Juan D'Arienzo

Juan D'Arienzo
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NombreJuan D'Arienzo
Nacimiento14 de diciembre de 1900
Buenos Aires, Argentina
Fallecimiento14de enero de 1976
Buenos Aires, Argentina
NacionalidadArgentina
Otros nombres“El rey del compás”.
OcupaciónViolinista, director y compositor

Juan D'Arienzo Violinista, director y compositor argentino.

Síntesis biográfica

Juan D'Arienzo nace en Buenos Aires, Argentina, el 14 de diciembre de 1900 es un músico y director de orquesta argentino de tango, conocido como “El rey del compás”.


Trayectoria

Juan D'Arienzo en 1936, irrumpe victorioso en el disputado territorio de la popularidad. Acaba de cumplir 35 años, uno menos que Julio De Caro estilísticamente ubicado en el otro extremo del espectro musical del tango, es estrella desde 1924 . D'Arienzo comienza a serlo cuando Pablo Osvaldo Valle lo lleva a la flamante radio El Mundo. Lo cual no quiere decir, de ninguna manera, que Juan D'Arienzo es un tanguista tardío. Como casi todos los musicantes de aquellos tiempos se inicia en el tango de chiquilín. Con Ángel D'Agostino al piano, el bandoneonista Ernesto Bianchi por apodo, Lechuguita y Ennio Bolognini (hermano de Remo Bolognini y de Astor Bolognini, toca, de muy chico, en teatritos de tres a cuatro. Su primera actuación memorable, que el mismo no memora bien, data de 1919.

El 25 de junio de 1919, la compañía Arata-Simari-Franco estrena, en el teatro Nacional, la pieza cómica de Alberto Novión, El cabaret Montmartre.

Juan D'Arienzo , en un reportaje en 1949 , dice que el toca en aquel estreno: Con D'Agostino y yo en el violín tomamos parte en el estreno del sainete de Alberto Novión, El cabaret Montmartre/.../. En la obra aparecía una pequeña orquesta típica, dirigida por nosotros, y que acompaña a Los Undarz, famosa pareja de baile integrada por la Portuguesa y El Mocho, dos ases del tango canyengue».

El doctor Luis Adolfo Sierra ha establecido, empero, que en el estreno de aquella pieza toca la orquesta de Roberto Firpo. Cuando ésta Firpo, al piano; Cayetano Puglisi, al violín; Pedro Maffia y Juan Bautista Deambroggio, a los bandoneones, y Alejandro Michetti, a la batería se aleja el 1 de septiembre]] de aquel año, es reemplazada por la de D'Arienzo, D'Agostino.

Juan D'Arienzo continua vinculado al teatro. Acompaña, siempre con D'Agostino al piano, a Evita Franco, que tenía su edad y canta bellamente tangos como “Loca”, “Entrá nomás” o “Pobre milonga”; tañó su violín en la jazz de Frederickson y forma luego una orquesta con D'Agostino, en la que este, naturalmente, toca el piano; el otro violín lo hacía Mazzeo; en los bandoneones están Anselmo Aieta, y Ernesto Bianchi, y Juan Puglisi, en el contrabajo.

D'Agostino hace rancho aparte, lo reemplaza Luis Visca, que por aquellos años componía “Compadrón”. Aquel es un sexteto.

En 1935, que es un año clave en la performance de D'Arienzo; que es el año en que realmente aparece el Juan D'Arienzo que todos recordamos. Eso ocurre cuando se incorpora a su orquesta Rodolfo Biagi, un pianista que había tocado con Pacho, que había acompañado a Carlos Gardel en algunas grabaciones, que había tocado con Juan Bautista Guido y con Juan Canaro. Juan D'Arienzo actúa por entonces en el Chantecler. La incorporación de Biagi significa el cambio de compás de la orquesta de Juan D'Arienzo, que pasa del cuatro por ocho al dos por cuatro; mejor dicho, retorna al dos por cuatro, al compás rápido y juguetón de los tangos primitivos.

En 1938, Biagi lo abandona para formar su propia orquesta, Juan D'Arienzo ya se había identificado para siempre con el dos por cuatro. Frente al ritmo marcial de Canaro , a la trivialidad un tanto murguística de Francisco Lomuto , a los arrestos sinfonistas de De Caro, Juan D'Arienzo aporta al tango un aire fresco, juvenil y vivificador. El tango, que había sido un baile alardoso, provocativo, casi gimnástico, se ve un día convertido, al decir de Discépolo ,en un pensamiento triste que se puede bailar... Se puede... El baile había pasado a ser subsidiario hoy; sólo que entonces había sido desplazado por la letra y por los cantores y ahora lo es por el arreglo. Juan D'Arienzo devuelve el tango a los pies de los bailarines y con ello hace que el tango vuelva a interesar a los jóvenes. El Rey del Compás se convierte en el rey de los bailes, y haciendo bailar a la gente gana mucho dinero, que es una linda forma de ganarlo.

Los tangófilos menos precian a Juan D'Arienzo. Lo consideran una suerte de demagogo del tango. Pero Juan D'Arienzo como señala muy bien José Luis Macaggi hace posible ese renacimiento del tango que ha dado en llamarse La Década del Cuarenta, una década que es para el tango algo así, mutatis mutandis, lo que el siglo de oro para la literatura española.

Es claro que el tango no comienza en 1940. Tampoco los tanguistas de 1940 son más importantes que los de 1910 o 1920, como Cervantes no es más importante que Berceo o que el Rey Alfonso. A veces se niega, con criterio entre esteticista y estetizante, a Canaro, a Contursi, a Azucena Maizani, a Luis Roldán, a los pioneros, a los que ponen, bien o mal, los cimientos sobre los que se ha edificado el complicado edificio del tango. Astor Piazzolla se ha quejado alguna vez de que siempre se toca la música de los muertos... ¡Por Dios! Es como quejarse porque los chicos de las escuelas leen a Miguel Cané y a José Hernández.

