Monasterio de San Juan de la Peña

Monasterio de San Juan de la Peña
Información   sobre la plantilla
MonasterioSJ.jpg
TipoMonasterio
UbicaciónHuesca, Aragón Bandera de España
Uso
CultoIglesia católica
OrdenExclaustrado
Arquitectura
ConstrucciónSiglos XIXII
Estilo arquitectónicoRománico

Monasterio de San Juan de la Peña, uno de los rincones más turísticos y visitados de la comunidad.

Ubicación

Enclavado en la ladera norte de la sierra del mismo nombre y constituyendo un balcón privilegiado orientado hacia las escarpadas cumbres pirenaicas, el Real Monasterio de San Juan de la Peña se ubica a unos 20 kilómetros al suroeste de Jaca, desde donde es posible acceder a través de Santa Cruz de la Serós, población de la que parte un ramal asfaltado tan curvilíneo como pintoresco que conduce a los monasterios.

Historia

Más allá de relatos legendarios que atribuyen los orígenes de San Juan de la Peña a un episodio milagroso acaecido en el siglo VIII en el que el joven Voto, tras caer por un acantilado persiguiendo un ciervo, fue a dar con una cueva en la que yacía el cuerpo sin vida del eremita Juan de Atarés; lo cierto es que el paraje en que se sitúa el monasterio parece más que propicio para que, durante los primeros siglos de Reconquista, constituyese un escenario idóneo para el retiro de eremitas y anacoretas, germen del primer monacato medieval.

Pese a referencias algo nebulosas que hablan de cierta actividad en torno a San Juan de la Peña durante la novena centuria, lo cierto es que hay que esperar a principios del siglo X (año 920) para encontrar las primeras noticias documentales que hablan de una primigenia consagración del cenobio pinatense, convirtiéndose desde entonces en uno de los centros monásticos de referencia para los reyes navarros y aragoneses.

Abandonado probablemente durante los últimos años del siglo X, es durante la tercera década del XI cuando, bajo el reinado de Sancho el Mayor de Navarra, el monasterio es de nuevo revitalizado con la introducción de la regla benedictina, siendo también ampliado en sus equipamientos. Sin embargo, uno de los momentos claves en el devenir histórico del cenobio pinatense es 1071, fecha en que el monarca Sancho Ramírez, amén de ampliar el monasterio con la erección de un segundo nivel, introduce por primera vez en la Península Ibérica el rito romano en perjuicio de la liturgia hispano visigoda hasta entonces imperante.

De este modo, el Monasterio de San Juan de la Peña se convirtió desde los años finales del siglo XI y durante todo el XII en una de las plazas de referencia para la monarquía aragonesa, desempeñando incluso la función de panteón real.

El Real Monasterio de San Juan de la Peña o "Monasterio Viejo"

El primer monasterio de San Juan de la Peña, conocido popularmente como "el viejo" o "el de abajo", se acomoda al abrigo de un imponente peñón rocoso que condiciona decisivamente su morfología.

El conjunto monacal queda dividido en dos niveles en altura: uno inferior en el que se encuentra la primitiva iglesia mozárabe junto a la mal llamada Sala de los Concilios; y uno superior en el que, sobre el propio templo bajo, se acomoda una segunda iglesia, el panteón real, el celebérrimo claustro, así como una serie de dependencias monacales anejas.

Iglesia inferior

Dedicada a los santos Julián y Basilisa, la iglesia inferior del Monasterio de San Juan de la Peña es el más antiguo testimonio conservado del cenobio pinatense, remontándose su consagración a nada menos que el año 920.

Por encontrarse semiexcavada en la roca y debiendo acomodarse forzosamente a ella, presenta la particularidad de no respetar la tradicional orientación canónica de los templos cristianos peninsulares.

Consta de dos cortísimas naves separadas por dos arcadas de medio punto doveladas que descansan sobre un potente pilar central. Ambas naves, a través de otros dos arcos de medio punto, desembocan en sendos ábsides cuadrangulares de nicho central literalmente excavados en la roca viva, quedando comunicados entre sí a través de un pequeño ventanal de falsa herradura.

Sala de los Concilios

Contigua a la iglesia inferior y comunicada por el vano peraltado anteriormente descrito, se encuentra la conocida como Sala de los Concilios, una denominación basada en la errónea teoría de fue escenario de un concilio a mediados del siglo XI.

Su construcción, contemporánea a la ampliación románica de la iglesia inferior, estaría destinada a albergar los dormitorios de los monjes, conservándose incluso horadados en la pared varios enterramientos.

La estancia, accesible también desde el exterior a través de unas escaleras, presenta una planta trapezoidal, quedando dividido el espacio interior en ocho tramos (cuatro a dos) separados por arcos rebajados y cubiertos por bóvedas independientes de cañón que van a apear sobre tres recios pilarones centrales de planta cruciforme.

