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No había en este momento ningún frente abierto en el continente, la ocasión se presentaba propicia. El [[2 de julio]] de [[1940]] el canciller alemán comunica al jefe del OKW (el Estado Mayor del Ejército) el general[[Franz Halder]] su decisión de atacar a la URSS y le ordena la preparación de los oportunos planes de campaña. La mayoría del generalato responde con asombro y muchas reservas cuando conocen las intenciones del Führer.  
  
Planea sobre ellos el fantasma de [[Napoleon]] y su terrible retirada a través de las estepas en [[1812]].    Halder encarga al general de Estado Mayor Marcks el diseño de un plan concreto de ataque que responda a las directrices de Hitler; rapidez, avance en profundidad de las fuerzas acorazadas apoyadas por la Luftwaffe y embolsamiento y posterior aniquilación de los ejércitos enemigos por la infantería.
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Planea sobre ellos el fantasma de [[Napoleón]] y su terrible retirada a través de las estepas en [[1812]].    Halder encarga al general de Estado Mayor Marcks el diseño de un plan concreto de ataque que responda a las directrices de Hitler; rapidez, avance en profundidad de las fuerzas acorazadas apoyadas por la Luftwaffe y embolsamiento y posterior aniquilación de los ejércitos enemigos por la infantería.
  
 
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Napoleón optó por la vía central, por el ataque directo a la capital cuya caída provocaría la rendición del Zar. También se equivocó. [[Moscú]] cayó, mejor dicho las ruinas de Moscú incendiado por los propios rusos, y el Gran Corso, no supo que hacer con su conquista. Sin víveres ni suministros y sin posibilidad de encontrarlos en las desoladas estepas no tuvo más remedio que iniciar la retirada hacia el [[Oeste]], retirada que se convirtió en la dantesca tragedia de todos conocida.
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Marcks recibió la orden de preparar el ataque por las tres vías citadas de forma simultánea. El [[2 de agosto]] de [[1940]] el general presentó sus planes a sus superiores. En síntesis Marcks abogaba por un potente ataque central en dirección a Moscú acompañados por otros dos laterales, menos intensos, uno hacia [[Kiev]] y el otro en dirección a [[Leningrado]].
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Estimaba necesarias 110 divisiones de infantería acompañadas de las correspondientes unidades de artillería hipomóvil (en su momento de emplearán más de 600.000 caballos), 24 divisiones acorazadas (llamadas Panzer) y 12 de infantería motorizada para acompañar a los carros en su rápido avance. Todo ello bajo el paraguas defensivo y ofensivo de la poderosa [[Luftwaffe]].
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Lo primero es apostar el ejército en posiciones favorables para el ataque. Con el pretexto de alejar a las tropas alemanas de la aviación enemiga y de equilibrar la situación estratégica de defensa del país se justifica el traslado de las mejores unidades a acantonamientos cada vez más próximos a la [[Union Soviética]]. El problema de la logística es arduo. Si ya en [[Grecia]] los problemas de los suministros fueron de tal calibre que impidieron una victoria aún más rápida en [[Rusia]] las dificultades se van a multiplicar por mil.
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El programa se va desarrollando al pasar de los meses según los plazos previstos, se acumulan municiones, combustibles y pertrechos. Se establecen enormes almacenes en lugares adecuados para poder trasladar sus productos rápidamente al frente, se intensifica el entrenamiento de las unidades. Todo va bien, a pesar del escepticismo de muchos jefes alemanes, constante contra la que siempre tendría que luchar Hitler, que empaña levemente el optimismo de los jerarcas del partido cuyas motivaciones ideológicas eran más fuertes que los temores al potencial de Rusia que, como antes se mencionaba, consideraban en plena descomposición política y por lo tanto incapaz de defenderse.
  
  

Revisión del 12:15 6 nov 2011

Operación Barbarroja
Información sobre la plantilla
Fecha:22 de junio de 1941 al 5 de diciembre de 1941
Lugar:Europa Oriental, Unión Soviética
País(es) involucrado(s)
Bandera de Alemania Nazi Alemania Nazi Bandera de la Unión Soviética Unión Soviética Bandera de Rumania Rumania Bandera de Finlandia Finlandia Bandera de Hungría Hungría Bandera de Italia Italia Bandera de Eslovaquia Eslovaquia Bandera de Croacia Croacia
Líderes:
Comandantes:
  • Bandera de Alemania Nazi

Adolf Hitler

  • Bandera de Alemania Nazi

Franz Halder

  • Bandera de Alemania Nazi

Wilhelm Ritter von Leeb

  • Bandera de Alemania Nazi

Fedor von Bock

  • Bandera de Alemania Nazi

Gerd von Rundstedt

  • Bandera de Rumania

Ion Antonescu

  • Bandera de Finlandia

Carl Gustaf Emil Mannerheim

  • Bandera de la Unión Soviética

Iósif Stalin

  • Bandera de la Unión Soviética

Georgi Zhúkov

  • Bandera de la Unión Soviética

Aleksandr Vasilevski

  • Bandera de la Unión Soviética

Semión Budionni

  • Bandera de la Unión Soviética

Kliment Voroshílov

  • Bandera de la Unión Soviética
Semión Timoshenko
Ejecutores o responsables del hecho:
Bandera de Alemania Nazi Alemania Nazi


Operación Barbarroja. Realizada desde el 22 de junio de 1941 al 5 de diciembre de 1941, por Adolf Hitler como plan de invasión a la Unión Soviética por parte de las Fuerzas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial.

