Tomás Rodríguez Zayas

Tomás Rodríguez Zayas
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NombreTomás Rodríguez Zayas
Nacimiento1949
Barajagua, Bandera de Cuba Cuba
OcupaciónCaricaturista
Conocido porTomy
PremiosPremio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez, Distinción Félix Elmuza

Tomás Rodríguez Zayas más conocido por Tomy, es uno de los más relevantes humoristas gráficos, era agrónomo de formación, y desde el año 1968 dedicó su talento a la prensa. Sus caricaturas, que mucho hicieron reír y reflexionar, quedan ya como patrimonio de la gráfica humorística.

Fue miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la Unión de Periodistas de Cuba, que le otorgó el Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez y la Distinción Félix Elmuza. Se desempeñó como presidente de la Asociación de Humoristas de Cuba y director artístico del suplemento Dedeté, del periódico Juventud Rebelde.

Biografía

Vida familiar

Tomy nació en 1949, en Barajagua. El mayor de siete hermanos, Tomás Rodríguez Zayas, creció en su ciudad natal, en lo que más tarde sería entronque de las carreteras a Holguín, Santiago de Cuba y Mayarí, en el corazón mismo del campo y de una familia montuna.

En la parcela, de media caballería de extensión, el padre cultivaba maíz para alimentar algunos machos y gallinas, plátano vianda, boniato, yuca y, además, frutas para la subsistencia de la familia. No daba para más, por ello también cortaba caña en cada zafra. Así podría, tal vez, comprarle ropa a los hijos y satisfacer otras necesidades mínimas.

Inicios en el dibujo

Desde los tres o cuatro años ya le gustaba dibujar. La maestra que le enseñó a leer lo regañaba constantemente porque durante toda la clase no paraba, lápiz en mano, de inventar líneas y curvas sobre el papel. Nadie sabía de donde le venía esa inclinación, por no decir persistente interés y hasta vocación, aunque la madre diseñaba ella misma los manteles y otras piezas que tejía o bordaba. En ese entonces, un primo varios años mayor que él lo retó a ver quien dibujaba mejor y Tomy fue el vencedor. Ya no conforme, se propuso darle color a los dibujos, pero no contaba con los medios para hacerlo.

Así, se dio a la búsqueda de elementos cromáticos y empezó a probar con las plantas: el mataperro le daba una tinta violeta; en el cardo santo encontró cierta savia amarilla que al aplicarla se tornaba carmelita; la salvia le ofrecía el verde; de las hojas brotaba el jugo. De una semillita sacaba el rojo. A pesar de que la gama no era muy amplia pudo hacerse de varios colores. Lo más revelador de aquellas búsquedas era que el secreto de los tintes no se lo enseñó nadie, lo aprendió solo. El negro lo fabricaba con carbón que pulverizaba y después probaba las mezclas con los tintes de las plantas. Por lo visto, ya desde la niñez le atraía la experimentación.

Cuando empezó, a los cinco o seis años, en la escuelita rural situada a tres kilómetros de su casa, que andaba y desandaba cada día, le fueron a enseñar dibujo y resultó que ya sabía hacerlo mejor que sus condiscípulos.

Después tendría la suerte de que a la escuela llegara un maestro rural con experiencia en la enseñanza a los niños campesinos; era alguien interesado en propagar otros conocimientos, más allá del aprendizaje de la lectura y la escritura.

Desde el primer momento lo estimuló para que prosiguiera en tales empeños. Con frecuencia el maestro se los mostraba a los alumnos y propiciaba un ambiente que favorecía la creación y otras iniciativas. De ese modo fue afincando su interés. Lo mismo mostraba un Martí o un Maceo que una alegoría por el Día de las Madres. Y empezaron las demandas. Lo mejor consistía en que muchos iban a verlo dibujar. Hasta un chófer quería que le pintara algo en su camión, Tomy sólo tenía siete u ocho años.

Lo extraño era que ni los familiares ni los vecinos le reprocharon jamás aquella pasión, pues tal actividad en ese medio era generalmente considerada improductiva, inútil. Lejos de ello, siempre lo estimularon. Por supuesto, nadie podía prever que el muchacho se dedicaría profesionalmente a la caricatura y al dibujo. Lo veían, ni más ni menos, como simple entretenimiento. Quizás aquella actitud comprensiva respondía a una razón muy práctica: con sólo siete u ocho años ayudaba al padre en el trabajo en el campo. Puesto que era el hijo mayor, cargaba una cuota de responsabilidad en la familia. Lo cierto es que cuando Tomás, el padre, se iba a cortar caña a considerable distancia de la casa, Tomy le llevaba el desayuno y lo ayudaba a cortarlas y a apilarlas.

