Museología holguinera

Museología holguinera
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Museo Hist.jpg
Información geográfica
PaísBandera de Cuba Cuba
CiudadHolguín
Información general
ConstrucciónInicios del siglo XX
ColeccionesHistoria y Arte Cubano
Arte Universal
Otros datos de interésEl fomento de la Museología en Holguín, tiene un vínculo directo con la creación de diversos tipos de museos.

Museología holguinera. Creación de distintos tipos de museos, con su historia, influjo en la sociedad y las técnicas de conservación y catalogación. Posee una historia de larga duración, institución moderna en el sentido de que nace de una conciencia histórica y de un espíritu democrático.

Fomento de la museología en Holguín

El fomento de la Museología en Holguín, después del triunfo de la revolución, tiene un vínculo directo con la creación de diversos tipos de museos; de hecho, esas entidades constituyen la base institucional en la que debe asentarse la aplicación de la ciencia. Pero no es una condición “sine qua non” la existencia de aquellos para el fortalecimiento de esta; antes bien, debe haber un trabajo práctico que implemente los conceptos museológicos, además de la necesidad de técnicos y especialistas que, no solo ejecuten tareas, si no que tengan una conciencia de esa aplicación, de modo que genere nuevas concepciones teóricas, o sea, un pensamiento museológico [1] que contribuya a enriquecer a la Museología.

“Existe una relación entre el desarrollo de la Museología como ciencia y la necesidad de profesionalización de la actividad museística.”[2]

Para que se produzcan avances científicos en esta, como en otras ramas de la ciencia, tiene que haber un cuerpo de especialistas que trabajen a tiempo completo en esta actividad y amen la labor que desempeñan.

Museo La Periquera

La formación de la disciplina museológica descansa en el coleccionismo. La primera referencia de esa labor en territorio holguinero se remonta al siglo XIX, cuando los españoles, triunfadores del ataque mambí a la ciudad y posterior sitio del edificio de La Periquera ---octubre-diciembre de 1868--- acordaron en reunión del Cabildo, efectuada en febrero de 1869, recolectar piezas vinculadas a aquel suceso, con el “(…) fin de perpetuar de una manera digna la inmarcesible gloria ganada por la Ciudad de Holguín en la heroica defensa hecha contra los revolucionarios.”[3].

No queda constancia documental del resultado final de aquel acuerdo; pero una conclusión podemos sacar: aquellas personas conocían la función propagandística que podía alcanzarse con una exposición de esas piezas y la repercusión ideológica que tendría en quienes la visitaran. Ello se deduce del fragmento citado y de la lectura del acta.

El coleccionismo en Holguín

El coleccionismo del siglo XX creó una tradición que perdura hasta hoy. El primero en iniciar esa labor en nuestra región fue Eduardo García Feria, quien comenzó sus colectas por los objetos arqueológicos a instancias de su amigo, el maestro Francisco García Grave de Peralta, residente en Puerto Padre.[4] Luego las continuó con objetos históricos y especímenes de la naturaleza. Su hijo, José A. García Castañeda, siguió sus pasos y amplió sus horizontes de colecta hacia la Numismática, Vitolfilia y Filatelia, en la que logró alcanzar premios nacionales e internacionales. Ambos ---padre e hijo--- llegaron a poseer una de las colecciones de arqueología y de moluscos más importantes del país.

Ellos no fueron los únicos. El interés coleccionista extendió su contagio hacia lugares como Gibara, Banes, Antilla, Báguanos, San Germán, Mayarí y otros poblados de la actual provincia, y esas personas lograron reunir piezas de las materias antes mencionadas. Se podría realizar una larga lista de nombres; pero de entre ellos, algunos muy destacados, sobresalen dos: Joaquín Fernández de la Vara, con una valiosa colección de historia natural, en Gibara, y Orencio Miguel Alonso, poseedor de una formidable colección arqueológica, en Banes; ambos lograron ver cumplidos sus sueños, tras producirse el triunfo de la revolución, pues con sus colecciones se fundaron museos en sus municipios.

Un elemento que caracterizó a la mayoría de los coleccionistas de esta zona fue su interés por mostrar el fruto de sus esfuerzos a los residentes de las localidades donde ellos vivían, cosa que hicieron en vidrieras de tiendas o vitrinas que mandaron a construir al efecto; además, ejecutaron acciones de documentación y de conservación de sus piezas. En esas tareas, muchas de ellas espontáneas o sugeridas por algún especialista en las materias específicas, estaba el germen de la disciplina museológica.