Iglesia superior

Situada justo sobre la primitiva iglesia mozárabe, la iglesia superior fue edificada en dos etapas: una primera encuadrable cronológicamente en el reinado de Sancho el Mayor, de la que tan sólo se conserva un lienzo hacia el costado de la epístola; y una segunda que correspondería a la actual fábrica que, promovida por el rey Sancho Ramírez, fue definitivamente consagrada a finales del siglo XI, concretamente, en el año 1094.

El espacio de la iglesia superior queda definido mediante una amplia y diáfana nave de tres tramos separados por fajones de medio punto que, al alcanzar la altura de la roca, acusa un marcado ensanchamiento en el último tramo previo a la cabecera, la cual se encuentra literalmente excavada en la roca a considerable profundidad respecto a la iglesia inferior.

Consta dicha cabecera de tres ábsides de planta semicircular cubiertos con bóvedas de cuarto de esfera precedidas de brevísimos tramos rectos con bóveda de cañón, siendo ligeramente de mayor tamaño el altar central, dedicado a San Juan, respecto a los dos laterales, bajo la advocación respectivamente de San Miguel y San Clemente.

La triple cabecera, recorrida horizontalmente por una línea de imposta ajedrezada, queda articulada al interior en su registro bajo mediante arquillos ciegos de medio punto sobre columnas y capiteles de gran sencillez. Llama igualmente la atención que las dos absidiolas laterales quedan comunicadas con la central a través de angostos arquillos de medio punto sobre capiteles bastante desfigurados.

Panteón de Nobles

Tumbas empotradas literalmente en el muro

La iglesia superior del cenobio pinatense queda flanqueada a un lado por el inigualable claustro en el que a continuación nos detendremos, mientras que al costado opuesto se disponen tanto las antiguas dependencias monacales habilitadas hoy como museo, como la zona de enterramientos, hoy distorsionada por la adición en tiempos de Carlos III de un moderno Panteón Real.

A la misma entrada del monasterio encontramos una pequeña antesala abovedada desde la que parten dos escaleras: una descendente que nos conduciría a la iglesia baja a través de la llamada Sala del Concilio; y una en ascenso que desemboca directamente en el llamado Panteón de Nobles. Esta escalera, perfectamente documentada gracias a una lápida alusiva a su construcción, dataría del año 1301, siendo mandada habilitar por el Abad Pedro de Setzera.

El Panteón de Nobles propiamente dicho no es más que un pequeño espacio al descubierto habilitado entre la iglesia, las celdas monacales convertidas hoy en museo, y el moderno panteón neoclásico, el cual, fue acomodado sobre el muro en el que se disponen los enterramientos.

Las tumbas, empotradas literalmente en el muro, se suceden bajo una cenefa ajedrezada divididas en dos registros: doce en el superior y diez en el inferior. Los veintidós enterramientos que suman en total presentan la misma disposición, quedando individualizadas mediante arcos de medio punto de roscas ajedrezadas o perladas que inscriben, a modo de pequeños tímpanos, distintos motivos decorativos.

Claustro

Claustro

Al costado opuesto del Panteón de Nobles, frente al muro de la epístola de la iglesia superior, fue habilitado el claustro: sin duda, es el más relevante de cuantos restos se han conservado del primitivo Monasterio de San Juan de la Peña tanto por su propio valor artístico, como por su genuina apariencia que lo convierten, por méritos propios, en una pieza única.

Desde la iglesia se accede al espacio claustral a través del arco de herradura anteriormente aludido y que, para la mayoría de especialistas, se trataría del acceso primitivo de la iglesia baja que, en algún momento, sería trasladado al templo superior. Llama la atención este arco por la inscripción en caracteres mozárabes que recorre toda su rosca y en la que se puede leer:

"Por esta puerta se abre el camino de los cielos a los fieles + que unan la fe con el cumplimiento de los mandamientos de Dios"

El Museo

Diferentes capiteles aislados aparecidos en diversas restauraciones o campañas de excavaciones han sido depositados en el modesto museo de San Juan de la Peña, habilitado tanto en la zona de las celdas de los monjes junto a la iglesia superior, como en lo que sería la zona de cocinas del cenobio, donde también puede admirarse el horno original del monasterio viejo.

El Monasterio Nuevo

Situado unos cientos de metros más arriba del viejo monasterio de San Juan de la Peña, concretamente en la llamada Pradera de San Indalecio; el conocido como Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña fue erigido entre la última década del siglo XVII y la primera del XVIII como consecuencia de un incendio, perfectamente documenatdo, que asoló y dejó inhabitable el viejo cenobio pinatense.

Consagrado en el año 1705, el Monasterio nuevo construido en ladrillo responde a los cánones propios del barroco, siendo de destacar la fachada principal de la iglesia, la cual queda enmarcada entre dos torres campanario angulares y abierta a través de tres portadas ornamentales coronadas respectivamente por las efigies pétreas de San Benito, San Indalecio.


Fuentes