Comunidad árabe en Banes

Comunidad árabe en Banes
Información sobre la plantilla
Alfabeto árabe.jpg
Muestra del alfabeto árabe
Fecha:1900-1915 (LLegada a Banes)
Lugar:Banes
Descripción:
Estos inmigrantes se asentaron en Banes durante el primer cuarto del siglo XX y fundaron una comunidad cuya huella perdura hasta la actualidad.
País(es) involucrado(s)
Bandera de Cuba CubaBandera de Siria SiriaBandera de Líbano Líbano


Comunidad árabe en Banes. En los componentes de la nacionalidad cubana, lo árabe está presente. Primero llegó indirectamente a través de lo español, como consecuencia de la impronta de ocho siglos de presencia en la península Ibérica, y luego de forma directa con las oleadas migratorias del mundo árabe, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, las que provenían fundamentalmente de Siria, el Líbano y Palestina, región que integraba la Gran Siria o el Levante propiamente dicho.

La crisis demográfica manifestada en Cuba como secuelas de los duros años de lucha contra España y el incremento, iniciando el siglo XX, de la penetración imperialista en la economía cubana, propiciaban la recepción de estos inmigrantes. A Banes, que despuntaba como un importante emporio estadounidense, llegaron, fundamentalmente, entre 1900 y 1915.

Motivos de la llegada de los árabes a Banes

El menoscabo económico, de oportunidades, de derechos, y la esperanza de estas personas de mejorar la difícil situación en que se encontraban por las cíclicas crisis económicas de la segunda mitad del siglo XIX, el proceso de turquización forzosa que se produjo en la etapa final de la dominación otomana y la devastación provocada por la Primera Guerra Mundial, impulsaron a la diáspora a miles de árabes. Por otro lado, en 1916 se adoptó y comenzó a aplicarse el Acuerdo Sykes – Picot, en virtud del cual Francia recibió en mandato a Siria y el Líbano, y Gran Bretaña se encargó de Iraq y Palestina. Este sistema de mandato se completó entre 1922 y 1924, de manera que los pueblos árabes, antiguamente sometidos por el Imperio Otomano formaron cinco Estados bajo el dominio de los franceses y británicos: Líbano, Siria, Iraq, Transjordania y Palestina.

“En 1916 la población árabe residente en Cuba se calculaba aproximadamente entre 9 000 y 10 000 personas. La cifra aumentó notablemente en el período 1920 – 1931.” [1]

Este incremento respondió también al cierre de la emigración legal a los Estados Unidos, en 1924. En el caso de Banes, aunque solo se cuenta con la fecha de llegada del 50 % de los inmigrantes árabes, se pudo determinar que el 32.1 % de ellos, arribó entre los años 19001915, favorecidos por las perspectivas que se abrían en el municipio, con el desarrollo de la United Fruit Company.

Caracterización sociodemográfica de los inmigrantes árabes en Banes

En las nacionalidades presentes en el proceso inmigratorio del mundo árabe a Cuba, el mayor porcentaje corresponde a los provenientes del Líbano,[2] quienes, a raíz de la tensa situación política, económica y religiosa que sufrían por el despotismo de los sultanes turcos – en la que las comunidades de cristianos maronitas fueron las más afectadas – prefirieron emigrar.

En Banes los libaneses también son mayoritarios, representan el 75 %, con 21 inmigrantes. Analizando la zona de procedencia de ellos, muchos plantean que provienen de Monte Líbano, Siria. Monte Líbano es una provincia del Líbano, pero “en el período post-otomano dentro de Siria se incluía al territorio moderno de Siria, el Gran Líbano, el territorio Alawita y el Djebel Druso.”[3]

El investigador Rigoberto Menéndez Paredes considera que

“(…)el componente árabe emigrado a Cuba fue una suma de nacionalidades arabo parlante, cuyo distingo étnico fue marcado nominalmente por la diversidad confesional.”[4]

En el caso de Banes todos son católicos, como sucedió mayormente en todo el país, quizás porque la afinidad litúrgica del confesionalismo[5] de los árabes con el catolicismo imperante en Cuba, produjo una asimilación religiosa entre los inmigrantes mesorientales.

Resulta oportuno señalar que en el corredor montañoso libanés, que en período perteneció a Siria, predominan los cristianos maronitas, grupo religioso cuya presencia es significativa en la emigración a Cuba. Además en Siria, Palestina y el Líbano se encuentran también los greco – ortodoxos, otra escisión del cristianismo.

