Guerra Peruano-Grancolombiana

Guerra peruano-grancolombiana
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Fecha 3 de junio de 1828-28 de febrero de 1829
Lugar Departamentos de Ecuador: Azuay y Guayaquil.
Causas Pretensión de Bolivar sobre sobre los territorios peruanos de Tumbes, Jaén y Maynas.
Resultado Victoria naval del Perú
Campaña terrestre inconclusa y sin resultados decisivos
Firma del Tratado Larrea-Gual
Bolivar no consiguió su objetivo de anexar a la Gran Colombia los territorios peruanos de Tumbes Jaen y Maynas.
Territorio Statu quo ante bellum
Beligerantes
Bandera de Perú Fuerzas Armadas del Perú República del Perú República de la Gran Colombia
Comandantes
Gran Mariscal del Perú Jose de La Mar
Mariscal Agustín Gamarra
Almirante Martín Jorge Guise
General José María Plaza
General Blas Cerdeña
General Mariano Necochea
General Simón Bolívar
Mariscal Antonio José de Sucre
General Juan José Flores
General Luis Urdaneta
General Arthur Sanders
Fuerzas en combate
7,600 hombres 4,600 hombres

Guerra Peruano-Grancolombiana. La guerra entre el Perú y la Gran Colombia, causada por el interés de Bolívar por la posesión de las provincias peruanas de Tumbes, Jaén y Maynas, ocurrió entre 1828 y 1829, y acabó sin que Bolívar pudiera alcanzar su objetivo de anexar para la Gran Colombia los territorios peruanos que pretendía habiendo quedado la frontera en Statu quo ante bellum.

Antecedentes

El 15 de julio de 1821, se declaró en Lima la independencia política del Perú, la cual fue proclamada por José de San Martín en la Plaza de Armas de Lima, el 28 de julio. Sin embargo en la Sierra Central y en el Sur del Perú los realistas aun permanecían. La liberación definitiva del territorio peruano se consiguió en los campos de Junin y Ayacucho habiendo intervenido en esas acciones de armas el ejército de la Gran Colombia, al mando de Simón Bolívar quien mostró interés en participar en la liberación del Perú porque necesitaba terminar con la amenaza realista que existía aun en Sudamérica y que estaba concentrada en el Perú.

Luego de la Batalla de Ayacucho, última batalla librada en Sudamérica entre los bandos Realista (Corona Española) y las tropas independentistas (Patriotas); el Perú continuaba gobernado por Simón Bolívar como dictador del Perú. Bolívar tuvo de dejar Lima en 1826, para solucionar los graves problemas que se presentaron en la Gran Colombia.

Al abandonar Bolivar el Perú, no termino la influencia bolivariana en el Perú. Dejo encargado el mando supremo a un Consejo de Gobierno presidido por el general Santa Cruz y apoyado por tropas colombianas de la 3.ª División del ejército colombiano al mando del general Jacinto Lara, la cual se amotino el 26 de enero de 1827, apresando los soldados a sus jefes, entre ellos al propio general Lara, exigiendo su regreso a la Gran Colombia, situación que fue aprovechada por tribunos liberales que recorrieron las calles de Lima llamando al pueblo para que se reuniera en cabildo abierto y se pronunciara sobre la Constitución Vitalicia. Así se hizo y la decisión del pueblo peruano fue en contra de la Constitución Vitalicia. El 27 de enero el Cabildo abierto declaró suprimido el régimen vitalicio, abolida su Constitución, y restaurada la que había dado el Congreso peruano en 1823. Se acordó llamar a Santa Cruz para que se hiciera cargo del nuevo gobierno con especial encargo de convocar a un Congreso Constituyente y reunirlo en el plazo de tres meses para que se eligiera Presidente del Perú y diera una nueva Constitución. Así se hizo y Santa Cruz se encargó nuevamente del Gobierno cambiando los Ministros del régimen vitalicio.

