Sitio Histórico "Potreros de Jimaguayú"

Sitio Histórico Potreros de Jumaguayú
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Obelisco, Jimaguayú.png


Sitio Histórico Potreros de Jimaguayú

Ubicación

Al sudoeste de la ciudad de Camagüey, a unos 30 Km. de la misma, se encuentra situado el parque histórico Potreros de Jimaguayú. Se accede al sitio por la Carretera a Vertientes y de esta por los caminos agropecuarios de la zona fundamentalmente por el terraplén que conduce al caserío de Raúl Peña y de allí a los “Potreros de Jimaguayú”, a unos 7 Km. del entronque con la carretera.

Los “Potreros de Jimaguayú” se encuentran en una zona completamente llana, de suelos arcillosos, poco profundos, carbonatados de buena capacidad agroproductiva aptos para la mayoría de los cultivos.

Hecho Principal

Partiendo de la conservación como elemento protagonista del obelisco existente tanto desde el punto de vista simbólico como constructivo y del tratamiento paisajístico de sabana. Dentro de la concepción de parque histórico la obra escultórica, trata como hecho principal la caída en combate del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, así como de sucesos relevantes de su vida insurreccional.

Actividades que se realizan

En él están concebidas áreas que permiten la realización de homenajes, celebración de sesiones solemnes de la Asamblea Provincial del Poder Popular, la colocación de ofrendas florales, ceremonias, actividades políticas culturales, entre otras.

Historia

Antes de l868 este lugar era una de las numerosas fincas ganaderas existentes en el territorio camagüeyano que durante la Guerra de los Diez Años fue utilizado indistintamente como campamento por cubanos y españoles. Al caer allí combatiendo el Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, el 11 de Mayo de 1873, entró significativamente en las páginas de la Historia de Cuba.

De este histórico potrero, escribió el general Bernabé Boza:…”es un lugar sagrado para todos los cubanos, allí cayó para siempre el invicto Ignacio Agramonte, aquel prócer ejemplar a quien siempre debemos recordar, como también a aquellos ilustres que en 1895 trabajaron allí con reconocido celo para redactar la Constitución que nos rigió. Algún día se alzarán sendos monumentos como homenaje al uno y los otros por sus servicios a Cuba”.

Ambos monumentos de erigieron en 1928 y 1976 respectivamente, y el sitio fue declarado posteriormente Monumentos Nacional.

Veintidós años después, el 13 de septiembre de 1895, el sitio sirvió de sede para celebrar la magna reunión de los representantes de los distintos cuerpos que integraban el Ejército Libertador, quienes redactaron y aprobaron la Constitución denominada de Jimaguayú.

En el potrero de Jimaguayú, se celebró en un rancho de guano, entre los días 16 y 18 de septiembre de 1895, la Asamblea Constituyente donde estuvo presente la concepción martiana de una República con un gobierno sencillo y la separación entre el mando civil y militar.

Según Enrique Loynaz del Castillo este sitio histórico es “el campamento dos veces memorable de Jimaguayú: por la caída […] del más grande de sus guerreros, de sus legisladores y de sus héroes, el mayor general Ignacio Agramonte y Loynaz: y por haberse escogido ese mismo sagrado sitial para ratificar ante el mundo la declaración solemne dela Independencia de Cuba, y su Institución como Estado Libre y Soberano con el título glorioso –diez años sostenido- de República de Cuba y para acordar y jurar la Constitución Revolucionaria.”

El obelisco dedicado al teniente Jacobo Díaz de Villegas, joven cienfueguero incorporado a la lucha en su región natal en 1869, a las órdenes de su tío el general Juan Díaz de Villegas a quien acompañó en 1871 cuando las fuerzas villareñas pasaron al Camagüey.

El general Agramonte lo había incorporado a su Escolta, y en ésa se distinguió notablemente por la impetuosidad de su valor habiendo sido el oficial que más se había hecho notar 5 ó 6 días antes en el combate contra las fuerzas españolas mandadas por el teniente coronel Leonardo Abril. El general Agramonte tenía en gran aprecio y estimación a Villegas, apuesto joven de unos veintiséis años de edad, según el relato de Serafín Sánchez.

Fuentes