Producción vinícola de Argentina

Producción vinícola de Argentina
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Concepto:Mayor productor de vino de Latinoamérica y el quinto mayor productor en todo el mundo.

Producción vinícola de Argentina, es el mayor productor de vino de Latinoamérica y el quinto mayor productor en todo el mundo, así como el noveno exportador a nivel global. La calidad del mismo ha venido creciendo sin detenerse en los últimos años, ganando terreno en el mercado mundial.

Historia

La producción vitivinícola en Argentina se remonta al año 1556, cuando el presbítero Juan Cedrón (o quizá Cidrón) plantó en Santiago del Estero (provincia), las primeras cepas de uva moscatel y «uva país», procedentes de España y a su vez traídas desde la ciudad chilena de La Serena.

El propósito del clérigo era utilizar el producto en el ritual católico de la misa. Aproximadamente medio siglo después los franciscanos importaron de Canarias a la provincia de Salta uvas malvasía, el fin de estos misioneros era lograr un vino blanco y suave, asimismo apto para dicho ritual. Así, se obtuvieron variedades de mistela a través de uvas como la vitisrupestris y la vitis labrusca, o bien de las llamadas «uvas chinches,» las cuales dan lugar a vinos de sabor áspero y ácido. Asimismo, se debe a los jesuitas y franciscanos la importación temprana de excelentes cepas de vitisvinifera.

A fines del siglo XVI las órdenes religiosas introdujeron cepas por el Río de la Plata, llegando a ser hoy la zona interfluvial de Concordia un importante centro productor.

Colonia española

En tiempos de la colonia española, e incluso hasta los 1870s, la preparación criolla de vino era absolutamente artesanal. Se prensaban los sarmientos con las uvas en sencillos trapiches, o directamente eran pisadas en odres abiertos para, posteriormente, ser estacionadas en tinajas. El fermentado del mosto se realizaba en dos etapas y por esto en sendas tinajas consecutivas. Tal modo de estacionado aún se mantiene en algunas fincas. Fue poco frecuente el modo español de guardar los vinos en odres de cuero.

La Revolución de Mayo significó un impulso para la producción vinícola, ya que desde entonces la ciudad de Buenos Aires (e incluso la vecina Montevideo) dejaron de importar vinos españoles y comenzaron a producir los propios en sus alrededores o en las Sierras de Córdoba y el Cuyo.

Primeas muestras

Argentina, con alrededor de doscientos años de tradición en la producción y el consumo de vinos finos, inició sus conocimientos cuando los primeros especímenes de «vitisvinifera» fueron traídos a América por los colonizadores españoles a comienzos del siglo XVI.

Los sacerdotes católicos que llegaron a estas tierras establecieron viñedos cerca de sus monasterios, para poder asegurar el vino necesario para celebrar la santa misa. Los jesuitas distinguían a los vinos cuyanos (Mendoza y San Juan) por ser “muy generosos y fuertes, capaces de soportar grandes viajes sin corromperse”. . Favorecido por las óptimas condiciones climáticas y del suelo la «vitisvinifera» comenzó un desarrollo total y acelerado, especialmente en las regiones cercanas a Los Andes.

Nuevas técnicas

Luego de años de elaboración primitiva y rudimentaria, durante el siglo XIX los inmigrantes europeos trajeron nuevas técnicas de cultivación y otras variedades de cepas, que hallaron al pie de la cordillera de Los Andes y el Valle de Río Colorado el hábitat ideal para su crecimiento. Durante la última parte del siglo XIX, con la construcción de vías de ferrocarril a Buenos Aires, la provincia de Mendoza y sus tierras privilegiadas se convirtieron en el centro de expansión de la industria vitivinícola, que ya se había expandido a otras regiones de la zona de Los Andes, como San Juan, Catamarca, Salta y La Rioja.

Las familias que habían llegado de Europa, con una larga tradición en la elaboración de vinos, se establecieron definitivamente en esas provincias y plantaron varietales nuevos.

Primeras cepas de uva Malbec

Alrededor de 1860 arribaron las primeras cepas de uva Malbec a Mendoza. Durante mucho tiempo, habían sido las criollas –entre las que había variedades blancas y tintas- las únicas uvas cultivadas en el país. Esto, sumado a una tecnología muy precaria para la elaboración de los vinos, hizo que recién hacia el 1800 se produjeran cambios significativos en la calidad del producto.

Variedades francesas

La llegada a Mendoza por el año 1850 del agrónomo francés Michel Aimé Pouget fue trascendente, ya que él introdujo variedades francesas de mayor calidad enológica. Las primeras cepas llegaron desde Chile y luego Pouget sumó estacas provenientes directamente de Francia.

Para extender el saber relacionado con este cultivo y con la elaboración de vinos, ya se había creado en Mendoza la Quinta Norma Agronómica y su Bodega Modelo, la primera escuela especializada en las artes agrícolas, con énfasis en las prácticas enológicas. De esta Bodega Modelo, cuyo edificio de 1902 se mantiene en pie como patrimonio histórico cultural, egresaron los primeros enólogos del país.

Mendoza comenzó a destacarse como zona productora de vinos y esto se acentuó con la inauguración del ferrocarril en 1885. El trazado ferroviario unía –a través de más de 1100 kilómetros- el puerto de Buenos Aires con las provincias de Cuyo. Esto redujo los problemas de traslado y aumentó el intercambio de mercancías con el consecuente crecimiento de la producción. De este modo los vinos elaborados en Mendoza y San Juan pronto ganaron reconocimiento en los principales centros urbanos del país.

