Hermann Bahr
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Hermann Bahr. Escritor austriaco que fue un miembro activo de la vanguardia austriaca, produciendo tanto crítica como obras impresionistas, siendo el primer crítico que aplicó la etiqueta modernismo a obras literarias, y un temprano observador del movimiento expresionista. Sus papeles teóricos fueron importantes en la definición de las nuevas categorías literarias. Sus 40 obras de teatro y alrededor de 10 novelas nunca alcanzaron la calidad de sus trabajos teóricos.
Síntesis biográfica
Ya desde niño manifestó una gran viveza de ingenio, y todavía adolescente empezó a emborronar papel. Ardientemente apasionado por el teatro, soñaba con ser actor. Sin embargo, fue a la universidad y estudió leyes en Viena, Graz y Czernovitz, y luego ciencias políticas en Berlín, donde estuvo desde 1884 hasta 1887, más entregado a la literatura que al estudio.
Entabló amistad con Arno Holz, y se convirtió en escritor naturalista. A partir de entonces no dejó de interesarse vivamente por todos los nuevos movimientos literarios.
En 1888 realizó un viaje a París, que le entusiasmó; luego estuvo en España y Marruecos, y unos años después en Rusia. Mientras tanto, había sido redactor de la revista Freie Bühne (Escena libre), órgano de los naturalistas berlineses y en la cual publicó su primera novela. En 1892 se trasladó a Viena, cuyo ambiente literario animó: allí mantuvo relaciones con Hofmannsthal, Schnitzler y algunos otros autores.
Componía dramas y se dedicaba a la crítica literaria y artística, dispuesto siempre a luchar en favor de las experiencias intelectuales más modernas. Los éxitos mayores de su época vienesa fueron las comedias Tschaperl, Josephine, Franzl y El concierto.
Andando el tiempo, muchas de sus actitudes polémicas fueron debilitándose. En 1909 casó con una cantante de la ópera de Viena y se dedicó a la floricultura. Llegado a Salzburgo, fortaleza del catolicismo austríaco, su crisis espiritual asumió un matiz religioso, y en 1914 volvió a la fe católica, profesada a partir de entonces con rigor creciente.
Después de la guerra se dirigió a Munich, y allí permaneció durante el resto de su vida. No fue un verdadero espíritu creador, y sus obras nunca ofrecen motivos sustanciales; a pesar de todo, tampoco carecen de páginas brillantísimas. De Bahr dijo un contemporáneo: