La transdisciplinariedad un desafío del presente

La transdisciplinariedad un desafío del presente
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Introducción

No tememos ser categóricos al afirmar que la enorme mayoría de la humanidad está sorprendida por el estallido de conocimientos que percibimos desde hace unos años, sobre todo ahora, a principios del siglo XXI. Ya es tan grande la avalancha de nuevos saberes que quizás nos provoque interferencias en el desenvolvimiento de nuestra vida, porque aún no hemos desarrollado las capacidades para asimilarlo en su justa medida.(1)

En esta turbonada de conocimientos incluye en sí la profundización en los objetos de estudio, sean nuevos o viejos, naturales o artificiales, y el surgimiento de nuevas disciplinas, aunque al mismo tiempo se desdibujan las demarcaciones entre las existentes, proceso éste que incluye la aproximación y hasta una cópula entre ellas, que ocasiona alumbramientos de nuevas especialidades y concepciones.

En tal escenario no han faltado estudiosos quienes buscan superar la separación existente entre el llamado conocimiento científico y el no científico y sostienen que en ciertas circunstancias el segundo de ellos puede tener mayor legitimidad. Entre esos investigadores está Edgar Morin, con su siguiente afirmación: “La poesía, el arte que antes no tenía valor de conocimiento y de verdad, y todo lo trágico, sublime, irrisorio; todo lo que es amor, dolor, humor, azar, desorden solo pueden entrar en comunicación con la razón si ésta es resignificada como razón abierta, como razón compleja” (2)

Una intención similar aparece en cuanto a las fronteras entre las ciencias sociales, por una parte, y las naturales y exactas, por otra. Una serie de avances en la Física, la Biología, la Informática y otras áreas del saber científico propician dicha integración, entre otros factores, porque muestran cualidades generales de los sistemas. No se puede olvidar que la sociedad también es un sistema. Estas consideraciones y anhelos están en correspondencia con el panorama científico actual, el cual tiene, entre otras características, las siguientes: 1- los investigadores y los productos de las investigaciones se desplazan dentro de redes cada vez más amplias, 2- nuevos actores toman parte del sistema investigativo, 3- no pocos especialistas toman conciencia de las interconexiones de los fenómenos históricamente concebidos en el marco exclusivo de una disciplina y de la necesidad de una perspectiva más amplia.

Todos los cambios que ocurren a nuestro alrededor nos pueden conducir a afirmar que este mundo estante donde vivimos y desplegamos nuestra imaginación y creatividad está marcado por el reajuste, como ha ocurrido más de una vez en la historia de la humanidad. Ello significa que muchos de nuestros conceptos cambian al seguir la transformación de la realidad e incluso surgen otros, como el de transdisciplinariedad. En ninguno de esos casos resulta superfluo precisar su contenido.

Como paso previo a las reflexiones en torno a la transdisciplinariedad, es oportuno detenerse en otras definiciones cercanas: disciplina, multidisciplinariedad e interdisciplinariedad.

Disciplina

La categoría disciplina tiene una función organizacional en el seno del conocimiento; se instituye mediante la demarcación, división y especialización del trabajo, y desde allí responde a los distintos dominios predeterminados por el paradigma dominante. Frecuentemente es utilizada como sinónimo de especialidad. Cada grupo de especialistas, al desarrollarla, tiene en cuenta sus fronteras, el lenguaje a través del cual se estructura y expande, las teorías propias y las técnicas elaboradas y utilizadas en sus investigaciones. Todo ello manifiesta tendencia a la autonomía.

Ligadas a la historia de la sociedad y de algunas instituciones, dentro de las cuales las universidades tienen una relevancia especial, las disciplinas nacen, evolucionan, se institucionalizan, se dispersan como producto de la confluencia de transformaciones sociales, por un lado, y de cambios dentro de ellas dados por los conocimientos y por los objetivos y métodos de investigación. Es muy difícil que alguna de ellas exclusivamente desde su interior dé a conocer todos los problemas referentes a su propio despliegue y conformación, por lo que se precisa el estudio desde más allá de sus fronteras.

Existen organismos, sistemas, hechos, acciones, elementos, etc. que constituyen objeto de estudio de más de una disciplina. Sobre la base de esa característica puede desarrollarse investigaciones donde participen investigadores como representantes de cada una de esas especialidades. En ese caso la labor investigativa se enmarca en los límites de la multidisciplinariedad. El aporte de cada disciplina sirve para profundizar y enriquecer los conocimientos de las demás. No obstante, la finalidad está inscrita en el marco de los objetivos de cada una de ellas por separado.