El caso del dúo García Feria-García Castañeda, merece volver sobre él para valorarlo más amplia y detenidamente, porque es en ese par donde se encuentran los antecedentes fundamentales de la Museología en Holguín.

Eduardo García Feria era maestro de profesión, documentó su colección arqueológica con tanta precisión, que le permitió a la investigadora Silvia T. Hernández afirmar:

“La colección García Feria fue ordenada científicamente, con sus números de catalogación, área de procedencia, descripción de las piezas atesoradas. Es decir que cumplía con todos los requisitos para denominarla como parte de un coleccionismo enciclopédico.”[5]

Como la colección de la que se exponen esos criterios estaba formada en 1922, ello permite asegurar que García Feria es el precursor de la Museología holguinera y suponer que es uno de los que la promovieron a nivel de país.

Pero no fue solo esa labor, el maestro buscó una vía que les permitiera a sus alumnos y otros interesados relacionarse con los objetos que él atesoraba, y fundó un museo en su propia casa. Todo parece indicar que esto sucedió en 1930, en ocasión de ocurrir la Primera Exposición Agrícola, Industrial y Arqueológica de Holguín, en la que García Feria exhibió un grupo de objetos bajo el título de Museo Siboney[6].

Esta suposición se sustenta en la carta que el científico Carlos Guillermo Aguayo le envió, donde le plantea su intención de “(…) contribuir con un grano de arena al incremento de su admirable museo.” [7] Este gesto también valdría para considerarlo un precursor junto a Emilio Bacardí y Oscar María de Rojas; pero a esa actuación tendríamos que añadirle que ofreció visitas dirigidas a estudiantes de las escuelas locales que allí acudían; una alumna del colegio Montesinos dejó constancia de la realizada el 27 de marzo de 1941:

“Después de toda la explicación del señor Eduardo García Feria explicándonos objeto por objeto y su significación, hizo uso de la palabra el profesor de Historia de nuestro colegio quien empezó dando las gracias al señor Feria por la bondad de mostrarnos su museo.”[8]

Esto quiere decir que convirtió a su museo en un centro eficaz en función de la enseñanza, a la que sirvió de complemento, pero utilizando las herramientas museológicas.

Más, sus aportes a esta ciencia desde Holguín no se detuvieron en las visitas guiadas. García Feria, con la colaboración de su hijo José Agustín, publicó los resultados de las investigaciones acometidas por su museo, de los hallazgos y de piezas arqueológicas contenidas en su colección. Esta labor la ejecutó desde los años 30 del siglo XX, ello significa que en fecha tan temprana desplegó una actividad que varios lustros más tarde se conoció como comunicación museal. [9]

No obstante a ello, es en las concepciones de José A. García Castañeda, donde se encuentran los fundamentos más profundos del pensamiento museológico holguinero posterior, pues creció rodeado de objetos arqueológicos que su padre clasificaba y catalogaba con interés científico. El proceso de formación y maduración de quien desde niño sus familiares y amigos comenzaron a llamar Pepito, tuvo ese incentivo que lo inclinará inicialmente hacia el coleccionismo del patrimonio natural, por lo cual en 1927 se plantea el propósito de fomentar un museo de historia natural. [10] Antes, en 1926, había participado en su primera excavación en un sitio aborigen, en el Cerro de Yaguajay, y a partir de 1927 se dedica al trabajo de campo para que su padre realice el de mesa.

García Castañeda en la actividad museológica en Holguín

De izquierda a derecha, el primero Dr. José A. García Casta y el sexto Orencio Miguel Alonso, importantes coleccionistas

La participación de García Castañeda en la actividad museológica, vinculado a su padre, tiene su punto de partida con la muestra de piezas aborígenes en el denominado Museo Siboney, en abril de 1930. Es de suponer que la experiencia adquirida durante años de trabajo con la colección y museo García Feria, le posibilitó estructurar sus concepciones museológicas, las que dejó plasmadas en el folleto “Cómo lograr la efectividad de la labor educativa encomendada a los museos.” [11]

Claro está que la sola práctica cotidiana en el seno de una institución museal no puede ser suficiente para conformar una teoría. A nuestro modo de ver hay varios factores que debieron estar presentes y se le añaden al anterior: las visitas que hizo a diferentes coleccionistas y museos cubanos; los contactos que él sostuvo con coleccionistas extranjeros, principalmente norteamericanos, algunos de los cuales laboraban en museos; además, en la segunda y tercera década de ese siglo se publicaron en Cuba tres textos que hablaban sobre las posibilidades de los objetos museables en la enseñanza de la historia; aunque ninguno propuso una metodología coherente en ese sentido, alguno de esos libros pudo llegar a las manos de José Agustín, sobre todo el que escribió su amigo, el coleccionista pinareño Pedro García Valdés. [12]