Hecho el cual abrió el Frente Oriental, el cual se convirtió en el teatro de operaciones más grande de la guerra, y escenario de las batallas más grandes y brutales del conflicto en Europa.

Resumen de los hechos

Hitler ha sido acusado de desarrollar una política en la que la mentira era considerada como un instrumento más para ser utilizado en el engrandecimiento de Alemania, nada nuevo por otra parte ya que este dudoso concepto moral ha sido utilizado por gran parte de los políticos de todos los tiempos y todo indica que así seguirá siendo. El caso es que la palabra del dirigente germano fue perdiendo credibilidad progresivamente en los círculos internacionales hasta llegar al desastre de 1939, es decir, a la guerra.

Sin embargo en una cuestión fue absolutamente sincero desde siempre; la expansión natural de Alemania debía realizarse hacia los países eslavos del Este. Ya en 1924, cuando escribió Mein Kampf durante su breve y cómodo período de prisión en la cárcel de Landsberg, quedaba esta idea diáfanamente explicada en sus páginas y en numerosas intervenciones públicas posteriores se ratificó en ella.

La agresión contra Polonia fue lógica consecuencia de lo anterior. Pero el 3 de septiembre el Führer se encontró con las declaraciones de guerra de Francia y Gran Bretaña encima de la mesa. No se esperaban, el gobierno germano estaba convencido de que esta situación no se produciría. Que las democracias, pese a sus advertencias la cancillería de Berlín, no guerrearían por la remota Dantzig lo había asegurado el incompetente ministro de Exteriores Joachim von Ribbentrop, asimismo, Hermann Goering, el segundo hombre del régimen, pensaba de la misma manera. En cualquier caso los temores al fracaso, si los hubo, fueron rápidamente disipados por las grandes victorias en las llanuras polacas y la pasividad de franceses y británicos en el Oeste.

Sometida Polonia, Hitler se dirige a los aliados desde el Reichtag el viernes 6 de octubre ofreciendo la paz. No hay respuesta, los alemanes están un tanto perplejos, no comprenden la obstinación del enemigo. No la comprenden porque no tienen en cuenta la política tradicional, de siglos, inglesa de no permitir nunca una sola nación hegemónica en Europa.

Si los británicos nada pueden hacer ya por los polacos, en realidad nunca hicieron nada militarmente hablando, y Alemania no tiene interés en atacar a Francia ni en amenazar al Imperio Británico. Lo que Hitler necesitaba, pese a su pacto contra natura con Stalin de Agosto del 39, era tener las manos libres para poder lanzarse sobre la podrida, creía él, que así era la estructura del régimen soviético y para ello necesitaba firmar la paz con los occidentales para no tener que luchar en dos frentes simultáneamente como en la Primera Guerra Mundial, situación estratégica que ponía los pelos de punta a los generales alemanes.

El desarrollo de la guerra llevaría a Alemania a pelear no solo en dos frentes, Africa y Rusia, sino en tres frentes a la vez a partir de Junio del 44; en Rusia, en Francia y en Italia.

Durante ocho meses se estuvieron enseñando los dientes ambos bandos en la frontera germano-francesa en el período que dio en llamarse la guerra tonta pero sin osar aventurarse en cualquier acción militar de envergadura. Los intentos por llegar a una solución política de la guerra no tuvieron éxito y Hitler se dio cuenta de que la única manera de salir del atasco era el ataque. El 22 de junio los galos firmaban el armisticio tras haber sido derrotados en cinco semanas por los alemanes.

Ahora la situación era totalmente nueva, pese a la derrota gala el nuevo jefe del gobierno británico, Winston Churchill, vociferaba desde Londres amenazando, con raras dotes proféticas, a Alemania con males apocalípticos si no se retiraba a sus fronteras inmediatamente. Seguía sin existir posibilidad alguna de acuerdo político pero ahora la amenaza del frente francés había desaparecido.

Por otra parte, Hitler sabía que la invasión de Inglaterra era imposible, no tenía medios, pero los ingleses tampoco estaban en condiciones de cruzar el canal ni lo estarían en mucho tiempo así pues el peligro de un ataque británico en el continente era inexistente. Además, el proyectado ataque a la URSS no duraría mas de cuatro meses en el peor de los casos, período demasiado corto como para que los británicos de reorganizasen.

