez en la que le ordenaba que cruzara la trocha sin pérdida de tiempo, pues su presencia era imprescindible en las regiones de Las Villas y Camagüey. Aún cuando no le explicaba las causas, se percibía que el asunto era delicado. Otras misivas de Gómez llegadas a Maceo, le esclarecían la tensa situación que se vivía alrededor del Generalísimo y el gobierno de la República en Armas.

Ante el reclamo de su jefe y amigo, el adalid oriental, decide cruzar la trocha para restablecer la autoridad del General Gómez y restituir la normalidad y el orden a la región centro oriental. Con este objetivo, parte de El Roble acompañado de sus oficiales para acercarse a la trocha y practicar un reconocimiento de la misma. Días después, establece un cuartel general en El Brujo desde donde preparó por varios días la estrategia militar para salir del Occidente. El día 8 se dirige a La Ceiba y de ahí, parte al día siguiente con la intención de pasar por Tapia. Durante el recorrido, al pasar frente al ingenio Manuelita, descubre que en ese lugar una división española se encontraba estacionada desde el día 3. Inmediatamente Maceo da la orden de completar su tropa compuesta por su Estado Mayor, las escoltas del General Pedro Días y de Bermúdez, varios hombres del Rubí y de Sotomayor, hasta llegar a 150 hombres, quedando Ríus Rivera en la zona de Soroa y Candelaria.

Ese día 9, estando acampados en las cumbres de El Rubí, llega la noticia que tropas españolas procedentes del Mariel, habían inundado el valle de Tapia y Manuelita y, por el lado de Cayajabos procedentes de Artemisa, también venía otra columna. En total, había más de 10 mil soldados enemigos de las tres armas, desplegados en el teatro de operaciones. El genio militar del aguerrido mambí, le hizo comprender que tras toda esta demostración de fuerza –6 batallones de infantería, un regimiento de caballería y 6 cañones– se escondía la presencia del Capitán General Valeriano Weyler. En total las fuerzas mambisas eran de 500 hombres mal armados.

Ante la inevitabilidad del combate, Maceo personalmente se encargó de preparar la defensa. El día 10 antes del amanecer, acompañado de 130 hombres se dirige al encuentro de González Muñoz que en esta ocasión había escalado El Rubí. Ubica a Ríus Rivera en la loma de La Madama con la intención de hostigar el centro enemigo. Mientras tanto, la avanzada cubana, se encontró de frente con la enemiga que ya ocupaba posición en lo alto de la meseta. El combate fue a quema ropa, Maceo disparó su revólver contra el Capitán de la vanguardia, los españoles fueron acribillados a balazos, las fuerzas mambisas maniobraban disputándose el acceso a la altura. Viendo la imposibilidad de mantener la posición, se retiran al auxilio de Ríus Rivera que con solo 120 hombres defendía el lomerío de La Madama y Gloria contra las huestes de Weyler. El combate duró hasta las 4:00 p.m., dejando en el campo de batalla un saldo de 10 bajas por los cubanos y 40 por españoles según el parte militar que no incluye las sufridas por las fuerzas weylerianas.

Las tropas del Coronel Segura radicadas en Soroa, avanzan rumbo a Cabañas para encontrarse con Valeriano Weyler que vivaqueaba con sus fuerzas ahí. El día 11, al pasar por la loma del Delirio, fue sorprendido por el Brigadier Ducasse, que le produce varias bajas y lo obliga a regresar. Maceo, que conocía de la incapacidad de Weyler, creyó que este se había unido a Segura para tomar el tren en San Cristóbal y regresar a La Habana. Esta idea lo llevó a preparar el cruce de la trocha por Guanajay. Después de hacer un reconocimiento infructuoso sobre ella, decide regresar a El Rosario, donde se dio cuenta de su grave error de apreciación. Weyler, creyendo encontrar a Segura, ordenó a González Muñoz que marchara a Río Hondo, adentrándose él en los montes de Oleada por donde vagó perdido, hasta alcanzar la vía férrea, siendo esta la mayor oportunidad que tuvo Maceo de atraparlo.

