Violencia audiovisual

Violencia audiovisual
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Concepto:Recreación en la imagen del empleo de la fuerza física, la amenaza verbal, intimidación, descripción detallada del daño físico que ocurre como resultado de la utilización de juegos violentos, así como de la violencia sicológica, dada por la humillación, la manipulación y las pérdidas.

Violencia audiovisual . Se define a partir de la recreación en la imagen del empleo de la fuerza física, la amenaza verbal, intimidación, descripción detallada del daño físico que ocurre como resultado de la utilización de juegos violentos, así como de la violencia sicológica, dada por la humillación, la manipulación y las pérdidas. Víctimas y victimarios pasan por la pantalla cinematográfica o televisiva, convirtiéndose en una galería inacabable que rebasa cualquier expectativa.

Imagen audiovisual y violencia

La imagen audiovisual invade en la contemporaneidad la privacidad del hombre. Abundan íconos publicitarios, imágenes conmovedoras de conflagraciones armadas y catástrofes naturales, se vive en un mundo de apariencia dantesca, pues la tecnología lleva de un conflicto a otro con una agresividad hiperrealista, manipulada y globalizada. A través de la pantalla, se observa cada rincón agredido y es el espectador, ingenuo o especializado, un blanco de la violencia que comunican los medios de difusión masiva.

Los medios masivos de comunicación y la publicidad que traen aparejada tienen un carácter penetrante que se infiltra en todas las formas de comunicación social, las condiciona, las impregna y lo que es más preocupante aún, las transforma. Acerca de esta situación, Ignacio Ramonet avizora en conferencia impartida en el Teatro Karl Marx el 10 de febrero de 2002 y publicada bajo el título de “Un delicioso despotismo”: "Toda la maquinaria de manipulación de mentes, de manipulación de almas; toda la maquinaria ideológica, trata de convencernos de que la globalización y el neoliberalismo abren un nuevo paraíso terrenal. ¿Cuáles son los mecanismos que conducen a domesticar, a dominar nuestras mentes? ¿Cuáles son los aparatos de violencia simbólica que precisamente se ponen en marcha para hacer que nos sintamos hasta felices cuando estamos dominados?"

El ser humano es violentado, incluso por la imagen hedonista y edulcorada de una visión de la vida y el mundo, inducida, estereotipada, con una sumisión consciente que se enarbola a partir de la libertad de expresión, vista muchas veces en la presencia de lo más descarnado y lacerante, del “sin fronteras” sicosocial, donde el discernimiento comunicativo marcha a la deriva del “todo para todos” que nos muestra el cine, el video, la televisión y la INTERNET como colofón de este proceso.

Problemas contemporáneos de la audiovisualidad

La violencia que comunican los medios puede ser una traspolación de la realidad, del conflicto humano exógeno a la imagen y expresado en términos de verdad icónica. No obstante, el guion, la edición, la fotografía y la edición implican el tamiz subjetivo y la guía audiovisual para el análisis de fenómenos y problemas. La selección implica inducción y mayoritariamente, manipulación. Aún en el reportaje y el documental, se ve aquello que destaca la fotografía y los sentimientos son transgredidos por los efectos expresivos de la banda sonora.

Es por esto que sociólogos, sicólogos y los propios comunicadores, ven en los medios masivos influencias incuestionables para la formación de la personalidad del individuo, muchas veces nocivas, aspecto que afrontan todos y que, tomar conciencia de ello es el primer paso hacia la autovacuna para enfrentarlo.

Con la exposición prolongada a programas violentos, el niño puede manifestar agresividad durante su desarrollo por imitación de las escenas, la identificación con tipos y caracteres tanto de victimarios como de víctimas, aceptan más fácilmente la violencia como solución a los problemas y se tornan inmunes al horror y situaciones violentas. Una audiovisualidad con el nivel de violencia actual que abarca desde un noticiario hasta un filme de ficción, puede constituir un serio peligro para el desarrollo multifacético, integral y por una cultura de paz, del hombre. Existen dos efectos que el consumo de violencia puede ejercer en el individuo:

  • Catártico: el potencial de violencia que ha acumulado el hombre lo lleva a canalizarlo hacia actos constructivos. La persona “descarga” a través de los personajes los pensamientos y sentimientos violentos. De hecho, verla en los medios le permite ponerse en contacto con ella sin experimentarla en la vida real y por tanto hace a la persona menos agresiva.
  • Mimético: produce la voluntad de repetirlo en la realidad, lo inspira y empuja a cometerla.

