Historia de Tom Cabeza Vacía (cuento)

Historia de Tom Cabeza Vacía, el buscador de tesoros
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Cuento para niños pequeños
Autor(a)(es)(as)Pedro Pablo Sacristán
GéneroCuento

Historia de Tom Cabeza Vacía, el buscador de tesoros. Cuento sobre un joven al que no le gustaba estudia ni nada que tuviese que ver con realizar las tareas de la escuela

Datos del autor

Pedro Pablo Sacristán nació en Madrid, España en 1973, y es el segundo de seis hermanos. Realizó estudios en el colegio privado en el que su padre trabajaba como profesor de educación física. Proviene de una familia muy modesta, con muchas dificultades económicas, por lo que a sus padres les costó sacar adelante a sus 6 hijos y darles una buena educación, con un sueldo mínimo, cada noche comenzó a leerles los cuentos que escribía y dedicó la mayor parte de su tiempo a escribir libros, a hacer talleres de cuentos, charlas, etc.

Sus cuentos trasmiten valores tradicionales, generosidad, esfuerzo, honestidad, principalmente dirigidos a padres, madres y maestros. Su idea original fue centrarse en las familias con niños de entre cero y once años. En estos momentos muchos padres plantean que gracias a que sus hijos leen estos cuentos han cambiados de actitud.

Valores

Estudio y lectura

Personajes

Un capitán pirata y uno de sus marineros

Cuento

No quieras saber cómo Tom Cabeza Vacía llegó a ser pirata. Resulta que él odiaba ir al colegio, y tener que estudiar y hacer deberes, así que cuando el famoso capitán pirata Barbadepega pasó por su ciudad buscando jóvenes marineros aspirantes a ser piratas, Tom se apuntó el primero. Y es que en el barco de Barbadepega había que dedicar todo el tiempo a buscar tesoros, y si se encontraba a alguien estudiando o leyendo se le encerraba en el cuarto de las ratas para ser devorado por ellas.

Así fue como Tom inició su vida de pirata buscatesoros. Pero era una vida difícil. Trabajaban duro limpiando y cuidando el barco y, además, los mapas que encontraban llevaban siempre a pequeños tesoros. Y después de repartirlos apenas conseguían lo suficiente para comprar un poco de comida y algo de ropa, así que eran mucho más pobres que ricos. Eso sí, Barbadepega les animaba constantemente con promesas de grandes tesoros y canciones que recordaban que en aquel barco no hacía falta leer ni estudiar.

Pero un día alguien del barco le robó a Tom la poca comida que le quedaba, y dos días después sintió tanta hambre que decidió entrar al cuarto de las ratas para comerse una. Nadie se atrevía a acercarse allí, y Tom lo hizo de noche y a escondidas. Pero, al entrar, no encontró ni una sola rata, sino un cuarto secreto, limpio y recogido, lleno de… ¡libros! Entonces oyó unas voces que se acercaban y solo pudo esconderse y escuchar…

Cuando salió del falso cuarto de las ratas Tom estaba furioso. Barbadepega y su contramaestre eran unos estafadores. Estudiaban y leían sobre antiguos y fabulosos tesoros, pero los buscaban a escondidas de todos y se los quedaban para ellos. Para sus marineros solo dejaban ridículos tesoros que ellos mismos escondían de vez en cuando. Pero no era esto lo que más enfadó a Tom: lo que de verdad lo llenó de rabia fue oír cómo Barbadepega se reía de sus incultos marineros y sus cabezas vacías, de lo fácil que era engañarles, y de lo tontos y pobres que seguirían siendo siempre por haber dejado los estudios para irse con un pirata.

Aquello espabiló a Tom que, desde ese momento, esperaba cada noche a que todos durmieran para visitar el cuarto de las ratas, donde pasaba el tiempo estudiando todo tipo de libros. Pronto se dio cuenta de que aprendiendo sobre tantas cosas se le ocurrían mejores ideas, y encontraba formas de hacer casi todo mejor y más rápido, aunque él disimulaba comportándose como el más tonto de los marineros. Y cuando, al cabo de algunos años, comprobó que ya era capaz de averiguar dónde se escondían los tesoros, incluso antes que Barbadepega, decidió abandonar el barco pirata. Justo una semana después, ocurrió lo inimaginable: por primera vez alguien se adelantó a Barbadepega, y cuando este llegó el tesoro ya no estaba. En su lugar solo encontraron una calavera hueca de sonrisa burlona, colocada sobre una montaña de libros.

Aquel se convirtió en el escudo de Tom Cabeza Vacía que, con lo que ganó con su primer tesoro, compró su propio barco y buscó su propia tripulación. Pero, al contrario de lo que hacía Barbadepega, él solo admitía gente estudiosa. Y, en lugar de engañarles, les animaba a buscar los tesoros con él, y compartía con ellos la mayor parte de lo que conseguían. El resultado fue que, entre tanta gente sabía, encontraban los tesoros mucho antes, y el malvado Barbadepega solo llegaba a tiempo de encontrar cabezas vacías y burlonas cada vez que intentaba descubrir un nuevo tesoro. Y ni sus más pegadizas canciones, ni sus más exageradas promesas, pudieron impedir que todos sus marineros le abandonaran para retomar sus estudios y tratar de conseguir una plaza de pirata sabio en el famoso barco de Tom Cabeza Vacía.

Fuentes

https://www.ecured.cu/Pedro_Pablo_Sacrist%C3%A1n

https://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/historia-de-tom-cabeza-vacia-el-buscador-de-tesoros