En resumen, los días comprendidos entre el 9 y el 18, Valeriano Weyler lleva a cabo una campaña contra las fuerzas de Antonio Maceo en los alrededores del Rubí. Él solo participa en las acciones del día 10 contra Maceo en las estribaciones de El Rubí. Al cuarto día, abandona el teatro de operaciones y se refugia en Candelaria. A partir del día 13 sin contar a los enfermos había sufrido más de 400 bajas, por solo 56 en el bando cubano, a pesar de lo encarnizado de los combates librados en El Rubí, La Madama, San Blas, Valparaíso, Loma de Vizcaíno, Buena Vista y El Brujito.

En el período comprendido del 17 al 25 de noviembre, el General Maceo practicó reconocimiento sobre todo el teatro de operaciones para constatar el estado de devastación que existía en toda la comarca. Consciente de esta situación, tomó todo las medidas necesarias para dejar asegurada la defensa del territorio, dejando al frente de las fuerzas de Pinar del Río al General Ríus Rivera. El 25 de noviembre se despide definitivamente de Bahía Honda, y se dirige hacia el Jobo, de donde sale el día 3 de diciembre en horas de la noche, para realizar el cruce de la trocha en una embarcación por la bahía del Mariel. Con esta acción se despide de Vueltabajo, e ingresa en la provincia de La Habana, donde pierde la vida el 7 de diciembre de 1896.

La presencia de Maceo en el territorio se puede resumir en 122 días, de los 305 que permaneció en la provincia de Pinar del Río, se estableció en más de 20 campamentos en nuestras montañas y desarrolló 24 combates importantes (el de Cacarajícara, Tapia, El Rubí, entre otros) de los 54 que materializó en la provincia.

Continuidad de la guerra durante los años 1897 y 1898

Después de la muerte de Maceo, se producen profundos cambios en la región. Un análisis de los factores, llevan a la obcecada y genocida política pacificadora. Durante todo el mes de diciembre, Weyler mantuvo el grueso de sus fuerzas operando en la zona. Ante esta situación, las partidas mambisas se repliegan para retomar la guerra de montaña, en aquellos lugares casi inaccesibles que permitan establecer sistemas defensivos, aprovechando las condiciones del terreno. En medio de este escenario, el Ejército de Operaciones, compuesto de fuertes columnas de las tres armas, trata de desalojar las partidas mambisas de sus posiciones.

Juan Ríus Rivera sitúa el Cuartel General de la División en la Cabezada de Río Hondo. Durante el mes de diciembre y el primer trimestre de 1897, el golpe principal de las operaciones ibéricas se concentran sobre el Cuartel General. [8] En Bahía Honda, ante la escasez de recursos y el aumento de tropas españolas, las diezmadas tropas asumen la táctica de guerra de guerrilla. En La Madama el jefe de la Brigada Norte Vidal Ducasse, sobresale como uno de los mejores discípulos de Maceo en la guerra de guerrillas. En los primeros días de febrero, Vidal parte al encuentro de su hermano Juan Eligio, que lo espera en El Brujo para acudir al encuentro con Ríus Rivera.

En los meses de febrero y marzo, se combate en El Brujo, El Llano, Las Ánimas, El Brujito y La Comadre. Durante estas acciones, los españoles sufren numerosas bajas. El 29 de marzo, es atacado el Cuartel General y su jefe el General Ríus Rivera, fue hecho prisionero. Acto seguido, los hermanos Vidal y Juan Eligio Ducasse, jefes de las Brigadas Norte y Sur respectivamente, asumen el mando provisionalmente. Abril trae consigo el aumento de las arremetidas españolas sobre la serranía del Rosario. En este sitio, las columnas del centro maniobran desde el occidente del lomerío hasta la Loma del Toro, en San Cristóbal y de ahí a Cacarajícara, en Bahía Honda.

El 9 de mayo el Mayor General Pedro Díaz Molina por decisión de Máximo Gómez, asume el mando del Sexto Cuerpo del Ejército Libertador en la provincia de Pinar del Río y establece el Cuartel General en el Guayabito, Las Pozas, Bahía Honda. Tres días después llega al campamento de Vidal Ducasse en La Madama, donde se les une Juan Eligio, para dejar organizada la estructura provincial del Cuerpo de Ejército, bajo el mando de Vidal y Juan Eligio -jefes de la Primera y Segunda División respectivamente-. El 24 de mayo mediante una comunicación se le informa al General Juan Lorente, su designación como jefe de la Tercera División.

