Antonio Mira de Amescua

Antonio Mira de Amescua
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Nombre completoAntonio Mira de Amescua
Nacimiento17 de enero de 1577
Guadix , Bandera de España España
Defunción9 de agosto de 1644
SeudónimoLisardo
OcupaciónAutor teatral, poeta y escritor
NacionalidadEspañola
Lengua de producción literariaEspañol
Lengua maternaEspañol

Antonio Mira de Amescua. Fue un poeta y dramaturgo en lengua española perteneciente al Siglo de Oro español.

Trayectoria profesional

Mira inicia sus estudios en el año 1584 en Granada, con siete años y bajo el patrocinio del obispo de Guadix, de ello queda constancia en el documento que recoge la voluntad de su padre y sus tías de hacer frente a los gastos para conseguir que se ordene de tonsura, «acceda a corona», y después continúe con la carrera eclesiástica. Tal y como él declara, parece que continuó sus estudios en Alcalá de 1587 a 1591, de donde regresa siendo bachiller para continuar estudios en Granada donde se ordenará a la edad de dieciséis años; pronto, en 1593, se le adjudica el beneficio de la parroquia de Santa Ana en Guadix, que había establecido Hernando de Briviesca con fondos de la herencia de Diego Hurtado de Mendoza.

Su formación en leyes parece que la lleva a cabo en Granada, durante los años 1594 a 1598, sin abandonar su ministerio en Guadix, como lo atestiguan una serie de gestiones que lleva a cabo para el obispo en la vecina ciudad de Baza. Sería seguramente en 1599 cuando viajó a Salamanca y se doctoró en Teología mediante un trámite breve, frecuente en la época, porque es en esta fecha en la que, según Asenjo Sedano (1994), empieza a firmar como doctor.

Por otra parte, su iniciación en el mundo de las letras queda recogida en una documentación muy variada; en primer lugar, en 1593 aparece noticia de una obra titulada Vida de San Torcuato que se representa en Guadix y que Asenjo Sedano le atribuye, aunque no se vuelve a tener noticias de ese texto; por otra parte, en 1597, hace un poder notarial para que su padre cobre unas comedias que se le adeudan. Además de las citas elogiosas de Lope de Vega (1602) y Agustín de Rojas (1603) reconociéndolo como escritor de obras de teatro y, por último, aparece en la antología de Pedro de Espinosa, Flores de poetas ilustres de España (1605).

El año 1610 es importante porque marca la incorporación al mundo de la Corte del accitano, ya que es de los pocos escritores seleccionados para acompañar al Conde de Lemos a Nápoles, aunque él se incorpora un poco después retenido por asuntos económicos. La estancia en Nápoles también está llena de incógnitas, hay pocas menciones a Mira, pero sobre todo es que las que hay son muy escuetas; aparece mencionado en las memorias de Diego Duque de Estrada y como ecónomo de la diócesis de Tropea, ciudad de Calabria relativamente cercana a Nápoles, y en calidad de tal cobra y realiza algunas gestiones.

En 1616 vuelve a Madrid con el Conde de Lemos y comienza un largo pleito con la Capilla Real de Granada, ya que desde esta ciudad el obispo le acucia para que se incorpore a sus obligaciones y él se resiste, buscando el apoyo del Rey para una serie de permutas con otras capellanías que no logra cuajar. En cambio, sí que consigue otro nombramiento importante, que suma al anterior, será capellán del infante cardenal don Fernando de Austria, en 1619. Mira, en este momento está en pleno apogeo de su éxito como autor de comedias y autos, y así es citado en numerosas fuentes que recogen los acontecimientos importantes de la época, en los que participa, a veces como organizador, pero excepto en los documentos relacionados con la Capilla Real y algún pleito sobre su casa, son muy pocos los datos que dan noticia de su vida, quedando su faceta cortesana muy en la penumbra.

La vida de Mira da un brusco giro cuando, en 1631, solicita y consigue la permuta de su capellanía en Granada por una canonjía con el arcedianato en la Catedral de Guadix; este movimiento coincide con la salida de su señor, el Infante Cardenal don Fernando, primero hacia Cataluña y posteriormente a Flandes, sin que saber las razones que llevan a Mira a no acompañarlo ni a quedarse en Madrid. Lo que sí queda claro es el corte radical con el ambiente cortesano y literario, ya que no aparece a partir de 1632 en ninguna de las relaciones sobre acontecimientos de la Corte, como se puede ver en su ausencia en el Elogio póstumo a Lope de Vega que organiza Montalbán, buen amigo suyo.

Dramaturgo

La dedicación de Mira de Amescua al teatro fue temprana pues ya en 1597 da un poder notarial para que su padre cobre unas obras suyas, lo que lo establece como un autor dentro del circuito comercial del teatro. De hecho tanto los elogios de Lope de Vega, como de Agustín de Rojas, lo sitúan en el espacio granadino, formando parte del grupo de escritores locales y antes de estar instalado en Madrid hay noticias que en 1604 una obra suya, La rueda de la fortuna, es representada en Toledo por la compañía de Juan de Morales. Posteriormente el aparecer mencionado entre los autores notables de la Corte, con motivo de acontecimientos diversos y su elección para acompañar al Conde de Lemos a Nápoles indican que fue un autor muy reconocido en su época.

Mira deja escritas sesenta y siete comedias, de las cuales algunas se atribuyeron a otros autores, a causa de su alejamiento de la vida pública a partir de 1632, por lo tanto ese número es relativo pues está pendiente de que alguna otra le pueda ser atribuida. Además escribe cuatro en colaboración con otros escritores como Calderón, Montalbán y Guillén de Castro. Dentro de este corpus se encuentra toda la tipología existente en la época, tanto desde el punto de vista de su extensión, estructura y recursos escénicos como desde los argumentos y temas elegidos, es esta la base para la clasificación de Valbuena Prat que sigue en gran medida la establecida por Menéndez Pelayo para Lope. Su erudición en el campo histórico y teológico queda reflejada en toda su obra, perfectamente incorporada a su dominio de la retórica teatral, así como su capacidad poética le permite introducir fragmentos líricos de gran brillantez. Tiene tendencia a la complejidad de la acción, bien desdoblando los protagonistas o bien eligiendo dobles conflictos, que por razones del ingenio de algún personaje o la casualidad se enlazan; así el concepto y la traza como elementos estructuradores del enredo son básicos en su concepción del teatro.

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