De los 30 levantinos establecidos en Banes, se hicieron ciudadanos cubanos 22, lo que representa el 66.6 %, cuestión significativa pues a diferencias de otras corrientes migratorias radicadas en Cuba, esta inmigración no fue producto de acuerdos o tratados con sus países de orígenes; su llegada fue individual, en pequeños grupos, que eligieron libremente su destino. Llama la atención que siete de estos inmigrantes son de ciudadanía francesa, cuestión que se explica por ese protectorado francés que sufrieron estos países, al terminar la Primera Guerra Mundial. La adquisición de la ciudadanía cubana significaba la decisión de permanecer en este país y constituía un paso jurídico importante para el proceso etnoasimilativo que se iría imponiendo paulatinamente.

Aunque no se cuenta con la edad de todos, se pudo determinar que a su llegada la mayoría eran jóvenes, pues los grupos etáreos oscilaban entre los 11 y los 30 años de edad, es decir, en la etapa de la adolescencia y juventud; lo que los hace más vulnerable al proceso de asimilación paulatina a la nueva tierra que los acogió.

El 46.4 % de estos inmigrantes eran solteros en el momento de su registro oficial en el municipio, elemento característico de los procesos migratorios, personas sin muchas ataduras familiares que salían a iniciar una nueva vida o a buscar fortuna. El 50 % manifestó estar casado, de estos matrimonios la mayoría se realizó entre cónyuges árabes, en estos casos fue imposible comprobar si los casamientos se produjeron en los países de origen o en Cuba, por no especificarlo las fuentes.

Aunque a través de los de matrimonio intraétnicos contribuían con la preservación de su cultura, sólo algunos inmigrantes que conforman la primera generación, practicaron este tipo de matrimonio, el resto de las generaciones optó por la mixtura étnica, lo que favoreció el proceso de asimilación cultural.

En el plano de las relaciones matrimoniales la endogamia fue la característica fundamental de la estructura familiar de estos inmigrantes. Los árabes radicados en Cuba no practicaron la poligamia, aunque en sus países es permitido. Además un gran número de los radicados en Banes pertenecían a comunidades cristianas, que tienen otro concepto del matrimonio, pues le atribuyen a este dos propiedades esenciales: la unidad y la indisolubilidad; consistente en la unión de un solo hombre con una sola mujer y se opone al divorcio con ruptura de vínculo. Este acto lo han efectuado por la iglesia la mayoría de los miembros de todas las generaciones, hasta la actual.

El reducido número de población árabe en el municipio, mayormente masculina propició el progresivo mestizaje. Esas relaciones matrimoniales que se formaron con mujeres nacidas en Cuba – descendientes o no – fueron generando procesos de transmisión de rasgos culturales a nivel intergeneracional, condicionados por el activo papel de la madre endógena hacia sus hijos y nietos, también nacidos y educados en un nuevo medio espacial, temporal y cultural. La mixtura étnica se fue imponiendo gradualmente, en la medida que las generaciones de descendientes no vieron, en este tipo de matrimonio, la significación y tradicionalidad que tenía para sus ancestros.

El proceso de asimilación étnica natural, a partir del intercambio socio – cultural entre esta minoría y el etnos mayoritario se vio favorecido por las relaciones matrimoniales con cónyuges cubanos. Además de imponer la mixtura étnica, propiciaron que los parámetros lingüísticos – culturales se manifestaran de manera diferente en las diversas generaciones.

Estos inmigrantes se comunicaban entre ellos en su idioma, por lo que muchos miembros de la segunda generación alcanzaron un gran dominio del árabe; en cambio los de la tercera generación, aunque lo entendían un poco, no lo hablaban. Llama la atención que en las familias árabes – cubanas, algunos cónyuges cubanos lograron aprender el idioma foráneo, por la necesidad de comunicación, pero no existió un interés de enseñarles a los descendientes el idioma de sus ancestros, lo que conllevó a que se perdiera el bilingüismo.

Como bien plantea Sergio Valdés Bernal, el inmigrante árabe se fusionó rápidamente con el cubano y son escasísimas las familias que preservan la lengua de sus padres ya que las jóvenes generaciones han preferido el uso del español,[6]en el que encontramos gran cantidad de palabras del idioma árabe pues la influencia de este en el español es una de las más trascendentales.

Los inmigrantes árabes escogieron para su asentamiento las regiones urbanas de la Isla, las zonas comerciales, y los pueblos con desarrollo de la industria azucarera, características que encontraron en Banes. No obstante, en este municipio prefirieron el centro de la ciudad, o sea, la zona del comercio, pues no se reporta la presencia de ningún árabe en el batey del central Boston, ni como empleados de esta industria.