En los alrededores de Barajagua se enfrentaron en varios combates los rebeldes y las tropas bajo el mando del connotado esbirro Sosa Blanco. En uno de ellos tuvieron numerosas bajas y en represalia quemaron bohíos y casas o las ametrallaron, como a la familia de Tomy. Murieron varios vecinos del lugar así que se fueron al monte donde encontraron un reducido espacio en el barracón de una colonia de haitianos.

Revolución en el poder

En 1961, con sólo doce años de edad, tomó el camino de las montañas de Moa, permaneció un tiempo hasta que fue trasladado a la casa de un campesino a orillas del río Nipe donde enseñaría a leer y a escribir a seis personas. En lo adelante se movería libremente.

Ingresó a la Secundaria en una escuela agrícola en el litoral de la bahía de Nipe donde aprendió a procesar los subproductos de la leche y de la carne de cerdo. Pero la estrella de Tomy (ese misterioso hilo invisible que acompaña a cada vida humana) más su entusiasmo sin desmayo por el dibujo y la pintura, influirían para que se le encomendara la tarea de poner en orden la biblioteca de la escuela. Allí encontró libros de arte, varias enciclopedias y El tesoro de la juventud. Aquello era el paraíso: podía dibujar todo el tiempo, le fascinaban las ilustraciones en colores y hasta se daba el lujo de copiar, por el placer más que por el ejercicio, las reproducciones de las obras maestras del arte universal. A esas alturas tenía dudas, las dudas de un adolescente que aún no había elegido un seguro destino.

Tres años después, obtiene una beca en la Escuela de Agronomía Alvaro Reynoso de Matanzas donde siguió empeñado en lo suyo, y hasta aceptó hacerse cargo del mural, pero aún no estaba convencido de que ese era su derrotero, una razón de vida; no tenía la certidumbre de que el arte era algo tan serio, tan necesario y tan útil como cualquier otro oficio o profesión.

En la escuela, durante los ejercicios militares, le pidieron que hiciera los gráficos. Pero él, además de dibujarlos, los ambientaba. De modo que, alrededor de las trincheras, creaba un entorno con matas y arbustos. Un día que llevó los croquis a la División conoció a Manuel quien también comenzaba como dibujante y humorista gráfico.

Inicios en la gráfica humorística

En 1966 tenía diecisiete años y unas ganas enormes de hacer cosas y se puso a dibujar, a hacer caricaturas que le publicaron en Zunzún y en otras revistas y hasta obtuvo un segundo lugar en un concurso de Humor Gráfico en Matanzas. El primer premio fue para Manuel.

Entonces empezó a descubrir que lo suyo no era la agronomía sino hallar un modo de expresión con el cual pudiera exponer lo que necesitaba o quería decir. Además, estaba seguro de que lo lograría porque tenía facilidad para hacerlo. Inquieto, curioso, asistía, al igual que Manuel, como oyente, a los cursos de la Escuela de Artes Plásticas de Matanzas.

Las cosas, sin embargo, no eran ni son tan sencillas. Y con más razón cuando se tiene la vida por delante y un cúmulo de posibilidades. Por ejemplo, ser piloto de combate. Después de pasar un curso y de someterse exitosamente a todos los ensayos, se le detecta en la prueba final un defecto en la visión que, aunque no constituía un problema en la vida civil, si era fatal para quien tripulara aviones de altas velocidades.

Obra de Tomy

Exposiciones personales de la obra de Tomy se han presentado en San José (Costa Rica), Luanda (Angola), Pyongyang (República Popular Democrática de Corea), Managua (Nicaragua), La Habana, Manzanillo, Güines y Bejucal (Cuba).

Ha participado en exposiciones colectivas en Varsovia, Budapest, Berlín, Gabrovo (Bulgaria), Luanda, Nanterre (Francia), Chicago (Estados Unidos) y en las ciudades italianas Forte de Marmi, Florencia, Trento y Livorno.

Sus caricaturas han sido reproducidas en publicaciones como Tiempo de Mozambique, Narodna Mladesh de Bulgaria, La Garrapata de México, Novembro de Angola, El Imparcial y Estría, ambos de Maracay, Venezuela, Junge Welt y Eulenspiegel de Berlín, Ludas Matyi e Interpress Graphic de Budapest, Hungría, Ill Manifesto de Roma, Italia y La Semana Cómica de Managua, Nicaragua.

Algunas de sus piezas forman parte de la colección permanente de los museos del humor de Gabrovo, Bulgaria y de San Antonio de los Baños.

Sus caricaturas han obtenido treinta y seis premios en Cuba, de ellos veintiun primeros premios. Alcanzó otros de rango internacional en Polonia, Hungría, República Federal Alemana, Nicaragua, Unión Soviética y Cuba.

También comparte el Premio Sátira Política que se le otorgó al bimensual humorístico DDT que dirigía y que en 1985, en Forti dei Marmi, Italia, fue seleccionada la mejor publicación de Humor Político a nivel internacional.

Fuente

Tomy: Descifrar las incógnitas de la caricatura