El trabajo organizativo en la provincia, incluido el gobierno civil, culmina a finales de julio. A partir de entonces, se logra un mejor funcionamiento de sus estructuras sobre todo en las prefecturas y las comunicaciones. En la segunda quincena de mayo, se combate en La Madama, Las Ánimas y Bocú, entre otros. En el mes de junio de 1897, las tropas españolas inician un importante operativo sobre el campamento de la Primera División comandada por el Brigadier Vidal Ducasse. En este período se combate en Las Ánimas, Loma del Rubí, Los Pelados, Loma del Mulo, La Madama, Vizcaíno y Romero -puntos estratégicos del oriente de la Sierra del Rosario-. Pedro Díaz moviéndose desde El Guayabito, participa en varias de estas acciones. El mando español conocedor de su autoridad, prepara un contingente de 2100 hombres de infantería y caballería para batirlo en su campamento.

A las 11:00 de la mañana se inicia el combate. Inmediatamente, las 7 posiciones defensivas mambisas, entran en acción. Después de 5 horas de duro bregar, los españoles se retiran derrotados. Una parte importante de ellos, se dirige a La Habana a bordo del vapor Tritón. El resto, como fiera herida, se ensaña con la población inocente, que según sus partes de guerra constituyen bajas en combate. En los meses de junio y julio afloran algunas discrepancias entre Pedro Díaz y Juan E. Ducasse, que a pesar de la intervención del Mayor General José María Rodríguez (“Mayía”) -jefe del Departamento Militar de Occidente-, determinan la salida de la provincia del Brigadier Ducasse y la reestructuración del Sexto Cuerpo.

La Primera y Segunda División se funden en la Primera División, bajo el mando del Brigadier Vidal Ducasse –con Cuartel General en La Madama-. En los meses de julio y agosto, el cansancio y el clima, hacen mella en la moral combativa de los ibéricos. De ello da fe la carta enviada por Pedro Díaz a Magdalena Peñarredonda, delegada del PRC en Pinar del Rio:

“Los españoles por esta parte están casi tranquilos sólo se entretienen ahora en asesinar a los indefensos y pacíficos reconcentrados, que los dejan salir a buscar viandas y luego los guerrilleros le dan machete”.[9]

En septiembre, en la Sierra del Rosario y sus alrededores, se reinician las operaciones.

El día 4, dos columnas españolas, atacan los campamentos del Teniente Soria, en Las Ánimas; del Teniente Coronel Manuel de La O, en El Rosario -fue ocupada, por la retirada estratégica que realizan sus defensores al agotársele el parque de municiones-; del Brigadier Ducasse, en La Madama; y del Coronel Martín Torres, en Romero. El 6 de octubre, en acción combinada de los batallones Gerona y Vergara atacan el Cuartel en La Madama. Fue tan férrea la defensa y fulminante el contraataque, que los españoles se retiran hacia el Mariel y Cayajabos, llevando numerosas bajas -el parte oficial solo reconoce 2 muertos y 6 heridos-.

El día 11, fuerzas combinadas de los batallones Gerona, Vergara y Cuba penetran en el lomerío -una columna por la zona de San Francisco y otra por Cayajabos- rumbo al Rosario donde establecen campamento -bajo el fuego de las avanzadas del Brigadier Ducasse-. Los días 13 y 14, se combate en las cercanías del cuartel de la Primera División. El día 15, se retiran bajo el asedio de la guerrilla de 20 hombres, comandada por el Teniente Coronel Rafael Veloz. En Bodega Nueva, cae un oficial mambí.

El 18 de octubre de 1897, las guerrillas montadas de San Diego de Núñez y Carenero, toman por sorpresa el campamento provisional El Hoyo -en las cercanías de Bahía Honda-. Ese día a Regla Socarrás, le tocó ser testigo excepcional de la muerte del Capitán Vicente López y de sus hermanos el Comandante Antonio -que convalecía de fiebre palúdica- y el Teniente Miguel Antonio, al percatarse que lo conducen a Bahía Honda en condición de prisionero, exige que lo fusilen. [10] Miguel -por igual causa-, fue macheteado. Este terrible suceso se consuma ante sus familiares, en una arboleda situada en la entrada Oeste de Bahía Honda. [11] Ese fatídico día, llega a la provincia el Jefe del Departamento Militar de Occidente, Mayía Rodríguez, quien encuentra las tropas en un estado favorable.