Cuatro días después salían rumbo a la Gran Colombia el general colombiano Lara y los demás jefes colombianos. El 10 de marzo fueron las tropas mismas. Así llego a su fin la influencia bolivariana en el Perú.

Terminada la influencia bolivariana en el Perú, el Perú planteó como objetivos: la reunificación del Perú con la nueva República de Bolivia (el antiguo Alto Perú) que fuera separada del Perú por Bolívar, defender el territorio peruano frente a las ambiciones que Bolívar tenía sobre Tumbes, Jaén y Maynas y que se permita a la ciudad de Guayaquil la libertad de elegir su destino, sin la coacción colombiana.[1]

El 9 de junio de 1827 el segundo Congreso peruano eligió como Presidente de la República del Perú al Mariscal José de La Mar.

La guerra entre la Gran Colombia y el Perú

El derrumbe de la influencia bolivariana en Bolivia ahondó la rivalidad entre el Perú y Bolívar. Bolívar y Sucre se encontraban resentidos con el proceder de Gamarra y de las fuerzas peruanas; y aún más, consideraban peligrosa la influencia peruana en Bolivia. Sucre, adelantándose a estos acontecimientos, había hecho saber a Bolívar que “si el Perú conquista Bolivia y la conserva, el sur de Colombia corre mil y mil peligros”.

La caída del régimen vitalicio en Bolivia ocurrido el 18 de abril de 1828 precipitó los acontecimientos y, en previsión a una inminente declaratoria de guerra por parte de Bolívar, La Mar expide un Decreto, firmado el 20 de mayo de 1828, que en su artículo 2º a la letra díce:

“Pondrá al Ejército y a la Armada en pie de fuerza, capaz de resistir o atacar las tropas que atentaren a la dignidad nacional; bajo la protesta solemne de que en el caso inevitable de un rompimiento, el Perú no hará la guerra a los pueblos hermanos de Colombia y de Bolivia, sino a sus actuales jefes”.

El 3 de junio de 1828 Bolívar lanzó una violenta proclama contra los peruanos que terminaba con las siguientes incontroladas palabras:

“Armaos colombianos del sur. Volad a las fronteras del Perú y esperad allí la hora de la vindicta. Mi presencia entre vosotros será la señal del combate”.

Bolívar declara la guerra al Perú

Al agravarse la situación se llevaron a cabo negociaciones diplomáticas entre el gobierno peruano y Bolívar, las cuales fracasaron porque Bolívar venia exigiendo insistentemente al Perú lo siguiente:

  • Pago de los gastos de la independencia por la suma de 3’600,000 pesos.
  • Reemplazos peruanos de las bajas colombianas sufridas en las batallas contra los realistas; y
  • Entrega de Tumbes, Jaén y Maynas.

Exigencias que el Perú consideró completamente exorbitantes e inaceptables, y el 15 de julio de 1828 Bolívar, descontento con la actitud peruana, declaró oficialmente la guerra al Perú. El presidente La Mar aceptó el reto y con autorización del Congreso se puso en campaña hacia el norte al frente del ejército peruano, el cual estaba organizado en tres Divisiones: La 1ª División del Norte, la 2ª División o del Sur y la 3ª División o de Reserva. Esta organización varió en enero de 1829, cuando se dispuso que el ejército constara de 3 Divisiones de Infantería. La primera integrada por el Batallón Ayacucho 1º de la Guardia Nº 1 y el Batallón Nº 3; la segunda, formada con el Batallón Pichincha Nº 1 y el Batallón Zepita Nº 2; y la tercera formada con el Batallón Ayacucho 1º de la Guardia Nº 2 y el Batallón Callao Nº 2. Con el Batallón Callao Nº 1 y las Compañías de Cazadores de los Batallones: Ayacucho 1º de la Guardia Nº 2, Callao Nº 2, Pichincha Nº 1 y Zepita Nº 2 se formó una columna de reserva.

