Masacre de Juanelo
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Masacre de Juanelo. El 12 de septiembre de 1958 fueron masacrados en la casa de un combatiente clandestino, después de golpearlos brutalmente, fueron acribillados a balazos Alberto Álvarez de 21 años de edad; Leonardo Valdés Suárez de 23; Onelio Dampiel Rodríguez de 22 años y Reynaldo Cruz Romeu, 20 años. Lidia y Clodomira en misión en La Habana, estaban hospedadas en la casa y se abalanzaron sobre los asesinos, siendo arrastradas fuera del edificio y posteriormente llevadas a la 11na Estación de Policía.
Sumario
La Sierra Chiquita
"A Regla la llamaban en el 58 la Sierra Chiquita", algunas acciones importantes realizadas en ese pueblo fueron: sabotajes a garajes, fábricas, tiendas, casas, autos y camiones de personeros o colaboradores de la tiranía; letreros y banderas del 26 que aparecían en cada esquina, asalto a locales de donde se sustrajeron fusiles y escopetas de caza; el secuestro de la Virgen de Regla, en vísperas de la procesión; los ajusticiamientos del traidor Tuto y el delator Manolo Sosa, El Relojero.
Ajusticiamiento
El día 11 de septiembre fue ejecutado un confidente de los cuerpos policíacos en Regla, él era el confidente más importante de Ventura en la zona, este hecho desató una gran represión en toda la Capital contra los revolucionarios. Uno de los detenidos no pudo aguantar el interrogatorio al que fue sometido y delató el paradero de los jovenes que ejecutaron el atentado. Éste llevó a las huestes de los esbirros Ventura y Carratalá, a la casa de Juanelo , después de escuchar la voz conocida, les dijeron que estaban rodeados; el hasta entonces compañero había devenido delator.
"La acción contra El Relojero fue hecha por Alberto Álvarez, Reinaldo Cruz Romeu y Gustavo Mas, el factor sorpresa y la casa de Juanelo no tenía nada más que una sola salida, por ello ninguno pudo escapar con vida.
Lydia y Clodomira
Antes de que se dieran cuenta, los cuatro muchachos fueron acribillados. En el suelo del apartamento aún podían verse los impactos de cuando los remataron. Lydia Doce y Clodomira Acosta salvaron momentáneamente la vida. Tras incontables torturas, que dejaron a Lydia casi moribunda, Ventura se las entregó al criminal Julio Laurent, de la Marina. Este zarpó con ellas en la madrugada del 15 de septiembre. En sacos con piedras las hundían en el mar y luego las sacaban. Hasta que a una orden no las sacaron más...
Huellas que no se borran
"Frente al edificio, unas mujeres baldearon la acera y un agua rojiza se esparcía, en un intento por diluir los charcos de sangre coagulada", pero ni el agua , ni el tiempo han podido borrar este horrible crimen.
Fuentes
- Testimonio de Gustavo Mas, reglano y capitán de milicias del 26 en la clandestinidad.
- GranmaTomado el 3 de mayo de 2019