Los medios de comunicación de masas trasmiten temas populares que son noticias, crímenes, atentados, desastres, atrocidades de la mafia, efectos del alcoholismo y la drogadicción y esto se hace habitual. Los ciudadanos del mundo de hoy tienen acceso a una alta carga de imágenes horrendas, que de excepcionalidad se convierten en cotidianidad y ya no asombran. La reacción cada vez más permanente de la actitud trivial por saturación comunicativa ante la violencia, se hace mayoritaria y esto de por sí, es un problema. Ciudadanos pacíficos, gente íntegra visualiza pasivamente noticiarios y no reaccionan, sino aceptan o soslayan las situaciones violentas.

Todos los especialistas identifican como violencia “estilizada” aquella que se ve en novelas o filmes de aventuras, capa y espada, western, grandes espectáculos dramáticos en los cuales el espectador, dado los avances tecnológicos y los efectos especiales, tiende a sentirla como suya, a identificarse con el héroe y en particular, niños y adolescentes no pueden tomar suficiente distancia, sobre todo, aquellos de personalidad frágil e impresionable.

Las escenas violentas de filmes o seriales crean hábito y a veces impiden disfrutar de otras estéticas. De esto se aprovecha el conocido “cine comercial” para difundir de forma abrumadora productos de muy baja calidad artística, donde solamente se suceden asesinatos, escenas de acción, monstruos, en fin, horror para consumir sin ningún mensaje anexo.

De la violencia realista y la estilizada que ofrecen los medios de masas, la primera afecta muy severamente, a criterio de todos, pues usted puede llegar a convencerse de que la ficción no ocurrió y está a salvo; pero cuando se muestra la violencia con toda la crueldad de las guerras, los genocidios, los torturados y torturadores y en múltiples ocasiones se justifica la acción violenta, se está atentando severamente contra el futuro de la humanidad. La violencia consumida es una dosis diaria de deshumanización e impotencia a nivel global.

La connaturalidad con la agresión prepara a las personas para una mayor tolerancia de la violencia real con una tendencia a agredir no como última posibilidad, sino como instrumento idóneo para la solución de diferencias entre personas y grupos.

En la actualidad con la hegemonía de los grandes monopolios de la audiovisualidad, los megagrupos como American Online, Times-Warner-CNN-EMI o Universal –Seagram, entre otros, la verdad inducida es la verdad global. Hay una inclinación a justificar éticamente las guerras, con independencia de su legitimidad y a crear confusión entre comportamientos lícitos e ilícitos.

Estos grandes titanes de la difusión controlan la prensa escrita, editan libros, crean discos, videojuegos, producen películas, spots publicitarios, musicales, y vinculados a la Internet venden todo lo que el ciudadano necesita. Su industria al por mayor, así como la promoción (parte del marketing) ofrece el producto cultural que la mayoría demanda; pero a su vez fomentan un gusto estético a partir de mecanismos, entre los cuales, la violencia desempeña un rol trascendente.

Merita mencionar la intencionalidad xenofóbica y discriminatoria de los temas dedicados al terrorismo, al secuestro de rehenes y al vandalismo internacional incrementado con el derrumbe de las Torres Gemelas. Latinos, rusos, islámicos, son el blanco de los medios que predijeron hace ya muchos años, la propuesta actual de la ley contra inmigrantes que debate EEUU. Ya Hollywood los ha condenado y los ha hecho culpables de cuanto suceso denigrante pueda ocurrir en el planeta.

La violencia racial, que tan admirablemente quedó expresada en el filme CRASH, acreedor del premio Oscar 2006, ocupa hoy a directores y realizadores. Seriales y películas abordan con crudas escenas el enfrentamiento de negros y blancos, desde la esclavitud africana, la inserción y transculturación en Europa y América del negro, el fenómeno estadounidense del K.K.K., pero sobre todo y esta es la genialidad del guion de CRASH, cómo es imposible escapar al enfrentamiento racial, aun cuando trates de eludirlo y cómo mientras exista esta discriminación social, la única manera de enfrentarla es atacando o defendiéndote. Han sido igualmente violentadas en la pantalla como sector, las mujeres. Se estereotipan como símbolo sexual o en un falso feminismo, si triunfa profesionalmente es absolutamente desgraciada en las esferas de la plenitud sexual o la maternidad.