El Ejército del Perú también comprendía una División de Caballería integrada por los Regimientos: Glorioso Húsares de Junín Nº 1, Lanceros del Callao y Dragones de Arequipa. Además contaba con una Batería de Artillería de Campaña (4 piezas) y abundante parque como para dos años de operaciones. Comandante en Jefe de este ejército fue el General Agustín Gamarra mientras que el Presidente del Perú Mariscal José de La Mar fue el Director General de las Operaciones de Guerra.

La Mar organizó el ejército del norte (fuerte de 4500 soldados) a los que había que sumar los 3100 que condujo Agustín Gamarra.[2]

La campaña naval

Además de dar comienzo a la campaña terrestre La Mar también inicia de inmediato la campaña marítima contra las fuerzas de la Gran Colombia y ordena el zarpe de la escuadra peruana, al mando del Almirante Martín Jorge Guise. En setiembre de 1828 la flota peruana estaba compuesta por 16 buques de guerra y de transporte, entre ellos las fragatas "Presidente" y "Monteagudo", la corbeta "Libertad", el bergantín "Congreso", las goletas "Arequipeña" y "Peruviana" y ocho lanchas cañoneras. Más tarde contó también con el bergantín "Rápido".

Los buques peruanos de guerra ejecutaron una rápida y efectiva campaña naval. El primer combate naval de esta guerra entre el Perú y la Gran Colombia seria el Combate Naval de Punta Malpelo ocurrido el 31 de agosto de 1828.[3]

El 18 de setiembre de 1828, Guise partió del Callao conduciendo al Presidente del Perú Mariscal José de La Mar y llegó a Paita el 22 del mismo mes. El 2 de octubre, la flota peruana hizo desembarcos sobre varios pueblos, especialmente en el de Naranjal, causando en todas partes daños considerables.

El 22 de noviembre de 1828 ocurre el Combate Naval de Cruces que fue una victoria naval decisiva para la Marina de Guerra del Perú que logra con éxito el bloqueo de Guayaquil y luego su ocupación.

En la campaña marítima las Fuerzas del Mariscal La Mar lograron vencer, el 24 de noviembre de 1828, a las tropas grancolombianas del general grancolombiano de origen inglés Juan Illingworth Hunt, el cual decide evacuar la ciudad de Guayaquil en vista de que se encontraba en inferioridad numérica, además de sufrir el hostigamiento por parte de los barcos peruanos de guerra de la escuadra peruana que bloqueaban Guayaquil sometiéndola a un intenso bombardeo.

La campaña terrestre

El 28 de noviembre de 1828 La Mar penetró en territorio grancolombiano y ocupó Loja y prácticamente todo el departamento de Azuay.

El 20 de enero de 1829 se ratifica la capitulación de la ciudad de Guayaquil siendo está ocupada por las tropas peruanas el 1 de febrero de 1829. Ante la situación Antonio José de Sucre, entonces ya de vuelta a Quito tras renunciar a la presidencia de Bolivia, y Juan José Flores concentraron el ejército grancolombiano del sur cerca de Cuenca para enfrenar a las tropas peruanas que el 10 de febrero habían ocupado Cuenca.

Saraguro

La Mar empezó un movimiento en gran escala sobre Cuenca; pero dejó en su retaguardia, en Saraguro, el parque del ejército. Avisado Sucre, sus tropas (compuestas por una compañía del “Cazadores del Cauca”, traída de Guayaquil, 20 hombres del “Yaguachi” y la 4.ª. compañía del “Caracas”) al mando del general Luis Urdaneta, hicieron un ataque sorpresivo sobre esta retaguardia aislada, mientras dormía, la noche del 13 de febrero. El parque incluía gran parte del material bélico y de los abastecimientos que había llevado el ejército peruano en su campaña. El pueblo de Saraguro llegó a ser incendiado, por Urdaneta, como represalia por la simpatía demostrada al Perú.[4]

Sucre en su Parte de Guerra sobre la batalla del Portete de Tarqui, en lo que se refiere al golpe de mano de Saraguro anota lo siguiente:

