Simeón el Estilita

Simeón el estilita
Información sobre la plantilla
San Simeon el Estilita.jpg
Religión o MitologíaCatólica
País o región de origenBandera de Siria Siria

Simeón el estilita

Nacimiento, niñez y juventud

Simón el Mayor nació alrededor del 388 en Sisan, cerca de la frontera norte de Siria. De niño fue pastor de ovejas hasta que un día en la iglesia se entusiasmó al oír el sermón de la montaña de las bienaventuranzas: "dichosos serán los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos, dichosos los puros de corazón porque ellos verán a Dios". Decidido a llevar una vida acorde con ellas decidió ingresar en un monasterio.

Comienzo de su conversión

Así a los 15 años pudo cumplir su deseo y entró en uno. Estando allí en una ocasión, durante la Cuaresma decidió imitar a Jesús y pasar sus 40 días ayunando. Tras consultar a un monje más anciano se convenció que lo podría resistir, pues según este un hombre podía aguantar hasta 55 días sin comer. Cuenta la tradición que durante esta cuaresma rezó 14 días de pie, después 14 sentado y los últimos días acostado debido a la debilidad. El domingo de Resurrección fue encontrado desmayado en el suelo por el abad del monasterio, que encontró los panes y el agua que le habían llevado desde el monasterio a su lado sin tocar. Hay que decir que el Sabbath no se cuenta dentro de la Cuaresma por lo tanto aquellos que ayunan si que pueden comer.

Vida de retiro

Tras conseguir reanimarlo el abad del monasterio descubrió que llevaba una forma primitiva de cilicio incrustada en su cintura, se dice que fue el propio Simeón su inventor. El abad no lo consideró adecuado, pues creía que una penitencia tan extrema podía llevar al resto de los hermanos a exagerar sus mortificaciones así que le invitó a abandonar el monasterio.

Después de la Cuaresma se fue a una pequeña cueva en el desierto en la que pretendía permanecer prisionero el resto de su vida, en un primer momento se mandó encadenar para evitar la tentación de volverse a la ciudad, aunque más tarde como medida de humildad mandaría retirar la cadena. En estos momentos era ya un personaje conocido y el flujo de peregrinos a su cueva para pedir su bendición y consejo era constante.

Viviendo encima de una columna

Fue en este momento cuando se subió a su columna, incapaz de escapar del mundo horizontalmente lo intentó verticalmente. La primera columna en la que vivió era de sólo 3 metros, la segunda sería de 7, pero como aún la gente trataba de subirse a ella, hizo levantar la que sería la definitiva de 17 metros. En lo alto de columna había una pequeña plataforma y algo parecido a una balaustrada para no caerse, pero no había nada más que le protegiera del sol, el agua, a las tormentas o el viento.

Ayunos impresionantes

Se cuenta que sólo comía una vez por semana. La mayor parte del día y la noche la pasaba rezando y un sacerdote le llevaba la Comunión a diario. Su peculiar modo de vivir encima de una columna sin duda impresionó sus contemporáneos y su fama se extendió por toda Europa. Las gentes acudían desde lugares lejanos en masa buscando su consejo y él les predicaba dos veces por día a la vez que resolvía pleitos entre los que estaban peleados. Cuenta la tradición que Simeón no permitía a ninguna mujer acercarse al pilar, ni siquiera su propia madre.

Camino a la santidad

En lo alto de la columna tuvo que pasar muchas pruebas, desde gente que acudía a insultarlo para probar su paciencia, hasta críticos que consideraban que su peculiar modo de vida era un simple capricho y no un intento de búsqueda de la santidad. Una delegación de estos críticos acudió a su columna y le exigieron que descendiera, Simeón sabiendo que sin obediencia no hay santidad se dispuso a seguir sus órdenes pero no fue necesario que bajara pues al ver su docilidad los Obispos le rogaron que permaneciera arriba.

Su fama se extendía y se dice que el Emperador Theodosio y su mujer Eudocia acudieron a oír sus consejos, también se comenta que mantenía correspondencia con San Genoveva de París o con el Emperador Bizantino Leo al que aconsejaba sobre concilios y reformas. Simeón no perdía el contacto con el mundo, es más cuanto más alta era su columna más gente acudía a verlo, ya no sólo peregrinos sino también gentes atraídas por la curiosidad. A algunos de estos visitantes se les permitía subir a su columna por medio de una escalera cada tarde para pedir consejo. Contrario a lo que se pueda creer, debido a la austeridad que el santo se exigía a si mismo, sus prédicas transmitían moderación y compasión, y estaban fuertemente marcadas por el sentido común y la huida del fanatismo.

Muerte

Murió algún día del año 459, mientras rezaba arrodillado, su muerte causó un disputa entre Antioquía y Constantinopla por su reliquias, acabando estas al final en Antioquía, donde se construyó un gran edificio en su honor (su superficie total era similar a la Santa Sofía en Constantinopla), compuesto por cuatro basílicas dispuestas en torno a un patio donde se encontraba la base de la columna de San Simeón. Las ruinas de este edificio con conocidas en árabe como Qal at Siman (la Mansión de Simeón) y aún se pueden visitar.

Para su muerte Simeón ya contaba con cientos de seguidores, durante los siglos V, VI y VII la práctica de los estilitas fue bastante popular, especialmente en el Oriente Bizantino aunque teniendo poco éxito en Occidente. La práctica volvería a ganar popularidad durante los siglos X y XI. Para una ciudad o pueblo, contar con un estilita era una cuestión de orgullo, a veces una ciudad tenía varios al mismo tiempo, o una columna que era ocupada por un anacoreta tras otro. Una veces en lo alto de la columna tenían como una pequeña caseta y otras la plataforma era más parecida a un nido sin tejado. Muchos tenían discípulos que vivían cerca o alguna persona que se hacía cargo de sus necesidades y controlaba el flujo de peregrinos, la vida de muchos de estos estilitas si bien dura no sería tan austera como la de Simeón. Entre los estilitas no sólo había hombres sino mujeres.

El último caso del que se tiene constancia sería en 1461 en Rusia, aunque hoy en día hay gente se sigue subiendo a plataformas por motivos más mundanos, existiendo una prueba de resistencia llamada Pole-sitting el récord de la cuál lo tiene Daniel Baraniuk de Polonia, que se sentó en una plataforma algo más pequeña que una televisión (16 por 25 pulgadas) durante 196 días en el 2002 (con pausas cada dos horas), a 2.5 metros de altura.


Fuente