Interdisciplinariedad

La interdisciplinariedad es un nivel superior si de colaboración se trata, por cuanto durante el desarrollo de una investigación afín entre los especialistas de distintas disciplinas se establece transferencia de conocimientos, habilidades, propósitos, instrumentos y tareas. Ello es muestra de vínculos en el marco de la preservación de las particularidades de cada especialidad. A pesar de las ligazones que se logran con ella, no es sinónimo de transdisciplinariedad.

Transdisciplinariedad

La transdisciplinariedad, como fruto del desarrollo actual de la ciencia y la tecnología y de la era de la globalización, (3) refiere el arribo a una zona que rebasa las disciplinas, aunque no implica arremeter contra ellas ni los especialistas, antes bien, sugiere la cooperación entre ellos, la interdependencia e integración. Con su empleo los estudiosos pretenden la unidad de fuerzas y la apertura de las mentes.

Esta interacción propicia transformaciones en las diversas relaciones, sobre todo en las del conocimiento, requiere de parte del investigador una visión universal y sistémica de la realidad, así como experiencia en dinámicas interdisciplinarias, con el objetivo de superarlas. No puede reducirse a una comunicación o intercambio entre profesionales de diversas áreas ni a la confrontación de disciplinas y actividades.

El hecho de asumir la transdisciplinariedad implica haber comprendido la unidad de la realidad y la del conocimiento, así como la correspondencia y complementariedad entre ambos. De ese modo queda abierta una vía para comprender las relaciones entre aspectos diferentes y hasta contradictorios. Esta apertura implica un cambio espiritual basado en el rompimiento de estereotipos del modo de pensar y del lenguaje, consistente en la dilatación del alcance visual con otras perspectivas y capaz de invalidar las raíces de la actitud feudal del territorialismo académico.

Este proceso es antitético a la exclusión, también al eclecticismo y la suma acrítica y conlleva la lucha contra los excesos en la formalidad y la objetividad, por cuanto estas cualidades conducen al empobrecimiento. El arribo a este grado presupone un examen desprejuiciado e integrador de los complejos procesos de la actualidad, sobre todo de los sociales, (4) así como apertura y racionalidad flexible. Con esta perspectiva se amplía el camino al diálogo y a las múltiples relaciones entre sectores del saber y del quehacer humanos separados o distanciados a lo largo de la historia.

Pero la transdisciplinariedad, a pesar de ser fruto del desarrollo científico-tecnológico actual, no puede ser vista como un proceso espontáneo. Para alcanzarla es imprescindible la acción consciente de los hombres y mujeres. Esto atañe a individuos, instituciones, organizaciones, sectores poblacionales e incluso a la sociedad en su conjunto.

Sin menospreciar la importancia de ningún componente de la sociedad, no dudamos afirmar que el papel protagónico le corresponde al sector educacional con sus instituciones. Un número de profesores, quizás mayor de lo imaginado, pensamos ya seriamente en cómo educar a las nuevas generaciones para que no den lugar a catástrofes que atenten contra nuestra propia vida, tengan presentes los desafíos que el actual horizonte planetario nos pone a todos y a cada uno de nosotros y vivan en una sociedad donde los conocimientos, según se puede ver a la luz actual, tendrán un alcance hoy inimaginable.

La trandisciplinariedad en la Educación Superior

En estos retos la educación superior tiene un papel protagónico. Esta afirmación la sostenemos ante todo en las características de su claustro y el alcance de sus propósitos ligados de un modo especial a los adelantos científico-tecnológicos.

Las instituciones de educación superior y sus comunidades académicas no pueden estar ajenas, y no lo están, a los cambios en el proceso de creación, transferencia y uso del conocimiento, fundamentados en el reconocimiento de la complejidad, multidimensionalidad y globalidad de cualquier objeto de conocimiento.

Los profesores universitarios de estos tiempos no estamos indiferentes a la necesidad de remover el pensamiento con todos sus pisos, el modo de decir y las formas de hacer, lo cual conduce a profundas transformaciones en todo el sistema educacional universitario.(5) Ello exige de nosotros comprender e interiorizar la exigencia de organizar los conocimientos con una visión cargada de relaciones, rupturas de fronteras e integración a partir de lo que todavía son disciplinas separadas.