Mayía envía mensajes a los miembros del Sexto Cuerpo en la que los felicitaba por los éxitos obtenidos y les informa sobre las dificultades que atraviesa el mando español. Además, los previene del engaño autonómico y los exhorta a prepararse para la campaña de invierno. A partir de esa fecha y hasta la segunda decena de noviembre, cesan las actividades enemigas en la región. La llegada de Mayía Rodríguez coincide con la del Capitán General Ramón Blanco Marqués de Peña Plata, en sustitución de Weyler. Para él quedó claro que el mando español, en su habitual miopía, tratará de no perder a Cuba y alejar la latente intervención norteamericana.

Para el Capitán General, hacer la zafra y eliminar el mayor número de jefes cubanos, era vital. En este sentido, ordena centrar los ataques sobre las posiciones de Mayía Rodríguez, Vidal Ducasse y Pedro Delgado, en El Rosario. El 9 de noviembre en horas de la tarde en la Sierra del Rosario, penetra el General Hernández de Velasco con una poderosa columna de 2 000 hombres de las tres armas y acampa en El Romero, para al día siguiente iniciar una serie de acciones. Por las acciones desarrolladas los días 10 y 11, el parte de guerra español refleja 56 bajas: 1 oficial y 13 soldados muertos y 3 oficiales, entre ellos un Coronel y 39 soldados heridos –investigaciones posteriores demuestran que el número asciende a 114 efectivos-, por la parte cubana hubo 3 muertos y 5 heridos.

La aplastante derrota debió convencer al recién estrenado Capitán General que los “pacíficos” vueltabajeros sabían pelear y muy bien, por tal motivo en Orden General del 18 de noviembre desintegra la Brigada del Centro, pasando los batallones Balear y Canarias a la Brigada Oriental -con lo que amplía la zona de operaciones del Este- y los batallones de Castillo y Reina a la Brigada Occidental que se encargaría del resto de la provincia hacia el Oeste. El Segundo Batallón del Primer Regimiento de Infantería de Marina lo puso bajo las órdenes del Cuartel General de la División.

Al efecto, el General de División Francisco Fernández Bernal, fue nombrado Comandante General de la División de Pinar del Río y el Comandante Manuel Tourné, Jefe de Estado Mayor; los generales de brigada Cándido Hernández de Velasco y Pablo González del Corral pasan a comandar las Brigadas Oriental y Occidental, respectivamente. El día 25 de noviembre el servicio de inteligencia informa a Mayía Rodríguez sobre la intensión de Fernández Bernal de atacar el Cuartel General. Inmediatamente se toman las medidas necesarias para darle una calurosa acogida. Los días 27 y 28, se combate en las zonas de Aranjuez y La Madama. Las bajas reconocidas en los partes de la prensa fueron: un comandante y dos soldados muertos y un comandante, un capitán y diecinueve soldados heridos.

Estos hechos confirman la elevada moral combativa de las tropas mambisas para continuar una prolongada guerra de desgaste. En contraposición, las huestes ibéricas manifiestan una marcada incapacidad para mantener por más tiempo dicha contienda. A finales de 1897, un grueso contingente de tropas es extraído de la región y al mando del General Bernal, marcha al Oriente del país. A partir de entonces, la antigua división, bajo el mando del General Cándido Hernández de Velasco, opera como brigada independiente.

El 19 de febrero de 1898 se produce la última ofensiva española y el último revés para las fuerzas del Sexto Cuerpo, cuando cae en el campamento de La Madama el Brigadier Vidal Ducasse, con él se pierde al jefe -después de Maceo- que mejor había asimilado el arte de la guerra de montaña. En su sustitución fue nombrado el General de Brigada Antonio Varona Miranda, como Jefe de la Primera División en Pinar del Río. En la primera mitad de 1898, los españoles, salvo rara excepciones, se mantienen confinados en los pueblos y los reductos que le sirven de abrigo; por su parte, los insurrectos campean en el teatro de operaciones.