.....que sospechando por las observaciones en el campo contrario que se hacía algún movimiento, previne al señor General Flores, Comandante en Jefe, de hacer por la noche un reconocimiento; y que ejecutado por veinte soldados de Yaguachi, protegidos de la compañía de Granaderos del Cauca, y 4ª de Caracas, lograron aquellos dispersar completamente los dos batallones peruanos 1° de Ayacucho, y Nº 3 que cerraban la retaguardia de su ejército, el cual marchaba en la dirección de Yunguilla a Girón; y que por resultados de este triunfo, se le tomaron la mitad de sus municiones de repuesto, una porción de sus bagajes, algún armamento, y prisioneros, y destruídole dos piezas de batalla.

La batalla del Portete de Tarqui

Los preparativos para la batalla
El uniforme de los Húsares de Junín, unidad de combate que se distinguió en la batalla del Portete de Tarqui.

El 14 de febrero el ejército peruano pasó a Yunguilla, estableciendo su cuartel general en Surupali. El 15 continuó avanzando hasta la localidad de Lentag a 4 leguas (20 km) de Girón y el 16 arribaba a San Fernando. Sucre mientras tanto se movió hacia la explanada de Tarqui, ubicando a la infantería en Narancay y a la caballería en Guagua-Tarqui a donde llegó el 18 manteniéndose en esa posición hasta el 26 de febrero. En esos días, Raulet retornó de su incursión en Cuenca y llegaron 700 de los dispersos de Saraguro. Con eso, las pérdidas en efectivos de esa acción, quedaron reducidos a una suma sin mayor significación.

Para avanzar a Cuenca los peruanos se concentraron en San Fernando y enviaron a la División Plaza (compuesta por los Batallones de Infantería "Ayacucho 1º de la Guardia" Nº 2 y "Callao" Nº 2 totalizando 900 infantes), del Ejército del Norte, sobre Girón. Ulteriormente todo el ejército continúo a Girón, y Gamarra ordeno al General José María Plaza continuar avanzando hasta el Portete de Tarqui, que debía ocuparlo en la condición de elemento de seguridad; el 26 de febrero Plaza se hallaba en el Portete de Tarqui; el grueso del ejército peruano llegaba en la tarde de ese día a Girón. Todo el ejército grancolombiano estaba en la planicie norte, muy cerca de Plaza.

Plaza al llegar en la noche al Portete de Tarqui, distribuyó como mejor pudo a su tropa, la que sólo tenía la munición que llevaba en sus cartucheras. No tenía ni caballería, ni artillería. Ya entrada la noche llegó Raulet con un contingente. Raulet moriría en la acción.

En su parte el Mariscal Antonio José de Sucre relata:

El 24 supe que una columna de dos batallones, y un escuadrón enemigo al mando del General Plaza estaban en Girón: juzgué que sería un fuerte reconocimiento, porque no me persuadí que se avanzara sola esa división: pero el 25 hallándome con el General Flores, examinando por Tarqui la verdad, me informaron nuestros espías, que aún permanecía en Girón, y su ejército en San Fernando. El 26 resolví atacarla, y nuestros cuerpos todos se pusieron en marcha a las tres de la tarde con tres mil seiscientos hombres de combate. Al comenzar nuestro movimiento sobrevino una fuerte lluvia, que apenas nos permitió llegar a Tarqui a las siete de la noche.

Dando un descanso a las tropas, tuve partes que la división del General Plaza estaba en el Pórtete de Tarqui a tres leguas de nosotros, y que el resto del ejército peruano llegaría en aquella tarde a Girón. Determiné dar una acción general, y el señor Comandante en Jefe dispuso que en lugar de las compañías de cazadores, que debían precedernos, lo hiciese un destacamento de ciento cincuenta hombres escogidos de todos los batallones, al mando del Capitán Piedrahita, apoyado del escuadrón Cedeño, para que preparase la función por una sorpresa: en esta forma continuamos la marcha a las doce de la noche.