Cualquier estudioso de los asuntos cognoscitivos puede percatarse de las tensiones existentes en este ámbito. Una de ellas tiene lugar entre, por un lado, el afán de alcanzar niveles cada vez más profundos en el conocimiento de determinadas parcelas de la realidad y, por el otro, la concepción del conocimiento como un todo coherente e integrado.

Esta situación se relaciona con la educación superior, en cuya misión está recogida la tarea de preparar profesionales aptos para autosuperarse como especialistas durante toda la vida. Al éxito de su realización contribuye la formación de una visión amplia y un pensamiento creativo, es decir, apto para dar respuestas no previstas a situaciones imprevistas y capaz de adaptarse activa, brusca y abruptamente a circunstancias novedosas. Esto le posibilita a los egresados la asimilación de conocimientos transdisciplinarios y a su vez la preparación para conformarlos.

En este sentido no podemos olvidar que la universidad es una “totalidad social íntegra, en la cual el funcionamiento general es el resultado del funcionamiento armónico e integrado de todas sus partes:” (6)sus sujetos sociales, estructuras académicas, documentos normativos, misiones y productos de su labor, con los cuales establece y consolida sus vínculos con la sociedad.

La universidad desde su surgimiento ha mostrado relaciones básicas con la sociedad. En ellas las primarias son la docencia y la investigación, posibles por la existencia de un cuerpo profesoral altamente calificado. Este es quien le otorga el papel rector en los conocimientos, ya sea en cuanto a su producción, transferencia, socialización y aplicación. Ese protagonismo social debe ser utilizado en función del logro del conocimiento transdisciplinario y sobre todo de la capacidad de generarlo.

La formación transdisciplinaria debe ser encaminada, a su vez, al desarrollo de un pensamiento en red y con esencia hologramática. Con esta modalidad se revalúa lo racional y lo sensorial al ampliarse sus posibilidades, fronteras y conjugaciones.

Este afán no puede centrarse exclusivamente en el imprescindible aumento continuo de la información. Requiere ante todo una labor educativa, que debe perfeccionarse en correspondencia con los requerimientos de cada momento histórico y siembre en cada estudiante el espíritu que lo haga capaz de beneficiar a sus semejantes y al entorno donde viven, como manifestación de las mejores y más profundas aspiraciones humanistas, que lo dote de tolerancia, en tanto reconocimiento del derecho a ser diferente, y le dé disposición perpetua al diálogo.(7) Significa cultivar no sólo el saber, sino también, y sobre todo, el ser, pero con la total y creciente inclusión de conocimientos cada vez más profundos y actuales.

La formación transdisciplinaria en la educación superior es un propósito de gran envergadura. Su dimensión conlleva una serie de exigencias. Dos de las más importantes son el enfoque sistémico y la integración de los contenidos, ambas relacionadas entre sí.

Enfoque sistémico

El enfoque sistémico propicia comprender el objeto de estudio como sistema y a su vez como componente de un sistema más amplio. Nos conduce a captarlo en su interacción intrasistémica y con el medio circundante, en su desarrollo, composición, estructura, como un todo no acabado, del cual no debemos absolutizar la conservación de su estabilidad. La integración de los contenidos no puede ser concebida como una mezcla o fusión arbitraria. Es ver el todo que habíamos tenido en cuenta mediante sus componentes o a través de diversas especializaciones.

En la docencia debe incluir además del contenido, el proceso de generación de nuevos conocimientos y su utilización. Una vía efectiva para conseguir esta integración es la elaboración de actividades relacionadas con contextos reales, que muestren a los alumnos: 1- las coincidencias entre diversas especialidades, ya sea en cuanto a objetivos, tareas y problemas y 2- la necesidad de darle una nueva connotación a los conceptos de frecuente utilización y de asimilar otros nuevos o aparentemente ajenos a su disciplina.

Su efecto dependerá, en gran medida, del trabajo del profesor para despertar en los alumnos interés por las nuevas relaciones y disposición de conseguir otros avances. Así dotaremos al proceso de significado y desterraremos las actitudes mecanicistas. La creatividad ha de devenir derrotero de nuestra labor. Debe ser propósito nuestro lograr que cada alumno sea capaz de andar y crear con independencia.(8)

La integración debe abarcar la relación teoría-práctica. Esta afirmación no niega que sea necesario darle mayor atención a la investigación teórica, la cual tiene en los Centros de Educación Superior un lugar ideal para su desarrollo.