Los audiovisuales las encasillan y junto con los niños y los homosexuales, son el blanco de depredadores, de la violencia familiar o del entorno. En muchas ocasiones su credulidad o aproximación al prójimo la hace caer en trampas negándosele así las posibilidades que ha ganado. El documental, en particular el realizado por mujeres creadoras, ha despertado en defensa de estos maltratos, pero aún queda mucho por andar, si de hacer justicia se trata.

Es cierto, que la vulnerabilidad femenina, su sensibilidad extrema, la hace blanco perfecto para presentar “el dolor” descarnadamente. Nadie sufre como la madre, la esposa o la hija, una pérdida y por esto las lágrimas femeninas resultan indudablemente primeros planos conmovedores, tanto para el reportaje como para la ficción. Si es un filme de terror, expresa mejor el miedo, grita más alto que el resto, en las acciones son más torpes y sin caer en feminismos extremos, podemos afirmar que muchas veces la imagen de la mujer se ridiculiza, es humillada, se devela su intimidad para impactar con ella al espectador, se desnuda constantemente en pantalla física y moralmente.

Ya no solo es presentada como víctima, sino además como provocación de la violencia, es el motivo de la venganza, de limpiar el honor con sangre o incluso como victimaria ha encarnado hasta asesinas en serie que en algún momento fueron violadas. Este sentimiento de vulnerabilidad de la mujer se acentúa cuando va acompañada de los niños. La niñez, indudablemente excluida en gran parte del mundo de hoy de sus derechos, a pesar de las campañas de la UNESCO, es tema controvertido, pues los niños no solo son presentados en la pantalla como víctimas, sino sobre todo, hay que tener en cuenta a qué productos audiovisuales son expuestos. Si se compara el primer largometraje de Walt Disney, “Blancanieves” con la reciente versión “Blancanieves, una historia de Terror” el espectador podrá establecer con un solo ejemplo el papel protagónico que la violencia estilizada ha adquirido en la audiovisualidad. Video Juegos, filmes cada vez más impactantes e incluso dibujos animados, fomentan imágenes violentas creadas exclusivamente para ser consumida por los niños.

Hay en torno a esta problemática, un mal aún mayor: la poca responsabilidad del adulto ante lo que el niño consume, pues lo exponen a productos incluso censurados para la niñez. Telenovelas, filmes o seriales de violencia extrema, noticiarios y documentales agreden cotidianamente el universo visual del niño y lo convierten en un espectador ávido de violencia, adicto a los seudoproductos potenciados por los megagrupos que monopolizan los medios masivos de comunicación. El tratamiento del sexo es otra fortaleza polar de la violencia audiovisual. La agresión sexual, los depredadores y asesinos sexuales son una constante del suspenso y el policíaco como géneros. No obstante, lo más preocupante es la generalidad con que se presenta el sexo como encuentro agresivo, desprovisto de ternura. El sexo es el escape a los problemas, los protagonistas convertidos en héroes maniqueístas de los abundantes filmes de acción muestran mediante el sexo su virilidad y fuerza.

La homosexualidad es ridiculizada, discriminada, salvo en filmografías como las de Pedro Almodóvar quien ha sido no pocas veces excomulgado por presentar los numerosos matices del sexo, siempre con el denominador común del amor como motivo supremo y de las consecuencias de las pasiones humanas. La mayor parte de los productos audiovisuales actuales contienen sexo y solo una minoría, generalmente el cine independiente, los grandes directores o escuelas filmográficas trascendentes, lo manejan como parte del sentimiento amoroso. Se presenta la temática del SIDA como pandemia, pero al mismo tiempo la promiscuidad es la tendencia sexual que más abunda en los audiovisuales. La depravación, el machismo, la violación, se suceden constantemente además de que el “porno”, sobre todo en la Internet, es adicción de muchos consumidores de donde no quedan excluidos los niños como instrumento sexual. La selección eficaz, el debate con un discurso potencialmente educativo ante el filme, o la noticia violenta, en defensa de otras soluciones y reforzando los sentimientos de solidaridad ante cada hombre afectado por las catástrofes del planeta, colisiones y pandemias, urgen para padres y educadores.