Guerra hispano-cubana-norteamericana en Bahía Honda

En abril de 1898 era inminente la entrada de los norteamericanos en la guerra de Cuba. El día 20, se firma la Resolución Conjunta e inmediatamente se inicia el bloqueo naval a la Isla. En el litoral comprendido entre La Palma y Mariel, se avistan los buques de la armada yanqui. En virtud de estos acontecimientos, el General Pedro Díaz, Jefe del Ejército Libertador en la provincia, reinicia las operaciones. A partir de entonces, se realizan ataques a poblados y fortificaciones. El 25 de abril en horas de la noche, las fuerzas de la Primera División, tirotean el poblado de Bahía Honda, cortan la línea telegráfica y se abastecen de provisiones.

Estas acciones son el preludio de la guerra hispano–cubano–norteamericana, primera guerra imperialista en la historia de la humanidad. En medio de este panorama, durante el mes de mayo, se mantiene el asedio a poblados y fortificaciones, donde sus defensores solo se mueven, cuando era imprescindible buscar provisiones. Por esa fecha, Díaz Molina recibe una comunicación del delegado del PRC Tomás Estrada Palma, donde le informa sobre el arribo de una expedición por un punto cercano a Bahía Honda. Al conocer la noticia, el Jefe del Ejército Libertador en la provincia concentra en las inmediaciones del lugar 1 500 hombres de la Primera División.

El 25 de mayo una fuerte columna española sale de Bahía Honda, con la intención de atacar las huestes cubanas. Esa noche, acampa en San Miguel. En su estrategia combativa dispuso que las brigadas al mando de los coroneles Alfredo Despaine y Federico Núñez se asienten en Las Treinta Caballerías, cubriendo el flanco derecho del campamento. Por su parte los coroneles Pedro Sáez, Francisco Carrillo y Manuel de La O, con las brigadas restantes, cubrirían el centro y el flanco izquierdo. A la 1:00 pm, la patrulla que cubre el camino a Bahía Honda, abre fuego contra la avanzada española, él junto a otros jefes y oficiales cabalga al auxilio de un grupo de infantes que son atacados por una guerrilla.

Su oportuna intervención pone a la guerrilla a la desbandada. Los ibéricos al percatarse del reducido número de patriotas, contraatacan, pero las fuerzas mambisas situadas en una ventajosa posición, resisten. Después de cuatro horas de dura confrontación entre infantes y artilleros, los españoles retiran sus compañías de forma escalonada, cargando entre sus bajas al jefe de la guerrilla del Carenero, junto a otros oficiales y soldados. Por la parte cubana, son heridos de gravedad el Teniente Coronel Manuel Vargas, el Comandante José Beltrán, un Teniente y un soldado. El Capitán Juan B. Estrada y el Sargento José Zambrana caen en acción combativa. Sin dudas, esta fue una de las acciones combativas de mayor envergadura ocurrida en el transcurso de la guerra hispano–cubano–norteamericana. A partir de entonces, las fuerzas del Sexto Cuerpo del Ejército Libertador, campean libremente en el teatro de operaciones.

En los meses de junio y julio no ocurren acciones significativas. El 22 de julio, por la desembocadura del río Manimaní -cerca del Pino-, se produce el desembarco del vapor Wanderers con la última expedición que arriba a Pinar del Río, comandada por el Coronel Federico Pérez Carbó y con un listado de material de guerra que contribuye a consolidar las posiciones mambisas en Occidente.

Referencias

Fuentes

  • Archivo Nacional de Cuba: Tres libros copiados de la correspondencia del Sexto Cuerpo del Ejército Libertador, Fondo Nacional, Caja 13 No. 4.
  • Archivos de la Comisión de Historia de Bahía Honda. Tomo I.
  • Colectivo de autores: La República Neocolonial, Anuarios de Estudios Cubanos I. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1973.
  • Alejandro Collado Piñeiro: La Guerra Nacional Liberadora de 1895 en Pinar del Río desde la salida definitiva de esta provincia del Mayor General Antonio Maceo hasta el inicio de la Guerra Hispano – Cubana – Americana. Primera aproximación de su estudio, Tesis presentada al Grado Científico de candidato a Doctor en Ciencias Históricas.
  • José Luciano Franco: Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida, Tomo III, Editorial de Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, 1973.
  • José Miró Argenter: Crónicas de la Guerra, Tomo III, Ediciones Huracán, Instituto del Libro, La Habana, 1970..