Una vez que tiene éxito con el nuevo compás, que encandila a los bailarines del Chantecler y que la radio El Mundo difunde en todo el país, Juan D'Arienzo comienza a teorizar sobre sí mismo. Ignora si el mérito de Juan D'Arienzo consiste inicialmente en sugerir, en proyectar o meramente en dejar hacer.

En 1946, ese prodigio de sonoridad que es la versión de “Recuerdos de bohemia”. Pero esa es otra cuestión. Lo cierto es que, en 1975, en plena vanguardia, Juan D'Arienzo seguía sosteniendo que sí los músicos retornan a la pureza del dos por cuatro, otra vez reverdecería el fervor por nuestra música y, gracias a los modernos medios de difusión, alcanzarían prevalencia mundial.

Volver al dos por cuatro primitivo significa, sin embargo, borrar a Canaro, borrar a Cobián, borrar a De Caro, borrar a todos los tanguistas del cuarenta. ¿Vale la pena?

En 1949, Juan D'Arienzo a su modo de ver, el tango es, ante todo, ritmo, nervio, fuerza y carácter. El tango antiguo, el de la guardia vieja, tenía todo eso, y debemos procurar que no lo pierda nunca. Por haberlo olvidado, el tango argentino entra en crisis hace algunos años. El hace todo lo posible para hacerlo resurgir. En su opinión, una buena parte de culpa de la decadencia del tango corresponde a los cantores. Hay un momento en que una orquesta típica no es más que un simple pretexto para que se luciera un cantor. Los músicos, incluyendo al director, no es más que acompañantes de un divo más o menos popular. Para el, eso no debe ser. El tango es música, como ya se ha dicho. El agrega que es esencialmente música. En consecuencia, no puede relegarse a la orquesta que lo interpreta a un lugar secundario para colocar en primer plano al cantor. Al contrario, es para las orquestas y no para los cantores. La voz humana no es, no debe ser otra cosa que un instrumento más dentro de la orquesta. Sacrificárselo todo al cantor, al divo, es un error. El reacciona contra ese error que genera la crisis del tango y pone a la orquesta en primer plano y al cantor en su lugar. Trata de restituir al tango su acento varonil, que había ido perdiendo a través de los sucesivos avatares. Lo imprime así en su interpretaciones el ritmo, el nervio, la fuerza y el carácter que le dan carta de ciudadanía en el mundo musical y que había ido perdiendo por las razones apuntadas.

Por suerte, esa crisis es transitoria, y hoy ha resurgido el tango, nuestro tango, con la vitalidad de sus mejores tiempos. Su mayor orgullo es haber contribuido a ese renacimiento de nuestra música popular.

Juan D'Arienzo, a través de aquel gran periodista, de aquel maestro del reportaje que es Andrés Muñoz. El mismo día que Juan D'Arienzo decía esas cosas, o casi el mismo día, Aníbal Troilo, con Edmundo Rivero, grababa “El último organito”. Ahi el cantor está en primer plano y, sin embargo, eso es tango puro, y en la más exigente antología sonora aquella bellísima versión no debería estar ausente.

Juan D'Arienzo pone, a veces, al cantor en primer plano, y aunque lo hace correr a la velocidad de la orquesta, busca un éxito adicional y menospreciable en letras tan penosas como las nombradas o como “Chichipía” o “El Nene del Abasto”.

En 1975, un mes antes de su muerte, Juan D'Arienzo vuelve a teorizar: La base de su orquesta es el piano. Lo cree irremplazable. Cuando su pianista, Polito. se enferma, él lo suplanta con Jorge Dragone. En el violín de cuarta cuerda aparece como un elemento vital. Debe sonar a la manera de una viola o de un cello. El integra su conjunto con el piano, el contrabajo, cinco violines, cinco bandoneones y tres cantores. Menos elementos, jamás. Ha llegado a utilizar en algunas grabaciones hasta diez violines» (Reportaje del diario de Tres Arroyos, La Voz del Pueblo, 23 de diciembre de 1975.

Dada la importancia otorgada al piano por el maestro, no resulta superfluo mencionar la lista de sus pianistas: Alfonso Lacueva, René Cóspito, Vicente Gorrese, Nicolás Vaccaro, Juan Polito, Luis Visca, Carlos Di Sarli, Lidio Fasoli, César Zagnoli, Rodolfo Biagi, Juan Polito, Fulvio Salamanca, Juan Polito, Normando Lazara ,Di Sarli sólo actúa durante un mes en 1934, en el Chantecler reemplazando a Visca.

Los resultados logrados por la orquesta de Juan D'Arienzo no justifican tanto derroche instrumental, ni justifican tener el primer violín a un artista como Cayetano Puglisi. Con igual número de instrumentos la orquesta de Troilo obtuvo.

Juan D'Arienzo, al fin de su carrera, cultiva el estilo campechano: por supuesto, sin saberlo y sin proponérselo. La gente lo veía gesticular frente a los músicos y los cantores; lo veía con simpatía, había algo de nostalgia y algo de burla. Por supuesto, el compás de la orquesta se lleva tras de si los pies de los bailarines. Y los pies de los bailarines siguen yéndose con el compás cuando suenan los discos de Juan D'Arienzo, y su figura continua suscitando una gran simpatía. Se la merece por lo que hizo por el tango al promediar la década de 1930

Muerte

Juan D'Arienzo, fallece a los 75 años en Buenos Aires, Argentina, el 14de enero de 1976.

Fuente