Sucre, en la mañana del día 27 de febrero, consiguió situar la 1.ª. División colombiana de 1,500 hombres de infantería y 100 caballos compuesta por tres batallones y un escuadrón (Los batallones de infantería: Rifles y Caracas (venezolanos) y Yaguachi (quiteño) y el escuadrón de caballería "Manuel Cedeño" (venezolano)) al norte de la llanura de Tarqui en posición ventajosa, mientras esperaba la llegada de la 2.ª. División.

Mientras tanto en cumplimiento de las órdenes de La Mar la vanguardia peruana, formada por la División del general José María Plaza compuesta por los Batallones de Infantería "Ayacucho 1º de la Guardia" Nº 2 y "Callao" Nº 2, sumando ambos batallones un efectivo de 900 infantes, avanzaba sobre el Portete.

Primera fase

La primera fase de la batalla se inició cuando un grupo peruano de reconocimiento. al mando del capitán Urias, es atacado por el escuadrón de caballería Manuel Cedeño, comandado por el coronel venezolano José María Camacaro, iniciándose un cruento enfrentamiento en el cual el escuadrón Cedeño fue destrozado. Sucre escuchó el fuego de fusilería y comprendiendo lo que pasaba reemplazó al Cedeño por el batallón Rifles, que mantuvo el tiroteo. El Rifles se encontró con el capitán Piedrahita, que desconociendo a sus compañeros trabó con ellos la pelea. La oscuridad y las dificultades del terreno fueron parte a que este cuerpo (Rifles) entrara en acción con poco orden. Luego comenzó a aclarar y las tropas grancolombianas pudieron reconocerse unas a otras.[5]

El general Flores, mientras tanto, consiguió atravesar el bosque que le separaba de las tropas peruanas, y organizar un ataque conjunto con los batallones Caracas y Yaguachi.

Viéndose superado en número y con las municiones agotadas el general Plaza ordenó el repliegue en busca del grueso del ejército peruano encargando proteger la retirada al Coronel Quiroz siendo en todo momento acosado por la infantería y caballería grancolombiana.

El ataque a la Vanguardia Peruana, formada por la División “Plaza”, hecho en Tarqui por el grueso del ejército de la Gran Colombia fue una acción en la que la infantería peruana, a la hora de enfrentar al atacante, no tenía la dotación completa de cartuchos, solo contaba con los que la tropa llevaba en la cartuchera, que hubieran bastado en campo raso, donde la maniobra es el factor decisivo, pero no para sostener una posición. Plaza defendió su posición brillantemente.

Cuando a las 7 de la mañana el resto del ejército peruano comandado por La Mar arribó al campo ya la División de Plaza había sido casi batida y el ejército grancolombiano ocupaba su posición.

Viendo que el Portete de Tarqui ya había sido tomado por el ejército grancolombiano el general La Mar dispuso el repliegue estratégico del ejército hacia Girón.

En esta primera fase de la batalla, la reducida y aleatoria victoria grancolombiana sobre la avanzada peruana (División del general Plaza compuesta por los Batallones de Infantería "Ayacucho 1º de la Guardia" Nº 2 y "Callao" Nº 2 que sumaban 900 infantes) se debió en buena parte a la estrechez del lugar, a lo ventajoso de la posición que las tropas de Sucre ocupaban, lo precipitado del combate que presentó a los dos batallones peruanos la dificultad de desplegarse en orden de batalla y al enfrentamiento por separado contra esta vanguardia del ejército peruano que estaba bastante alejada del resto del Ejército Peruano.

Luego de haber diezmado casi completamente a la avanzada peruana, que luchó estoicamente durante tres horas y completamente aislada del grueso del ejercito peruano, la División del Mariscal Sucre pretendería luego atacar al grueso del ejército peruano que, al mando de La Mar y de Gamarra, acudió en ayuda de la División Plaza dándose de esta manera inicio a la segunda fase de la batalla en la cual la División Grancolombiana sería rechazada exitosamente por la caballería peruana en circunstancias en que los grancolombianos cargaban contra la II División del General Cerdeña (Batallones de Infantería Pichincha Nº 1 y Zepita Nº 2).