García Castañeda tenía una formación universitaria. Se graduó de Abogado y Notario en 1923, en la Universidad de La Habana; investigó la historia holguinera y cubana, cuyos resultados dejó plasmados en varios libros; en ellos algunos estudiosos locales ven la influencia del positivismo, en virtud de que su obra es básicamente descriptiva. No obstante, cuando se leen detenidamente sus escritos, se puede apreciar cierta inclinación sociológica, en el sentido de tratar de entender el ser holguinero. Ello podría explicarse porque el positivismo en sus orígenes “(…) se va a empeñar en comprobar y fijar leyes, aún en los conocimientos sobre el hombre, y funda una nueva ciencia, la sociología.”[13]

El museo moderno nace con esa vocación transformadora a través de la transmisión de información y conocimiento, producto de una conciencia educativa. El doctor García Castañeda se percata de esta proyección del museo y deja constancia de ello cuando afirma:

“Siendo su finalidad, un método efectivo y práctico de enseñanza popular, es necesario, (…) transformarlos de almacenes de antigüedades en centros de enseñanza popular, lo que se obtendría al unir ambos conceptos, exhibición de ejemplares, estudio de los mismos.”[14]

Es válido destacar el hincapié que hace en la “enseñanza popular”, porque es precisamente en el pueblo donde radica la tarea transformadora de este centro cultural. Y esta idea la concluye magistralmente al expresar: “(…) los museos constituyen uno de los más poderosos medios de que pueden valerse los gobiernos para la enseñanza popular.”[15] Esta función educativa tiene su complemento en el especialista. El profesor José Agustín logra entender que es en este trabajador donde radica la esencia de esa labor; es por ello que le dedica un fragmento de su escrito para caracterizar a esta persona:

“Los conservadores de Museos hoy en Cuba los nombramos museólogos/ deben ser no sólo capacitados sino entusiastas de la labor cultural a ellos encomendada; deben conocer perfectamente los objetos exhibidos y poder informar, en todo momento sobre los mismos, a más de la cultura general que se supone debe poseer, deber saber seleccionar la forma de exhibición de ejemplares y de que estos produzcan, tanto de la vista del ejemplar como del estudio de su etiqueta, una labor efectiva en los conocimientos del mismo.[16]

Solo es preciso subrayar la visión de perfil amplio que le otorga a este técnico, el que debía estar preparado en todas las tareas que se ejecutan en estas instituciones, incluyendo conocimientos de museografía. Estas son exigencias que deben cumplir en la actualidad nuestros museólogos.

García Castañeda escribió sobre otros temas relativos a la Museología y en sus observaciones pudo darse cuenta de la responsabilidad que tienen los gobiernos en la manutención de los museos, en virtud de ello critica que en la Cuba republicana estas instituciones no se atiendan como es debido. Pero va aún más lejos al señalar que los gobiernos de turno “(…) no procuran sostener los ya creados (…), /considerándolos/ como dependencias políticas, designando a sus conservadores y empleados de acuerdo con sus intereses políticos.”[17]

No obstante, quizás el planteamiento más revolucionario que hace este promotor cultural está en la siguiente idea:

“Es necesario que cada municipalidad tenga su museo, el que debe ser regional antes que general, y en los que se exhibirán no solo los ejemplares zoológicos de la región, como es costumbre, sino sus productos agrícolas e industriales, sus minerales y rocas, su desenvolvimiento histórico, recuerdos de sus benefactores, etc., de manera que ellos en si abarquen el más completo estudio de la región.[18]

A ningún conocedor de estos temas se le escapará la similitud de estos criterios con lo recogido en la Ley No. 23 que aprobó, en 1979, la creación de los museos municipales a lo largo de todo el país.[19] Lo que si le asombrará que lo propuesto por este profesor esté publicado en 1945, o sea, 34 años antes de aprobarse la Ley, la que solo pudo convertirse en realidad porque la revolución había triunfado en 1959.

Esto lo podemos catalogar como los antecedentes de la Museología holguinera. El triunfo de la revolución significó un cambio sustancial en todas las esferas de nuestra sociedad. En virtud de ello, una cosa queda clara cuando se estudia la formación de las instituciones museales en Holguín: el museo es un fenómeno de la revolución. Este tiene su sustento en la Campaña de Alfabetización y las posibilidades educacionales, culturales y científicas que ella abrió. Todas, en un proceso recíproco, sirven de sustento para el avance económico y este impulsa el desarrollo de aquellas.

