Baibrama

Baibrama
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Religión o MitologíaMitología aborigen antillana
Patrón(a) o Dios(a) deDios de la yuca y el casabe


Baibrama. En la mitología antillana representa un numen cultivador de la yuca, guardián de la fertilidad y juez severo de la calidad del casabe. En Cuba también se le ha conocido por el nombre de Mabuya.

Iconografía

Su figura acuclillada con los brazos en jarras y las manos sobre los muslos o sobre las rodillas, muestra un talante iracundo, con unos dientes amenazadores. De torso delgado y escasa musculatura, más parece un símbolo del arbusto de la yuca que una deidad propiamente dicha. A la fertilidad y a la virilidad alude el falo erecto que se repite en todas las imágenes del cemí. En ocasiones se aprecia un tablero en la cabeza, para recoger el zumo venenoso de la yuca amarga.

Etimología del nombre

El análisis del nombre de este cemí debe dirigirse a su función tutelar del principal alimento de los aborígenes y los epítetos por los cuales es nombrado. Arrom en sus notas al libro de Pané dice que "Aiba" y "Buya" (Bugia et Aiba) parecen epítetos más bien que el nombre del cemí y plantea que estos significaban "feo" y "malo" para lo que se basa en Brinton y Stradelli bajo los términos "tupí ayua" y "puxí". Refiere además que Baibrama tal vez pudiera haber sido un dios tutelar relacionado con el hogar, según otra referencia.

Mitología

El mito recogido por Pané refiere que cierta vez, en el comienzo de los tiempos, durante una de las tantas guerras, crueles enemigos sometieron a Baibrama a horrendos maltratos, por los cuales pereció quemado y mutilado. Sus fieles rescataron el cadáver, que fue por ellos uncido en gran veneración con el zumo de la yuca, y ante todos le crecieron los brazos, las piernas, le brotaron de nuevo los ojos, y de su cuerpo desapareció todo recuerdo de las quemaduras. De modo que la divinidad recobró su antigua vitalidad y asumió una nueva misión, convertido luego de su renacimiento, en el numen cultivador de este precioso tubérculo, guardián de su fertilidad y juez severo de la calidad del casabe. Tarea en la cual Baibrama brindó un gran aporte a su pueblo, que a partir de entonces abandonó el nomadismo, se tornó sedentario y mejor alimentado.

Y así Baibrama cuida de que la fertilidad de las plantaciones no decaiga, y castiga a aquellos que no las atienden o que por descuido dejan el veneno del zumo de la yuca en el casabe. Que quien coma de ese casabe enferme y hasta muera, ese es su castigo. Es posible confirmar una relación de aquellos grupos sociales con la yuca, donde el simbolismo de muerte y resurrección estaría en función de la ceremonia de unción con el jugo de dicho tubérculo, lo que sería un intercambio de almas entre el hombre y su tótem; ceremonial iniciático de larga tradición entre muchas de las tribus de la América toda.

De esta manera el restablecimiento de Baibrama, sería atribuido a la infusión de una vida nueva que recibe de su tótem, donde este cemí, una vez más refleja al personaje que sale de su marco habitual, para convertirse en líder reconocido, capaz de cambiar los destinos de su pueblo y luego, al pasar del tiempo ser convertido en divinidad adorada. Todo lo cual ocurre, únicamente después de ser solemnemente bañado (en ritual de veneración) con el totémico jugo, produciendo un renacimiento, que bien pudo haber sido del orden espiritual, donde brazos, piernas y ojos, puedan tener además otra interpretación más profunda, tal vez poética, tal vez codificada.

Culto

Otro aspecto interesante de este cemí es su doble función como espíritu protector y héroe cultural, Baibrama, ídolo venerado por los primitivos, sujeto a un culto, también participa en el tiempo primigenio u originario y su función etiológica dentro de este es la de hacer la yuca “la que hoy es gorda y crecida”.

Como en muchas otras culturas, ocurre un asesinato primigenio. En este caso, un ser divino se deja inmolar a fin de que los tubérculos (en este caso la yuca) o los árboles frutales pudiesen brotar. Para todos estos pueblos paleocultivadores, lo esencial consiste en evocar periódicamente el acontecimiento primordial, en este caso, lo que realmente se quema con periodicidad, para el crecimiento de la yuca, es el bosque (técnica de roza) y no la imagen del cemí, aplicando así un antiguo método de fertilización del terreno en que se cultivará, además de realizar un regreso simbólico al tiempo originario, una rememoración, eje central de su vida religiosa donde se encierran los principios y paradigmas que rigen la conducta del grupo humano.

Fuentes