De la integración consideramos oportuno destacar que, al igual que el enfoque sistémico, debe ampliar su presencia en toda la estructura curricular: la tarea docente, el tema, la asignatura, la carrera, tanto de modo vertical como horizontal.

La integración vertical tiene lugar a partir de un objeto de estudio que integre otros objetos de estudio de la especialidad. Se basa en lo ya aprendido, aunque alcanza mayor profundidad y ramificación. Representa la continuidad de los elementos del conocimiento que por su reiteración funcionen como invariantes. (9)

La integración horizontal ocurre cuando presentamos al alumno el objeto de estudio como un conocimiento resultante de más de una ciencia e insistimos en la concienciación de la heterogeneidad de la realidad, con sus múltiples nexos e interdependencia.

Esta modalidad incluye la eliminación de barreras y fragmentaciones y se apoya en el desarrollo de habilidades de razonamiento como comparar, discriminar, clasificar, sintetizar, integrar y relacionar.

No dudamos afirmar que en cuanto se refiere a la impartición, el interés de los alumnos aumenta cuando los profesores presentamos los contenidos en relaciones, ya sean de unidad, impulso, oposición, negación. Así propiciamos la ampliación de la mente y con ella la posibilidad tanto de aprehender la vida de un modo global, como de reflexionar en torno a ella con otras dimensiones.

Este propósito se consolida cuando la docencia no se limita a la recepción de conocimientos de una ciencia particular y más aún, cuando rebasa la interdisciplinaridad y arriba a conocimientos transdisciplinarios, es decir, que traspasen los límites de una especialidad y no sean propiedad exclusiva de ella. La complejidad de la sociedad mundial de hoy, manifestada en la diversidad, interdependencia y fugacidad de circunstancias y problemas, excede los prismas disciplinarios.

Al respecto no pocos estudiosos pueden afirmar que los investigadores han de encargarse de tal exigencia. Pero el cambio debe comenzar por la base y no por la cúspide. Es decir, es preciso realizar transformaciones en la concepción de las carreras y profesiones. Debemos pensar en sus dimensiones y en sus vínculos con otras carreras y profesiones no afines. Cada día es menos posible proclamar este espacio es mío o es únicamente de mi especialidad. Incluso se dificulta asegurar cuál es el contenido exclusivo de un área de conocimiento.

Para alcanzar ese nivel, en ellas los profesores debemos luchar contra el aislamiento entre carreras y especialidades. Vía óptima para alcanzarlo es el mejoramiento de la comunicación interna entre todos sus componentes, ante todo con respecto a las implicaciones mutuas de la ciencia y la tecnología y los objetivos sociales.

Las vías para ello deben encontrarse en cada centro universitario. No obstante, es recomendable la realización de actividades docentes donde participen estudiantes de varias carreras, se motive el diálogo en torno a contenidos transdisciplinarios y se estimule la creación de conocimientos de ese tipo.

Los profesores no podemos perder de vista las transformaciones que ocurren en nuestro mundo, sobre todo el desarrollo de la inteligencia colectiva motorizado por la revolución de las comunicaciones y la informática que posibilita la apertura del saber con la existencia de nudos formados por redes mediante las cuales se enlazan hombres y mujeres, lugares, ideas, instituciones, sucesos, tanto como conocimientos y experiencias antiguas y nuevas. En el caso de Cuba no podemos menospreciar o ignorar la labor que llevan adelante nuestro pueblo y no pocas instituciones para desarrollar una cultura general integral. Con ese conjunto de acciones creamos un terreno propicio para la transdisciplinariedad, pero es preciso que no lo desaprovechemos.

Como tampoco debemos ignorar que en medio de los cambios actuales, los profesores dejamos de tener la total primacía en el ámbito cognitivo. Desde hace mucho tiempo, y sobre todo ahora, la adquisición de conocimientos no está limitada a la escuela, y los profesores ya no somos los monopolizadores de la distribución de la sapiencia.