Auge de la museología holguinera

La base institucional comenzó a fraguarse desde la década del 60; de ahí que el auge de la museología holguinera pueda dividirse en dos períodos: 1964- 1983 y 1983 a la actualidad.

Inauguración del Museo de Historia Natural Carlos de la Torre, en 1969

En el período inicial se fundaron en el territorio holguinero varios museos. El primero de ellos ocurrió en la ciudad de Holguín---22 de julio de 1964---, y estuvo protagonizado por un grupo que se autodenominaba Jóvenes arqueólogos, liderado por Milton Pino. En esa asociación coincidieron personas que los unía el interés coleccionista en torno a la Arqueología y las Ciencias Naturales; dos de ellos ---Milton y Nilecta Castellanos--- llegaron a ser destacados arqueólogos y un tercer miembro ---Pedro Pérez--- fue director del Museo de Historia Natural y un activo participante de la Sociedad Espeleológica de Cuba. Los tres fueron integrantes sobresalientes de ese equipo.[20]

El museo Guamá, que así se denominó, comenzó exhibiendo objetos arqueológicos y de historia natural, pero muy pronto se vio obligado a mostrar piezas históricas, merced a la urgencia que tenía la sociedad holguinera de ampliar su cultura, pues ya poseía una biblioteca pública, se había alfabetizado durante la campaña nacional y el cuartel de la tiranía se había convertido en escuela.

Orencio Miguel, coleccionista banense director fundador del Museo Indocubano Baní
Museo Indocubano Baní, fundado en 1965
Colección de collares del Museo Indocubano Baní

Del esfuerzo desplegado para abrir el museo arqueológico Baní ---28 de noviembre de 1965--- en Banes, se podría relatar una historia semejante; solo se diferencia en que en este caso es un hombre solo, que no es joven de edad, pues había nacido en 1911, por lo que en la fecha de la apertura tenía 54 años, aunque si es joven de espíritu. Orencio Miguel Alonso, relojero de profesión y coleccionista por vocación, es este hombre que pone su colección al servicio público y su propósito tomó cauce por el interés del gobierno revolucionario de crear museos arqueológicos, expresado a través de Celia Sánchez, quien encargó a Antonio Núñez Jiménez y José Manuel Guarch del Monte para dar cumplimiento a aquella tarea; todo esto estuvo apoyado por las autoridades de Banes.

El museo de Historia Natural de Gibara, abierto al público el 30 de diciembre de 1966, tuvo parecida gestación; su principal promotor, Joaquín Fernández de la Vara, había comenzado una colección de esta especialidad en 1932, tras su regreso de Estados Unidos a donde había ido a estudiar y prolongó su estancia alrededor de 15 años. Su objetivo de fundar un museo con aquella colección resultó infructuoso durante la república burguesa, pero logró alcanzarlo solo después del triunfo de la revolución. Entonces coincidieron los intereses culturales y científicos de Fernández de la Vara, la voluntad política de los gobernantes de aquella ciudad y las ansias culturales de los gibareños, cuyo resultado fue un montaje de especies de la fauna en sus medios naturales.

Casi dos años y medio más tarde ---31 de mayo de 1969---, abría sus puertas el museo de Historia Natural de Holguín, en el edificio ecléctico que había servido de sede a la Colonia española. Para lograrlo muchas voluntades se habían juntado: el grupo científico García Feria, formado por jóvenes aficionados a la arqueología y liderados por Hiram Pérez Concepción, el importante coleccionista José A. García Castañeda, así como personalidades políticas y del gobierno en el territorio: Gaspar Carballido, secretario del Partido y Alfonso Quintián, Presidente del Poder Local. Para el montaje de la exposición utilizaron vitrinas de las tiendas intervenidas durante la Ofensiva Revolucionara; con ello demostraron que era posible adaptar la muestra a las características de las vitrinas.

La idea de crear un museo de arte en el edificio donde residió la familia Beola fue de Rigoberto Torres Torres, que había sido coordinador de la cultura en Gibara en el año 1963. Nueve años tuvieron que esperar los gibareños para ver materializado este sueño el 25 de julio de 1972. Para su realización juntaron sus voluntades Antonio Lemus Nicolau, principal protagonista y Francisco Míguez Chávez, director de cultura en esa época; tuvieron el apoyo de las autoridades locales y de la antigua región e, incluso de la provincia de Oriente, al enviar al especialista Dr. Francisco Prat Puig.

