Plaza Central de Tegucigalpa

Plaza Central de Tegucigalpa
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Ubicación Geográfica:Tegucigalpa, Bandera de la República de Honduras Honduras

Plaza Central de Tegucigalpa. Plaza de gran valor histórico, protagonista de innumerables actos y acontecimientos, que muestra en diferentes épocas la historia de Tegucigalpa y donde se ha logrado conservar el legado de sus antepasados.

Historia

Como todas las poblaciones que los españoles fundaron en las tierras descubiertas por Cristóbal Colón, la plaza central, alrededor de la cual se construían la Iglesia Parroquial, el inmueble de la autoridad local y otros edificios públicos, era el principal centro donde los habitantes acudían a los eventos religiosos y oficiales. Tegucigalpa, no podía ser la excepción de este prototipo de poblado colonial y su plaza central se delineó desde la época en que Don Juan de la Cueva fue nombrado como el primer alcalde mayor del Real de Minas.

Las investigaciones realizadas por el doctor José María Reina Valenzuela, recogen aspectos importantes sobre los años que después de 1578, determinan los cambios que se realizaron al organizarse el centro minero que originalmente comenzó a levantarse con las casas construidas en el sitio donde hoy está ubicada la Iglesia de Los Dolores.

Para establecer el centro y determinar la jurisdicción de Tegucigalpa, se aplicaron los términos contemplados en la real provisión ordenando que se designaran los solares donde se construirían la iglesia, la Caja Real, el edificio del Cabildo, la casa del cura, un sitio para atender a los enfermos y otras dependencias, prohibiéndose asignar a particulares predios para ser utilizados para levantar viviendas. Desde la plaza central se determinó que salieran dos calles anchas que pasaran por sus laterales de oriente a occidente y dos calles angostas orientadas de norte a sur que de acuerdo a los primeros trazos se comunicaran con otras calles y callejones provenientes de los sitios donde residían españoles, mestizos e indígenas.

La primera iglesia parroquial de Tegucigalpa, construida de adobe y madera, quedó reducida a cenizas en el año de 1746 cuando un voraz incendio destruyó la hermosa estructura que se encontraba al lado del primer Convento de La Merced a un lado de la plaza. La nueva iglesia parroquial comenzó a construirse años después de la tragedia, gracias al esfuerzo y empeño del presbítero don José de Zelaya, cura párroco que contrató los servicios del arquitecto guatemalteco Gregorio Niancaceno Quiroz, el artista tallador Vicente Gálvez y sus hijos, quedando concluida la obra en 1782 siendo consagrada como Catedral de Tegucigalpa por el Obispo Fray Antonio de San Miguel el día 28 de septiembre día dedicado al Patrón de la Villa, San Miguel Arcángel.

El Real de Minas comenzó a crecer en pobladores y en casas que estaban ubicadas en los primeros barrios. Al otorgársele el título de Villa en 1768, Tegucigalpa ya era uno de los centros poblacionales más importantes de la provincia y en su plaza central se realizaban los eventos oficiales y religiosos de mayor relevancia. En diciembre de 1821, cuando la Junta Provincial de Gobierno de Guatemala le concede a Tegucigalpa por su lealtad a la independencia el título de ciudad, en su plaza central se llevaron a cabo los festejos que las autoridades del Cabildo compartieron con el pueblo. Muchos años pasaron y la Plaza de Tegucigalpa era un predio vacío, con sólo unas bancas de madera para que descansaran los parroquianos y después de la independencia se instaló una enorme asta frente a la Catedral donde se izaba primero el pabellón de la República Federal y después el emblema del Estado de Honduras.

Cuando en 1880 el doctor Marco Aurelio Soto traslada la capital de Comayagua a Tegucigalpa, una de las primeras iniciativas de su gobierno es remodelar las plazas existentes, la central, la del Convento de La Merced, la de San Francisco y la de Comayagüela. Ordena a Francia la confección de una estatua ecuestre del general Francisco Morazán y cuatro representativas de las cuatro estaciones del año para ser instaladas en la Plaza Central, una estatua del ilustre hondureño José Cecilio del Valle para ser ubicada en la Plaza de San Francisco, dos bustos uno de José Trinidad Cabañas y otro del padre José Trinidad Reyes para la Plaza de La Merced y una hermosa estatua de Cristóbal Colón para Comayagüela. Como el pedido de las obras escultóricas no fue entregado durante su gobierno, le correspondió al general Luis Bográn el día de su toma de posesión el 30 de noviembre de 1883, una vez tomada la promesa de ley en el salón de sesiones del Congreso Nacional, primero desvelizar la hermosa estatua del Paladín de la Unión Centroamericana en la Plaza Central y luego las de Valle frente a San Francisco, los bustos de Cabañas y Reyes en La Merced y frente al Mercado "San Isidro" la de Cristóbal Colón.

La plaza central pasó desde esa fecha a llamarse Parque Morazán. La estatua del héroe se colocó en el propio centro y en las cuatro esquinas las representativas de las estaciones del año. Se levantó un hermoso quiosco en el extremo suroriental que servía para los conciertos y representaciones artísticas populares. Se colocaron bancas, se sembraron árboles y años después se colocó una verja de hierro a su alrededor, se instalaron faroles decorativos en 1907 y en los años treinta a su alrededor se construyeron unas enormes bancas de cemento en forma semicircular que le daban al lugar el señorío del más elegante jardín público de la capital. Rodeaban al parque en aquellos años, la Catedral Metropolitana, el viejo edificio del Tribunal Superior de Cuentas, el Museo Nacional, La Samaritana, el Banco de Honduras, un viejo inmueble donde funcionaba la tienda de los hermanos Hasbum conocida como La Moda de París, Los Corredores y una esquina del edificio propiedad de don Trinidad Mendoza donde funcionó la Farmacia Unión.

La estatua del general Morazán estaba dirigida hacia el sur como atisbando desde el bronce los campos de la batalla de La Trinidad donde su genio militar se cubrió de gloria. Su imponente figura estaba frente a la entrada de la Catedral, templo en el cual recibió las aguas del bautismo en 1792 y además el pedestal estaba donde se sembró la estaca que los medidores José Antonio Avilés y Lucas Romero utilizaron en 1763 para trazar las cuatro leguas a la redonda que le daban jurisdicción territorial al Real de Minas de Tegucigalpa.

Estas consideraciones históricas no fueron tomadas en cuenta por los urbanistas que en la década de los setenta, decidieron convertir el Parque Morazán en una Plaza Cívica, cerraron la calle que pasaba bordeando el atrio de la Catedral, cortaron la Avenida Paz Baraona para transformarla en calle peatonal, cambiaron el sitio de la estatua y la orientaron hacia el norte, en fin, el modernismo devoró la historia de la ciudad haciendo desaparecer el sabor colonial del centro tegucigalpense, contribuyendo esa expansión a que la plaza se desordenara hasta convertirla en un enorme mercado central con la presencia de los vendedores ambulantes.

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