No había en este momento ningún frente abierto en el continente, la ocasión se presentaba propicia. El 2 de julio de 1940 el canciller alemán comunica al jefe del OKW (el Estado Mayor del Ejército) el generalFranz Halder su decisión de atacar a la URSS y le ordena la preparación de los oportunos planes de campaña. La mayoría del generalato responde con asombro y muchas reservas cuando conocen las intenciones del Führer.

Planea sobre ellos el fantasma de Napoleón y su terrible retirada a través de las estepas en 1812. Halder encarga al general de Estado Mayor Marcks el diseño de un plan concreto de ataque que responda a las directrices de Hitler; rapidez, avance en profundidad de las fuerzas acorazadas apoyadas por la Luftwaffe y embolsamiento y posterior aniquilación de los ejércitos enemigos por la infantería.

Hipótesis de trabajo

  • En primer lugar se consideraba que el Ejército Rojo estaba a falta de mandos competentes debido a las masivas purgas de oficiales, generales y mariscales llevadas a cabo por Stalin en 1937-1938, muy bajo de moral y con un equipamiento deficiente, por ello la resistencia no se esperaba que fuera muy férrea. Unos cuantos golpes severos y la confusión se extendería sobre las fuerzas soviéticas.
  • En segundo lugar también era indiscutible que la situación política interna de la URSS estaba dominada por la inestabilidad de manera que una presión externa lo suficientemente fuerte provocaría la descomposición inmediata del sistema comunista.
  • En tercer lugar también era indiscutible que la inferioridad natural de los eslavos frente a los arios haría inútil la gran superioridad numérica de los soviéticos.
  • En cuarto lugar la campaña se debía desarrollar en un máximo de doce semanas para evitar combatir durante el riguroso invierno ruso. Por último el ataque se iniciaría a mediados de Mayo. Como se demostrará en los siguientes seis meses a la invasión las tres primeras premisas eran falsas y las otras dos no se cumplieron.

Pero el general Marcks debe partir de estos supuestos axiomáticos que él no puede poner en duda. Rusia tiene tres posibles vías de penetración. Al Norte la que conduce a Leningrado (antigua San Petersburgo que hoy ha recuperado su anterior nombre) a través de los países bálticos y la costa del mismo mar.

La segunda en el Centro es el camino en línea recta hacia Moscú que pasa por la capital de Bielorrusia, Minsk, para seguir por Smolensko hasta la capital soviética. Por último la ruta del Sur hacia el granero de Ucrania, su capital Kiev, la estratégica península de Crimea y por fin los ansiados campos petrolíferos de la zona del Cáucaso.

Napoleón optó por la vía central, por el ataque directo a la capital cuya caída provocaría la rendición del Zar. También se equivocó. Moscú cayó, mejor dicho las ruinas de Moscú incendiado por los propios rusos, y el Gran Corso, no supo que hacer con su conquista. Sin víveres ni suministros y sin posibilidad de encontrarlos en las desoladas estepas no tuvo más remedio que iniciar la retirada hacia el Oeste, retirada que se convirtió en la dantesca tragedia de todos conocida.

Marcks recibió la orden de preparar el ataque por las tres vías citadas de forma simultánea. El 2 de agosto de 1940 el general presentó sus planes a sus superiores. En síntesis Marcks abogaba por un potente ataque central en dirección a Moscú acompañados por otros dos laterales, menos intensos, uno hacia Kiev y el otro en dirección a Leningrado.

Estimaba necesarias 110 divisiones de infantería acompañadas de las correspondientes unidades de artillería hipomóvil (en su momento de emplearán más de 600.000 caballos), 24 divisiones acorazadas (llamadas Panzer) y 12 de infantería motorizada para acompañar a los carros en su rápido avance. Todo ello bajo el paraguas defensivo y ofensivo de la poderosa Luftwaffe.

Inicio de los preparativos

Lo primero es apostar el ejército en posiciones favorables para el ataque. Con el pretexto de alejar a las tropas alemanas de la aviación enemiga y de equilibrar la situación estratégica de defensa del país se justifica el traslado de las mejores unidades a acantonamientos cada vez más próximos a la Union Soviética. El problema de la logística es arduo. Si ya en Grecia los problemas de los suministros fueron de tal calibre que impidieron una victoria aún más rápida en Rusia las dificultades se van a multiplicar por mil.

El programa se va desarrollando al pasar de los meses según los plazos previstos, se acumulan municiones, combustibles y pertrechos. Se establecen enormes almacenes en lugares adecuados para poder trasladar sus productos rápidamente al frente, se intensifica el entrenamiento de las unidades. Todo va bien, a pesar del escepticismo de muchos jefes alemanes, constante contra la que siempre tendría que luchar Hitler, que empaña levemente el optimismo de los jerarcas del partido cuyas motivaciones ideológicas eran más fuertes que los temores al potencial de Rusia que, como antes se mencionaba, consideraban en plena descomposición política y por lo tanto incapaz de defenderse.


Consecuencias

Véase También

Fuentes

Bibliografía

  • Lozano, Álvaro. Operación Barbarroja. La Invasión alemana de Rusia, 1941. Barcelona, Inédita Editores, 2006.