Conclusiones

Es recomendable antes de empezar una actividad docente, preguntarle a los alumnos sobre el tema a tratar, no sólo para motivarlos, sino para alcanzar una idea de cuánto lo conocen. Debemos estar preparados para una inversión de lo planificado. Quizás con nuestros alumnos aprendamos de la temática que pensábamos enseñar. Por ello debemos subrayar un hecho significativo: ante nosotros, los profesores, está la exigencia de ser un individuo modesto, abierto y tolerante, capaz de desactivar el intento de reducir y limitar el conocimiento, de simplificarlo con la pretensión de poseer siempre una respuesta para cada pregunta, cuando en verdad lo que nos puede ayudar es el transitar mediante interrogantes. Frente a nosotros está el reto de guiar la construcción de una cultura planetaria con conocimientos transdisciplinarios, la cual represente el avance de la humanidad hacia la utopía de edificar y sostener un mundo donde cada vez mejor.

Notas aclaratorias


1. Para profundizar en este tema puede ver: Freddy Varona Domínguez. La transdisciplinariedad: un universo a tener en cuenta en la educación superior. Revista Cubana de Educación Superior, No. 1, vol. 25, 2006, p. 20-31.
2. Edgar Morin. Ciencia con conciencia. Barcelona: Antrophos, 1984, p.25
3. La concatenación de la vida que vemos continuamente y que se recoge en el concepto de globalización, está presente en el concepto de transdisciplinariedad. Ver René Pedrosa Flores. Interdisciplinariedad y transdisciplinariedad en los modelos de enseñanza de la cuestión ambiental. Ver http/ / www. moebio.uchile.cl/15
4. Ver Ovidio D’Angelo. Cuba y los retos de la complejidad. Subjetividad social y desarrollo. Temas, No. 28, 2002, p. 99.
5. Ver María Egilda Castellano. Proposiciones para la transformación de la educación superior en Venezuela. Revista Cubana de Educación Superior, No. 3, 2002.
6. El vínculo sociedad-educación facilita comprender, de un modo más amplio, la importancia de la universidad en el mundo contemporáneo, lo cual exige tener en cuenta, además, otros aspectos, como la futura profesión, la cultura, las exigencias de la investigación. Ver Marta C. Gutiérrez G. Políticas públicas. Desafío para la educación superior. Revista Cubana de Educación Superior. No. 3, 2002 9
7. Estas ansias educativas pueden encontrarse en diferentes medidas y estructuras en más de un pensador revolucionario. Uno de ellos es Paolo Freyre, con su educación humanista liberadora Ver Paolo Freyre. Pedagogía del oprimido. México: Editorial Siglo XXI.
8. Entre la creatividad y la independencia hay estrecha relación. En esta afirmación coincidimos con el autor Fernando Sancena Contrera. Ver Fernando Sancena Contreras. La creatividad, paradigma filosófico necesario para una nueva educación. Reencuentro, (México D.F), No. 28, 2000, p. 7-16.
9. Gonzalo Vidal Castaño y Teresa Sanz Cabrera. La asignatura: ¿Conjunto o sistema? Revista Cubana de Educación Superior, No. 2, 2001, p. 6

Fuentes

-Castellano, María Egilda. Proposiciones para la transformación de la educación superior en Venezuela. Revista Cubana de Educación Superior, No. 3, 2002 -D’Angelo, Ovidio. Cuba y los retos de la complejidad. Subjetividad social y desarrollo. Temas, No. 28, 2002. -Freyre, Paolo. Pedagogía del oprimido. México: Editorial Siglo XXI. -Gutiérrez G., Marta C. Políticas públicas. Desafío para la educación superior. Revista Cubana de Educación Superior. No. 3, 2002. -Morin, Edgar. Ciencia con conciencia. Barcelona: Antrophos, 1984. -Pedroza Flores, René. Interdisciplinariedad y transdisciplinariedad en los modelos de enseñanza de la cuestión ambiental. Ver http/ / www. moebio.uchile.cl/15. -Sancena Contreras, Fernando. La creatividad, paradigma filosófico necesario para una nueva educación. Reencuentro, (México D.F), No. 28, 2000. -Varona Domínguez, Freddy. La transdisciplinariedad: un universo a tener en cuenta en la educación superior. Revista Cubana de Educación Superior. No. 1, volumen 25, 2006, p. 20-31 -Vidal Castaño, Gonzalo y Teresa Sanz Cabrera. La asignatura: ¿Conjunto o sistema? Revista Cubana de Educación Superior, No. 2, 2001.