Primeros vinos finos argentinos

Malbec, Cabernet, Pinot, Semilon, Merlot y Chardonnay descubrieron condiciones ideales y prosperaron rápidamente, originando los primeros vinos finos argentinos. Este desarrollo incluía la elaboración, con el método champenoise, de espumantes de una sutileza y exquisitez extraordinaria. Una temperatura adecuada, largas horas de sol, lluvia escasa, baja humedad relativa, y la ausencia de vientos fuertes, crearon junto a sus suelos excepcionales un ambiente ecológico para la producción de uvas de máxima calidad.

El vino argentino es el que se produce principal y tradicionalmente en las provincias de Mendoza, San Juan, Salta, La Rioja, Córdoba, Catamarca y en las últimas décadas han comenzado a elaborarse en Neuquén, Río Negro, Entre Ríos, Chubut, Buenos Aires y Santa Fe.

Principales regiones vitícolas argentinas

El sabor de la altura

Las principales regiones vitícolas argentinas se encuentran a los pies de la cordillera de los Andes, el cordón montañoso más extenso del mundo que cobija algunos de los picos más elevados del planeta. Aquí los viñedos se desarrollan en valles áridos y soleados entre los 600 y 2000 metros de altitud con viñas que pueden trepar más allá de los 3000 metros sobre el nivel del mar. Justamente, la altura es el factor clave que moderar las temperaturas de estos desiertos de montaña, por cada 150 metros lineales de ascenso la temperatura disminuye 1ºC haciendo posible que la vid se cultive desde la Patagonia hasta Jujuy, límite con Bolivia.

Vinos del desierto

Tal y como mencionábamos, los viñedos argentinos están dispersos en diferentes desiertos de montaña de modo que la gran mayoría de ellos tiene como factor común un clima árido, seco y soleado. Esto asegura condiciones muy regulares en las diferentes cosechas aunque vale destacar que los últimos años han sido más frescos y húmedos que de costumbre.

El promedio de precipitaciones en las zonas vitícolas argentinas es del orden de los 200 milímetros anuales (una tercera parte del promedio europeo) por lo que está permitido el riego (por inundación y presurizado). El origen del agua de riego son los picos nevados de las montañas de manera que se trata de un recurso muy puro aunque escaso.

Los cielos diáfanos dan cuenta de una excelente insolación, de modo que la madurez de las uvas está asegurada mientras que los vinos presentan colores profundos, concentrados y brillantes. La amplitud térmica que se da en estos viñedos es muy pronunciada pudiendo llegar a los 20ºC de diferencia entre el día y la noche. Este factor colabora a la concentración de aromas y sabores en los frutos.

Mendoza, la tierra del buen vino

La principal región vitivinícola de Argentina es Cuyo en el centro oeste del país, al pie de los Andes. Conformada por las provincias de La Rioja, San Juan y Mendoza, esta zona produce el 90% del vino argentino. Pero vale destacar que solo Mendoza posee el 86% de las 220.900 hectáreas de viñedos del país. De modo que Mendoza es la región vitivinícola más extensa de Sudamérica.

Un nuevo mapa vitícola

A diferencia de los países vitivinícolas europeos, en Argentina no existen regulaciones que indiquen cómo elaborar un vino de acuerdo con su origen. Sin embargo, las leyes vitícolas protegen el origen de los frutos que deben estar indicados en las etiquetas.

En el país también está vigente la utilización de Indicaciones Geográficas las cuales, mayormente, responden a regiones políticas de la geografía argentina aunque gracias a la profundidad de los estudios realizados en los últimos años esta comenzó a cambiar.

Desde 2009 se han comenzado a impulsar iniciativas que proponen delimitar las regiones vitícolas acorde con los factores geológicos y climáticos comunes que permiten reconocer una identidad común en los frutos. De este modo, la vitivinicultura argentina ha comenzado la búsqueda del origen en sus vinos, un trabajo que sin dudas será el futuro del vino argentino. Un futuro que muchos bodegueros ya han comenzado a compartir aunque aseguran que lo mejor está por venir.

Legado vitícola

A diferencia de la mayoría de los países vitivinícolas del Nuevo Mundo, Argentina siempre tuvo un vínculo fuerte con el vino. Como consecuencia de las sucesivas oleadas de inmigrantes, su cultura adoptó el consumo del vino al punto que hoy es la Bebida Nacional Argentina. Su consumo, que supo marcar récords per cápita a mediados del siglo XX, hoy se estima en los 24 litros anuales por habitante. Es decir, que en Argentina se consume aproximadamente el 70% del vino elaborado siendo la exportación un hábito de los últimos 20 años.

Premio al mejor viñedo del mundo

Entregaron los World’s Best Vineyard Awards 2019, y el premio principal fue para Bodega Zuccardi emplazada en el Valle de Uco, en la provincia argentina de Mendoza, al pie de la Cordillera de los Andes. Zuccardi Valle de Uco, es una empresa familiar fundada en 1963, que en 2016, presentó una impresionante y nueva bodega.

De la selección de premios participaron más de 1500 bodegas de todo el mundo, y los ganadores fueron seleccionados tras la votación de 3500 expertos en vinos. Pero la de Zuccardi, no fue la única presencia de Latinoamérica en los galardones. Uruguay se quedó con el puesto dos con Bodega Garzón, mientras que Catena Zapata (de Argentina) se alzó con el quinto escalón, mientras que Montes y Clos Apalta Winery, ambas de Chile, empataron en el sexto lugar. [1]

Referencia

Fuente

  • Producción vinícola de Argentina. Disponible en: vvb.com.mx. Consultado el 27 de mayo de 2020.
  • Producción vinícola de Argentina. Disponible en: www.vilaviniteca.es. Consultado el 27 de mayo de 2020.