Oficios

En Cuba los levantinos encontraron una opción que rivalizó con los inmigrantes de origen hispánico: el comercio.

“Fue sin duda el comercio el renglón ocupacional que mayormente les identificó desde el inicio del proceso migratorio árabe a Cuba.”[7]

No obstante este lo desarrollaron de forma diferente; mientras los españoles lo realizaban permanente en espacios fijos y públicos, concebidos para ellos, es decir a través de un sistema de tiendas, los árabes implementaron la variante ambulatoria.[8]Adquirían retazos de tela de la forma más barata, aprovechando los conocimientos de costura de algunas mujeres, estas confeccionaban las ropas y los hombres las vendían de casa en casa.

Estas personas practicaron diversos oficios, pero se dedicaron principalmente a la actividad comercial, incluidos los productos típicos de la Tierra Santa: quincallerías, joyerías, así como encajes, sedas y alfombras.

Las mujeres eran amas de casa, consideraban que su principal responsabilidad era la de dedicarse al hogar, y al desarrollo y cuidado de la familia como institución básica; mientras que la responsabilidad de los hombres se centraba en la manutención de la casa.

Algunos descendientes practicaron oficios relacionados con el trabajo manufacturado, entre ellos los hermanos Luis y Julián Haddad Jorge. Luis se convirtió en un afamado carpintero ebanista, que no sólo trabajó para la United Fruit Company, sino que sus muebles embellecieron los salones de las principales sociedades y clubes del municipio, así como las viviendas de la burguesía local. Julián por su parte, fue un orfebre fino, dedicado a la joyería en oro, por la influencia de su tío Ignacio Haddad Jorge, que aunque no se dedicó a la práctica de este oficio, era dueño de una joyería, donde confeccionaban, vendían y reparaban prendas.

El oficio de joyero fue practicado por otros descendientes de segunda generación, de familias como los Tillán. Es de destacar que en el municipio existían joyeros de origen cubano, pero predominaban estos de ascendencia libanesa, que eran los más afamados por la creatividad y calidad de sus trabajos.[9]

Legado cultural de la inmigración árabe en Banes

El investigador Ernesto Gómez Abascal afirma, que la herencia cultural de los árabes llegó a Cuba a través de lo español y dentro de lo español, debido a lo cual la magnitud de esta influencia es generalmente desconocida.[10] Partiendo de que muchos peninsulares que se asentaron en Cuba, provenían de Andalucía y algunos probablemente - producto del proceso de transculturación, ocurrido en sus tierras de origen - poseían sangre árabe, a raíz del proceso de conquista de España, trajeron consigo variadas manifestaciones de esta poderosa cultura, como resultado de este profundo y prolongado mestizaje cultural.

Patio interior antigua Colonia española

Los españoles nos legaron la influencia de la arquitectura y las técnicas de construcción mudéjares o hispanomoriscas, según Joaquín Weiss los bellos patios interiores y balcones, las soleras talladas y los detalles decorativos en madera y yeso.[11] En Banes estos elementos se pueden observar en el patio interior y las balconaduras de la sede de la antigua Colonia española, así como en las decoraciones de sus paredes y techos.

Muchos investigadores consideran que

“(…) la facilidad de integración de los emigrantes árabes en la sociedad cubana ha sido propiciada por la existencia de esa aportación árabe, transmitida por los españoles.”[12]

Realmente existía afinidad del componente árabe con el hispano producto al intercambio cultural que se había producido siglos atrás en la península, durante la dominación árabe, la cual conllevó a que el inmigrante árabe que llegó a Cuba materializara un rápido proceso de integración a la cultura cubana, a tal punto que sus descendientes no se diferencian prácticamente del resto de la población. Se fueron fundiendo con el cubano, aprendieron su lengua - en la cual existen numerosos arabismos como consecuencia de la convivencia de los dos idiomas (árabe y español) durante casi ocho siglos en España - y se adaptaron a sus costumbres sin perder las propias.

Instituciones

En el proceso de asimilación cultural con el cubano, la iglesia católica sirvió como un espacio de confluencia colectiva, fundamentalmente para los libaneses pues la afinidad litúrgica de los cristianos maronitas con el catolicismo existente en Cuba, motivaron la conversión de su fé. De ahí que todas las familias del mundo árabe, asentadas en Banes, formen parte de la comunidad católica, donde no sólo han profesado su fe cristiana, sino que desde allí han contribuido con la cultura local.