Segunda fase
Gran Mariscal del Perú Domingo Nieto Márquez que ostentando el grado de Teniente Coronel de caballería en el primer escuadrón del Regimiento de Caballería “Glorioso Húsares de Junín” Nº 1, se distinguiera en la batalla del Portete de Tarqui al vencer, en un duelo a lanza, al Coronel venezolano de caballería José María Camacaro, primer jefe del escuadrón “Cedeño” y primera lanza de la caballería del ejército de la Gran Colombia.

Comienza cuando la caballería grancolombiana, bajo el mando del coronel Daniel Florencio O'Leary, intenta cortar el repliegue de la infantería peruana, el general argentino Mariano Necochea al frente de los Húsares de Junín comandó una carga de caballería que consiguió desbaratar al escuadrón "Manuel Cedeño" y detener el avance de la infantería de la Gran Colombia, compuesta por dos compañías de cazadores, protegiendo el repliegue de la infantería peruana. Fue en esta batalla cuando se produjo el célebre duelo a lanza entre el teniente coronel del Ejército peruano Domingo Nieto, del primer escuadrón de Húsares de Junín que comandaba el coronel Orbegoso, y el coronel venezolano José María Camacaro 1.ª. Lanza de la caballería de la Gran Colombia al mando del escuadrón "Cedeño". Camacaro envió un parlamentario con señal blanca para que, a su nombre, haga un desafío, a fin de '"que ahorrasen la sangre de sus regimientos y que él se batiría con cualquiera que le conteste el duelo y el que ganara se quedaba con la victoria"'. Triunfó Nieto, Camacaro fue muerto de un lanzazo y las armas peruanas se quedaron con la victoria.

Al ver a su jefe muerto los soldados grancolombianos no aceptaron la afrenta y atacaron a los "Húsares de Junín", pero éstos lograron detenerlos y acuchillaron a casi todo el escuadrón "Cedeño" reduciéndolo a 6 ó 7 hombres aproximadamente, consiguiendo los "Húsares de Junín", con su acción, impedir que las armas de la Gran Colombia obtuvieran una victoria total sobre las armas peruanas.

Finalizada la segunda fase de la batalla el ejército grancolombiano, teniendo en cuenta la situación adversa que se le presentó luego del enfrentamiento con la caballería peruana, consideró prudente conservar su posición mientras que el ejército peruano logró replegarse en orden y formar sus divisiones en la llanura con su caballería y artillería a la salida del desfiladero, en espera de un nuevo enfrentamiento con el ejército de la Gran Colombia.

El fracaso de esta última ofensiva, por parte del ejército de la Gran Colombia, y el repliegue estratégico peruano fueron el resultado final de la batalla en la que el ejercito de la Gran Colombia perdió casi toda su caballería que quedo reducida a una escuadra de 6 o 7 jinetes, habiendo quedado además con su infantería maltrecha como consecuencia del enfrentamiento con la caballería peruana en la segunda fase de la batalla. Sucre insatisfecho con este resultado no quiso arriesgar de nuevo su suerte en una batalla campal con todo el ejército peruano y envía a un oficial de Estado Mayor, con el objeto de negociar con La Mar siendo esto aceptado y el 28 de febrero en el campo de Girón se celebra el Convenio de Girón que es firmado por los generales Flores y O'Leary, por parte de la Gran Colombia y Gamarra y Orbegoso, por parte del Perú.

Por el Convenio de Girón se acordó la desocupación del territorio de la Gran Colombia por las fuerzas peruanas. Las fuerzas peruanas se retiraron a Piura, pero La Mar se negó a que la Guarnición Peruana desocupe el puerto de Guayaquil. Luego debido a ciertos incumplimientos por parte de Sucre, el Mariscal La Mar no aceptó el Convenio de Girón y se preparaba para continuar la guerra.