La apertura de los museos Provincial ---1976---, del Deporte y Casa Natal ---1979---, se debió a la conjunción de esfuerzos de personas, voluntades políticas y condiciones socioeconómicas propicias. Con el montaje del museo provincial colaboró el entonces Centro Nacional de Patrimonio, que encargó al arquitecto José Linares para que realizara el proyecto museográfico de la exposición, sobre la base de un guión preparado espontáneamente, sin ninguna experiencia en esas lides por parte de los técnicos Rigoberto González, Andrés Ramírez y David Gómez Iglesias.

El Casa Natal recibió el respaldo, para el diseño museográfico de la Oficina que dirigía Arturo Duque de Estrada en Santiago de Cuba; el guión había sido elaborado por técnicos holguineros. En el caso del museo del Deporte, los guiones museológico y museográfico fueron concebidos por trabajadores del museo provincial.

El surgimiento de los museos municipales se puede considerar, para el caso holguinero, ubicado en lo que Lenin definió como la “divisoria” de épocas históricas[21] . La creación de estas instituciones, que duró poco más de un año ---finales de 1981 a principios de 1983---, cerró el ciclo de fundación de museos sobre bases empíricas e inició la etapa en que comenzaron a aplicarse las herramientas teóricas y prácticas que ofrecía la recién abierta Escuela Nacional de Museología.

En esta tarea se ejercitaron los conocimientos sobre guión museológico, aplicados en la preparación de este documento para los 13 museos municipales que abrieron sus puertas en ese lapso de tiempo; sin embargo, la información museográfica era mucho más elemental, de tal suerte, lo empírico y lo experimental, lo intuitivo y lo espontáneo primaron en el diseño de los soportes de la exposición y en el despliegue museográfico.

En el segundo período ---comienza precisamente con la creación de los museos municipales---, aunque se fundaron algunas instituciones museales, lo que se destaca son los estudios de corte teórico abordados por algunos especialistas, los que devinieron en propuestas metodológicas para las investigaciones de colecciones, modificaciones conceptuales en la elaboración de los guiones museológicos, una constante participación en eventos especializados para presentar sus resultados y una importante labor docente con el fin de elevar el nivel científico de los técnicos y especialistas. Merced a la labor de sus museólogos, la Museología holguinera es considerada como una de las que ha hecho aportes sustanciales a esta ciencia social en Cuba.

Referencias bibliográficas

Fuentes

  • Fuente David Julián Gómez Iglesias.
  • Díaz P., Horacio. El Museo: vía para el aprendizaje de la Historia. La Habana, Editorial Pueblo y educación, 2005.
  • García C., José A. “Como lograr la efectividad de la labor educativa encomendada a los museos”. Holguín: Impresos O. Sánchez, 1945.
  • Gregorová, Anna. Museological Working Papers (MuWoP) No. 1, 1980. ICOM-ICOFOM
  • Hernández Godoy, Silvia T. “La arqueología y el espíritu coleccionista en cuba. Su contribución al conocimiento del mundo indígena (1847-1922)”, en: Revista de la biblioteca Nacional José Martí. Año 97, No. 1-2, enero-junio 2006.
  • Lenin, V. I. “Bajo pabellón ajeno”. En: Obras Completas. Tomo 26. Moscú, Editorial Progreso, 1984.
  • Ley No. 23, 18 de mayo de 1979. Ley de Museos municipales. En: Consejo Nacional de Patrimonio Cultural. Protección del Patrimonio Cultural. Compilación de textos legislativos, 1998.
  • Linares, José. Museo, Museografía, Arquitectura.
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  • Vázquez, Josefina Z. Historia de la Historiografía.. México D. F., Ediciones Ateneo S. A. 1980, p.137
  • Archivo Provincial de Historia de Holguín (APHH). Fondo Tenencia de Gobierno y Ayuntamiento 1752-1878. Leg. 66, Exp. 1973. Acta del Cabildo. 17 de febrero de 1869. Ver: Gómez I, D. J y M. Martínez P. Ob. Cit.
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  • AMPH. Fondo García Castañeda. Doc. 357
  • AMPH. Fondo Correspondencia de García Castañeda. Carlos G. Aguayo. Carta a Dr. José a. García Castañeda. Diciembre 27 de 1927. Doc. 63.3.
  • Biblioteca Provincial Alex Urquiola (BPAU). Fondo Albanés. Fondos Raros y Valiosos. Artículos inéditos. Mecanografiados.