Iglesia Católica de Banes

En el plano de las instituciones resulta oportuno señalar que las sociedades benéficas de los arabos parlantes fueron muy efectivas en la conservación de la unidad entre los coterráneos. Su principal objetivo era mantener relaciones de amistad, solidaridad y fraternidad entre sí. Entre 1904 y 1958 se fundaron más de 25 asociaciones de este tipo en Cuba.[13]

En la actual provincia Holguín se fundaron la Sociedad Juventud Libanesa de Holguín, en 1923 y la Unión de Sirios y Libaneses de Cueto, en 1935. Sin embargo, en Banes – localidad donde existían otras sociedades de instrucción y recreo de carácter étnico (española, jamaicana, entre otras) – se observa que los inmigrantes árabes no se organizaron en una asociación, ni se incorporaron a las existentes en la provincia; particularidad que también se manifiesta en otros municipios de esta provincia (Gibara, Báguanos, Mayarí, Sagua de Tánamo y San Germán), quizás porque no contaban con la cantidad de personas necesarias para su fundación o porque no sintieron la necesidad espiritual e institucional de organizarse. Esta negativa al asociacionismo pudo estar motivada por el proceso de desarraigo de sus valores culturales que fue acelerado, en relación con los otros grupos migratorios, dado por las características comunes ya anteriormente apuntadas que encontraron en Cuba.

El hecho de no contar con una institución, desde la cual mantener y transmitir sus tradiciones, pudo influir en que los descendientes no mantienen los bailes típicos de sus ancestros.

Se observa que entre ellos tuvo mayor fuerza la familia como institución, de ahí que las variantes más usadas en sus reuniones colectivas, fueran de tipo familiar, aunque en ocasiones celebraban fiestas, en la casa de algún inmigrante, donde participaba una buena parte del grupo, y servían platos típicos. Además era una tradición reunirse toda la familia el domingo, en la casa de los padres, y para esa ocasión también servían los platos mesorientales.

Literatura oral (refranes)

En relación a la cultura espiritual de los inmigrantes árabes, que forma parte de la memoria histórica cultural de las generaciones de descendientes, se encuentra la literatura oral y dentro de ella, los refranes. Estos no son privativos de un grupo social o étnico determinado, su uso es muy común en la norma del hablante, por su espontaneidad y rápida transmisión. Además por su brevedad y la fuerza de las imágenes que emplean, se fijan con facilidad en la memoria.

Las fuentes orales de ascendencia árabe aportaron algunos refranes utilizados por estos inmigrantes, los cuales – de acuerdo a su significado semántico – expresan diferentes sentencias, por lo que se toman como referencia los criterios del investigador Esteban Ribaniuk, acerca del funcionamiento de los refranes, en dependencia de la situación y el ambiente en que se emplean, así como el estado de ánimo del hablante,[14] para clasificarlos de acuerdo a lo que indican:

  • Paciencia
  • Siéntate a la puerta de tu tienda y veras pasar el cadáver de tu enemigo.
  • Precaución
  • Para conocer bien a una persona, tienes que comerte con ella una arroba de sal.
  • Que nunca sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha.
  • Fidelidad
  • Yo y mi hermano contra mi primo hermano y yo y mi primo hermano contra el extraño.
  • Envidia
  • El árbol que da más frutos es al que más piedras le tiran.[15]

De manera general en este grupo de refranes se constatan actitudes como: el recelo, la desconfianza, la precaución, la discreción, el estar siempre en un estado de alerta ante algo, es decir al acecho de algún mal o algo negativo, lo cual manifiesta particularidades del carácter de los árabes.

El uso de estos refranes ha quedado congelado en la memoria de la segunda generación y en algunos miembros de la tercera, formando parte de la memoria cultural tanto de las mujeres como de los hombres. Los mismos se conservan en su versión original, en idioma español: ya que no han preservado la lengua de sus ancestros. La cuarta generación de descendientes (que es la actual) los han oído en sus casas, pero los mismos no están incorporados a su habla cotidiana, por lo que puede afirmarse que forman parte de una memoria histórica.

Cultura culinaria

Para los inmigrantes árabes el acto de ingerir los alimentos era un ritual, se sentaban se sentaban todos juntos a la mesa y cada quien tenía su puesto, veían esta acción como una forma de que los miembros de la familia permanecieran integrados a ella. Como católicos que son agradecían a dios el alimento recibido.

Muchos alimentos los toman con la mano, en este caso con la derecha, usando trozos de pan o de lechuga como cucharas, para el arroz utilizan los cubiertos occidentales. Esta tradición se mantiene hasta la tercera generación, pero sólo la ponen en práctica, en celebraciones de fechas significativas como: Navidad y Año Nuevo.