En efecto Sucre, para conmemorar el triunfo aleatorio del grueso del ejército de la Gran Colombia (3 batallones de 1,500 infantes y un escuadrón montado de 100 caballos) sobre la avanzada peruana compuesta de dos batallones de infantería (900 infantes) en el Portete de Tarqui, ordenó la construcción de un obelisco conmemorativo, en el sitio donde ocurrió la batalla, con una inscripción que ha magnificado con creces lo ocurrido en la batalla, así como el numero de soldados peruanos que intervinieron en esta primera fase de la batalla del Portete de Tarqui, en los términos siguientes:

“El ejército peruano de 8000 soldados que invadieron la tierra de sus libertadores, fue vencido por 4000 bravos de Colombia el 27 de febrero de 1829”.

Estas palabras triunfalistas y descontroladas provocaron la enérgica y viril protesta del Mariscal La Mar que envió a Sucre una tremenda y acusadora carta, fechada en Gonzanamá el 17 de mayo de 1829. La Mar en dicha carta, redactada con motivo de todos estos hechos, enrostró a Sucre su discrepancia con las palabras de generosidad y concordia. Defendió allí la contribución peruana en Junín y Ayacucho, como respuesta al reproche de que el Perú se mostraba desagradecido con sus “libertadores”. Sostuvo que solo había sido destruida en Tarqui la vanguardia compuesta de cerca de mil hombres, después de haber resistido vigorosamente a todo el ejército grancolombiano; y agregó que en vano fue esperado el ataque de este en el llano más inmediato después de haber sido rechazada por los Húsares de Junín la carga del escuadrón Cedeño.

Enfáticamente manifestó que todo el ejército peruano no había reunido más de 4.500 hombres y que al mencionar su número elevándolo a 8.000, Sucre había cometido una equivocación voluntaria. Por todo ello declaró en suspenso el convenio de Girón mientras se daban las satisfacciones capaces de indemnizar las injurias recibidas y se destruían los depresivos testimonios mencionados.[6]

La batalla del Portete de Tarqui fue inconclusa y no tuvo efectos decisivos. Luego de esta batalla no hubo cambios estratégicos en el conflicto general habiéndose estabilizado la guerra durante cinco meses. El resultado de esta batalla no impidió que la Marina de Guerra del Perú continué como dueña del mar al no hallarse el ejército grancolombiano en condiciones de intentar recuperar militarmente Guayaquil. Finalmente Bolívar partió al sur para dirigir la campaña para recuperar militarmente el puerto lo cual no ocurrió.

Las bajas fueron considerables, el ejército grancolombiano confesó 400 bajas en combate mientras que el peruano perdió (según la Gran Colombia), 2.500 hombres entre muertos, heridos y 300 prisioneros, cifra considerada actualmente como exagerada; sin embargo el ejército peruano sostiene que las bajas en el ejército grancolombiano fueron 800 mientras que en el ejército peruano llegaron a cerca de 1.200 entre muertos y heridos.

Fin de la guerra

La guerra acabó con el golpe de estado realizado en Lima, encabezado por Agustín Gamarra, que derrocó a La Mar.

El nuevo gobierno de Agustín Gamarra celebró con la Gran Colombia el Armisticio de Piura (10 de julio de 1829) que fue ratificado por Simón Bolívar y por el cual se estipulaba la supresión de las hostilidades por 60 días y la entrega de Guayaquil, entrega que se llevo a cabo el 11 de julio. El 22 de septiembre de 1829 se firmó un tratado de paz en Guayaquil (Tratado Larrea-Gual) y se preparó una comisión mixta para delimitar definitivamente la frontera entre ambos países.

Según la Gran Colombia, de la supuesta cifra 8,400 soldados peruanos que ingresaron en el sur de la Gran Colombia, 2.500 regresaron al Perú tras el arresto de La Mar en Piura por parte del mariscal Gamarra.

