Pesadillas en la infancia

Pesadillas en la infancia
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Es el resultado de un mal sueño que produce fuertes sensaciones de miedo, terror o ansiedad.

Pesadillas en la infancia. Se trata de uno de los trastornos más frecuentes en la infancia. Podemos definirlo como un sueño largo muy elaborado, con riqueza de detalles y que provoca en el niño una fuerte sensación de ansiedad, miedo o terror. El contenido de los mismos es muy variado pero siempre existe un componente de peligro para la integridad física del niño. Por lo general no hacen referencia a situaciones reales (salvo en aquellos niños que han sufrido situaciones traumáticas). El episodio suele terminar con el despertar del niño, volviendo éste a un estado de plena alerta y con la sensación de miedo o ansiedad todavía presente.

Causas y factores de riesgo

Aunque no existen causas definidas sobre la ocurrencia de las pesadillas, existen hipótesis que plantean que ocurren por "fallos" en mecanismos del sistema nervioso encargados de la regulación de las diferentes etapas del sueño, propios de la inmadurez de estos durante los primeros años de vida, y son desencadenadas por factores estresantes, como, por ejemplo, un cambio de escuela o el nacimiento de un hermano. En cuanto a los factores de riesgo en general debemos considerar como tales a todo tipo de manejo y situaciones que comprometan el número de horas necesarias de sueño y su calidad.

Edades y sexo más vulnerables

Son cuadros muy comunes, que suelen presentarse hasta en un 30 % de los niños entre dos y seis años de edad y afectan más a las niñas.

Trastorno o aviso de alguna enfermedad

En general no constituyen en sí mismas un trastorno. En caso de ser frecuentes, acompañarse de cambios en el comportamiento y el rendimiento académico, pueden constituir "avisos" o señales de posibles afecciones neuropsiquiátricas o de otra índole, las cuales deben ser descartadas por un especialista.

Pesadilla y el llamado terror nocturno

Las diferencias son varias, ya que los terrores nocturnos ocurren durante la primera mitad de la noche y son más frecuentes en varones. Durante el episodio vemos al niño aterrorizado, agitado, sudoroso, con las pupilas agrandadas y su cara enrojecida. No reconoce a sus padres y al despertar no recuerda el episodio ocurrido.

Conducta ante pesadillas reiteradas

  • Los padres deben saber tranquilizar a los niños tras el episodio.
  • Es importante que acudan al dormitorio del hijo y lo escuchen pero sin entrar en demasiado detalles acerca del contenido del sueño.
  • No abrumarlo con demasiadas explicaciones de entrada (por ejemplo intentar demostrarle que los monstruos sólo existen en su imaginación).
  • Utilice una voz suave y trate de no mostrarse excesivamente preocupado o ansioso por lo que ha sucedido.
  • Déle instrucciones en el sentido de que ha tenido una pesadilla mientras dormía y que ya ha pasado todo.
  • Si el niño es pequeño o está muy asustado puede valorarse, tras el episodio concreto y su magnitud, la idoneidad de dejarle dormir en el dormitorio de los padres, o que alguno de ellos lo acompañe durante algún tiempo mientras trate de conciliar el sueño. También puede dejarse conectado algún pequeño piloto de luz. De todas formas, estos aspectos deben valorarse en cada caso para no crear hábitos inadecuados.
  • Para los niños más mayores (a partir 7 u 8 años) puede funcionar bien que los padres hablen por la mañana acerca de la pesadilla. Hay que averiguar si hay algo que le preocupa en especial (en la escuela, en casa o en otro lugar).
  • Es importante saber escuchar y/o interpretar las claves de su comportamiento (si han habido cambios en su conducta habitual contingentemente a la aparición de las pesadillas, etc.)
  • Explicarle que estos episodios, aunque muy molestos, obedecen a unos procesos normales que se dan durante el crecimiento y tienen carácter transitorio. Con ello podremos contribuir a rebajar el nivel de ansiedad asociada al episodio y el temor a que se vuelva a producir.
  • El hablar sobre lo sucedido en un ambiente calmado y lúdico siempre resulta una gran herramienta terapéutica. Puede también, según la edad del niño, utilizarse el dibujo como medio para sacar fuera el miedo y plasmarlo en un papel donde podrá manipular la historia. Cada niño es diferente y así sucede con la vivencia de la pesadilla, por tanto, deberemos ajustarnos a las peculiaridades de cada caso.

Si los episodios de pesadillas son frecuentes, continúan después de los seis años, implican la posibilidad de que se lesione o lesione a otros, y si dificultan la realización de sus actividades diarias, debe consultar a especialistas en Medicina General Integral, Pediatría, Psiquiatría Infanto-Juvenil o Neurología Infantil.

Tratamiento

Deben aplicarse medidas de higiene del sueño, entre ellas: acostarlos a la misma hora y evitar, un rato antes, la ingestión de productos con cafeína o cola y que vean o escuchen programas y cuentos terroríficos o de violencia. Si el niño necesitase ser valorado por algún especialista, este determinará el tratamiento a seguir y si es necesario el uso de fármacos.

Pronóstico

Las pesadillas disminuyen con la edad. Su mayor frecuencia se produce entre los 5-6 años, tendiendo a desaparecer en la adolescencia o extenderse a la vida adulta como parte del cuadro clínico de otros trastornos. La mayoría de los niños que los presentan logran erradicarlos con el uso adecuado de las medidas de la higiene del sueño.

Fuentes

  • Pesadillas en la infancia (en línea). Consultado: 7 de enero de 2013. Disponible en: www.granma.cubaweb.cu
  • Información sobre Pesadillas en la infancia. Consultado: 7 de enero de 2013. Disponible en: www.psicodiagnosis.es