Las películas-catástrofes, como las ha denominado la crítica, son otra arista de la violencia en tanto espectáculo. Repiten el tipo de guion en que se suceden los cataclismos del Apocalipsis bíblico, ahora reforzados por las teorías que demuestran el deterioro de la capa de ozono y del calentamiento global. Los tsunamis, el terremoto, los incendios, erupciones de volcanes y las invasiones extraterrestres, conforman una temática que por su reiteración y formulismo, han devenido género cinematográfico llamado “catastrofismo”.

El día de la independencia, Terremoto, Armagedón, Volcán, los hundimientos de buques, en las versiones de Titanic o en La tormenta perfecta, accidentes de trenes y aéreos, Super express 109, Aereopuerto, son una lista a tener en cuenta desde la década del 70 que han sofisticado los medios tecnológicos más avanzados buscando que el espectador se sienta parte del conflicto. Ejemplo: en Terremoto se inició un nuevo sistema sonoro con una cuarta pista llamado sensurround, que además de la voz, la música y los ruidos, graba sonidos electrónicos de baja frecuencia por debajo de los 16- 20 Hz que ofrecen una vibración comparable a la provocada por un movimiento sísmico. El espectador no presencia el terremoto, lo vive, está junto a los angustiados, siente la claustrofobia del avión o del barco del que no puede escapar y se une a los personajes en la única lucha posible, la de salvar la vida. La calamidad, sea natural, intencional o por accidente lleva al guionista a unir personajes dispersos que pasarán de hombres comunes a héroes, que dadas las excepcionales circunstancias se enfrentarán a lo imposible y lograrán salir vencedores. Por elevar al individuo cotidiano a la categoría de superhéroe constituyen hoy uno de los géneros más vistos en pantalla.

Los filmes bélicos son otros en los que la violencia asume el papel principal de la trama. Como parte del reflejo de la historia, las guerras mundiales, la gran guerra Patria de Rusia y las luchas nacionales por la independencia, cuentan con versiones magistrales y también son reflejados por muy malos filmes. El respeto al hecho, a la historicidad y la objetividad de la imagen, son en muchos casos irreverenciados. A partir de las versiones Hollywoodenses de la guerra en Viet Nam este género fue altamente manipulado. Apocalipsis Now muestra la versión norteamericana de la guerra desde una aparente denuncia de ilegalidades y sin presentar desde ningún ángulo la victoria militar del pueblo vietnamita. Múltiples películas han abordado las secuelas en soldados norteamericanos de la guerra y son escasos los filmes que revelan los problemas de los vencedores.

Las sátiras acerca de la guerra mezclando la comedia y la tragedia sin un sentido humano marcado destacan la desacralización que el lenguaje postmoderno ha instituido en los medios. Talentos como Charles Chaplin que fusionan lo trágico y lo cómico en tipos universales son únicos y quien no tiene esa genialidad para hacer de la sátira una joya audiovisual que conmueva y al mismo tiempo permita la risa, solo humilla y denigra.

Ante todas estas manifestaciones de la violencia en los medios de comunicación masiva, es pregunta necesaria, qué hacer para enfrentarla. Eludirla es imposible, pues casi la totalidad de las producciones la contiene, pero hay que educarse para no pasar a ser adictos de su consumo. Es fundamental tarea de la familia y la escuela, discernir qué se popone a los niños y cuánto tiempo están expuestos a la violencia audiovisual, así como conocer su personalidad y si son vulnerables o no ante lo que aprecian. Es una responsabilidad de esta generación educar a la futura en una cultura por la paz y los medios no coadyuvan a esto.

Un problema de todos

La violencia en los medios audiovisuales no es un conflicto que atañe a una nación o a una edad determinada. Nadie escapa al producto atrayente, aderezado con lo último en tecnología o con el asombro de lo insólito y en mayor medida si es terrorífico. Se pueden prevenir los efectos dañinos de estereotipos sexuales o raciales, dialogar sobre las múltiples situaciones violentas que como reflejo de la convivencia presentan los audiovisuales, pero sobre todo hay que estar alertas, no rendirse ante el placer del facilismo con que las recetas de la mercantilización audiovisual embrujan y no olvidar que esto es un problema de todos.

Fuentes

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  • Ramonet, Ignacio: Un delicioso despotismo. Tabloide. Ciudad de la Habana, febrero 2002.