En mayo de 1830 se disuelve la Gran Colombia desmembrándose en tres países: Ecuador, Colombia y Venezuela. De estos tres países Ecuador y Colombia limitaron con el Perú y en consecuencia Perú tuvo que enfrentar problemas limítrofes con ellos. Debido a que la Real Cédula de 1802 dispuso la reintegración de los obispados de Mainas y Quijos al Virreinato del Perú separándolos de la Real Audiencia de Quito, Ecuador, en 1840 diez años después de la disolución de la Gran Colombia, presentaría un desacuerdo de límites con el Perú, siendo su disconformidad con la Real Cédula de 1802 el motivo pretextado por Ecuador para dar comienzo a un largo conflicto fronterizo con el Perú.

Controversias

Según la historiografía venezolana, colombiana y sobre todo ecuatoriana, la batalla de Portete de Tarqui fue una victoria militar de la Gran Colombia sobre el Perú. Algunos historiadores peruanos, por desidia intelectual, han aceptado pasivamente esta afirmación de la historiografía de los citados países. Un testigo de lo que ocurrió en Tarqui, el que fue más tarde el General del Ejército del Perú José Rufino Echenique, desmiente lo afirmado tanto por la historiografía de los países que integraron la Gran Colombia, así como lo dicho por historiadores peruanos, y cuenta en sus Memorias lo siguiente:

“Nunca he podido comprender que se diera por perdida por nosotros aquella batalla habiendo reveses por una y otra parte, esperada y preparados nosotros para ella, quedando dueños del campo y con un ejército superior al del enemigo, aún después de aquellos reveses, se haya persuadido al mundo que la perdimos y nosotros consentir en ello, sin aclarar las cosas demostrando que no hubo batalla campal ni menos la perdimos. Podría ser que no se llevara a efecto el plan que nos propusimos y por el que se emprendió la campaña y que lo abandonáramos; pero de esto al hecho material de haberse perdido la batalla, hay una gran diferencia. El acto verdadero y que comprenderá cualquiera es que nos retiramos por un tratado, cosa que muy bien pudo suceder sin batalla y aun sin que se hubiera disparado un tiro”.

En un “Diario de oraciones” publicado en el N° 1 del periódico La Patria en Duelo constan estas palabras que ratifican lo afirmado por Echenique:

“Nuestra tropas se han portado con la mayor bravura... No hemos sido vencidos, pues los enemigos nos han respetado de modo que no se han atrevido a pasar sus columnas al llano en que los esperábamos con el más ardiente deseo...”.

El historiador peruano Jorge Basadre en su obra "La iniciación de la República", Tomo Primero, pagina 173, anota lo siguiente:

“La batalla del Portete no fue un desastre para los peruanos que se retiraron solo después de la batalla a un llano inmediato al pueblo de Girón esperando el ataque final que no vino”.

Homenajes

En el lugar donde ocurrió la batalla del Portete de Tarqui un obelisco fue construido en 1936, en reemplazo del original, por el gobierno del Ecuador y en él está inscrito, de un lado, los nombres de los Cuerpos del Ejército del Sur (batallones: Yaguachi, Caracas, Rifles y el Escuadrón Cedeño); en el opuesto los de sus Generales y Jefes; en el tercero el de los Oficiales y tropa muertos y heridos en el combate de Tarqui.

El 27 de febrero es el Día del Ejército ecuatoriano, en recuerdo de la batalla del Portete de Tarqui.

Así mismo, la guardia de honor que custodia el Palacio del Barón de Carondelet, sede del Gobierno del Ecuador en Quito, se denomina Grupo de Caballería Escolta Presidencial "Granaderos de Tarqui" y usa un uniforme, de colores azul y blanco, inspirado en los uniformes que usaran los soldados del batallón Caracas del ejército de la Gran Colombia en aquella época.

Notas y Referencias

Bibliografía

Enlaces externos