Pan Magrebi

La comida árabe se caracteriza por ser muy fuerte en pimienta y abundar en ella ingredientes como el arroz y el trigo, particularidades aportadas por estos inmigrantes y que se han transmitido de generación en generación. Sus descendientes expresan que la mayoría de los platos elaborados son a base de trigo, carne de carnero, con la utilización de especies y condimentos, los cuales han quedado como práctica permanente para muchos de ellos. Estos inmigrantes y sus descendientes comían diariamente sus platos árabes, luego cuando fueron escaseando algunos ingredientes, elaboraban este tipo de comidas solo en fechas significativas, aunque también decidieron sustituir ingredientes como la crema de ajonjolí por la mayonesa. Los ingredientes con los que preparan las recetas son siempre frescos, ya sea carne de carnero, aves, pescado o frutas.

Las recetas más utilizadas en la actualidad son el quibe y el quibile.

El quibe contiene carne de res molida y machacada, trigo húmedo y machacado, que se junta con la carne, hasta formar una pasta, que luego se rellena con un aporreado de carne de cerdo con cebolla, piñón y pimienta dulce. Se le puede dar forma cilíndrica, cuadrada o redonda. Se fríe en abundante aceite, bien caliente y se come acompañado de yogur.

El quibile es una ensalada que se prepara con trigo y vegetales (tomate, perejil, cebolla, aceite y limón). Se remoja el trigo y se deja en reposo hasta que crezca, los vegetales se cortan en trocitos pequeños y después se junta con el trigo, finalmente se le agrega el aceite y el limón. Se sirve en hojas de lechuga o de col.[16]

Existen también recetas de aperitivos y otras en las que el uso del arroz es muy común, así como su elaboración con algún otro ingrediente.

Salata

La mayoría de estas recetas fueron aportadas por descendientes de tercera generación, principalmente de la familia Haddad - Jorge, que aunque se autodefinen como cubanos, en ellos se han ido formando rasgos de etnicidad que sintetizan aportes de sus ancestros, los cuales abarcan esferas de la vida, como las costumbres culinarias. Estos rasgos identifican al grupo en relación con los otros, de ahí que su identidad se exprese en una autodefinición que configura una expresión eminentemente ideológico – cultural.

Las comidas sólidas como el quibe se las servían en sus platos y las comían con las manos, acompañadas de pan; las ensaladas sí las comían con cubiertos.

Para noche buena asaban un cerdo y se reunía toda la familia, para fin de año se reunían nuevamente, pero de comer solo elaboraban ensaladas, galletas y dulces. Los viernes de semana santa nunca comían carne roja, costumbre vinculada a su fé católica.

Indudablemente el arribo del componente árabe a este municipio, aún tratándose de una minoría, ha dejado una huella cultural en sus descendientes, y ha aportado a la historia y cultura de la localidad.

Referencias bibliográficas

Bibliografía

  • Fuente: Dr. C. Yurisay Pérez Nakao. Historiadora de Banes.
  • Enciclopedia Universal Espasa Calpe. T 30.
  • Ernesto Gómez Abascal: "Presencia Árabe en Cuba", en: Revista El Árabe. La Habana. No. 43. 1992 - 1993. (Edición especial).
  • Mario González: Los árabes. La Habana. Editorial Ciencias Sociales, Colección Civilización y Cultura, 2003.
  • Jesús Guanche Pérez et al: Presencia Árabe en Cuba. Mapa plegable. Fundación Fernando Ortiz y Unión Árabe de Cuba. La Habana. Ediciones Geo, 2001.
  • Materiales manuscritos de Iris Haddad Muñoz. (Descendientes de árabes).
  • Rigoberto Menéndez Paredes: Componentes árabes en la cultura cubana. La Habana. Ediciones Boloña, Publicaciones de la Oficina del Historiador de la Ciudad, 1999.
  • Esteban Ribaniuk: “Estructura y semántica de los refranes cubanos”, en: ISLAS. Villa Clara. No. 95. Enero – abril de 1990. p. 21 – 52.
  • Sergio Valdés Bernal: Lengua regional e identidad cultural del cubano. La Habana. Editorial Ciencias Sociales, 1998.
  • Joaquín Weiss: La arquitectura colonial cubana. Tomo I. La Habana. Editorial Letras Cubanas, 1979.
  • Entrevista realizada a descendientes de árabe y personas vinculadas a ellos:
  • Yesmin Leyva Haddad (Descendientes de árabes).
  • Juan Bosco Hernández Haddad. (Descendientes de árabes).
  • Olga Haddad Aguirre (Descendientes de árabes).
  • Asunción Cuesta López. (Historiadora empírica de la ciudad).