Saltador de toros minoico (Grecia, 1700-1450 a. n. e).

Saltador de toros minoico (Grecia, 1700-1450 a. n. e.)
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Estatua de bronce de toro y acróbata, encontrada en Creta, Grecia, 1700-1450 a. n. e.

Estatua de bronce de toro y acróbata. Es una pequeña escultura de bronce de un toro con una figura saltando sobre él, es uno de los objetos más destacados de la colección minoica del Museo Británico. Proviene de la isla de Creta, en el Mediterráneo, donde fue hecha hace unos 3700 años.

Descripción

Es una escultura dinámica y hermosa, que te transporta de inmediato a la realidad y lo que no es menos importante, al mito de la historia de Creta. Es una representación literal de algo que para la mayoría de la gente de hoy es sólo una metáfora, coger el toro por los cuernos es lo que culaquiera hace cuando se enfrenta a los grandes problemas morales de la vida. Pero la arqueología sugiere que, al parecer, hace unos 4000 años toda una civilización se sintió colectivamente fascinada tanto por la idea como por el acto de enfrentarse al toro. El porqué de ello es uno de los muchos misterios de una sociedad situada en la encrucijada de África, Asia y Europa, que desempeñó un papel clave en la formación de lo que hoy se denomina Oriente Próximo.

Saltador de toros minoico

La pieza es de bronce y el conjunto mide unos 5 centímetros de largo y entre 10 y 13 de alto. El toro está representado a galope tendido, las patas extendidas y la cabeza levantada, la figura que salta sobre él aparece arqueada en un gran salto mortal. Probablemente se trata de un joven. Está agarrado a los cuernos del toro y en plena vuelta de campana, de modo que lo vemos en el momento en que su cuerpo está completamente volteado. Las dos figuras se arquean de forma simétrica: la curva hacia fuera del cuerpo del muchacho se ve reflejada en la curva hacia dentro del lomo del toro.

La escultura data del año 1.700 a. n. e., ya en el período que los arqueólogos denominan Edad del Bronce, cuando una serie de enormes avances en la metalurgia vinieron a cambiar el modo en que los humanos podían transformar el mundo. El bronce, una aleación de cobre y estaño, es mucho más duro y se puede cortar mucho mejor que el cobre o el oro, una vez descubierto, este se utilizaría ampliamente para fabricar utensilios y armas durante más de mil años. Pero también da lugar a hermosas esculturas, de modo que con frecuencia se utilizó para elaborar objetos preciosos, probablemente con una función litúrgica.

La escultura del toro se fundió empleando la técnica denominada de la cera perdida. El artista modela primero su diseño en cera, luego esta se recubre con arcilla formando un molde a su alrededor. Después se pone al fuego, que endurece la arcilla y derrite la cera. Se vacía la cera fundida y en su lugar, se vierte en el molde una aleación de bronce, que adopta la forma exacta que la cera había ocupado. Una vez enfriado, se rompe el molde para dejar al descubierto el bronce, que a continuación puede terminarse, pulirse, grabarse o limarse para obtener la escultura final.

Aunque el saltador de toros está bastante corroído, ha adquirido un color pardo verdoso, cuando se fabricó debió ser un objeto reluciente. Desde luego, nunca habría sido tan deslumbrante como el oro, pero sí habría tenido un brillo tan potente como seductor.

Minos

En la mitología griega, Minos, el gobernante de Creta, mantenía una compleja relación con los toros. Era hijo de la hermosa Europa y de Zeus, rey de los dioses, pero para engendrarlo y raptar a Europa, Zeus se había convertido en un toro. La esposa de Minos, por su parte, había concebido una pasión antinatural hacia un toro muy hermoso y el fruto de aquella obsesión era el Minotauro, mitad hombre, mitad toro.

Minos se avergonzaba tanto de su monstruoso hijastro que había mandado recluirlo en un laberinto subterráneo, donde el Minotauro devoraba un suministro regular de doncellas y jóvenes enviados todos los años por Atenas, hasta que el héroe griego Teseo logró matarlo.

La historia de Teseo y el Minotauro, del hombre que primero entierra y luego se enfrenta y mata a sus monstruosos demonios, ha sido narrada una y otra vez durante siglos, por Ovidio, Plutarco, Virgilio y otros. Forma parte del elevado canon de la mitología griega, de la psicología freudiana y del arte europeo.

Los arqueólogos se sintieron cautivados por esas leyendas por lo que hace poco más de cien años, cuando Arthur Evans exploró la isla y decidió excavar en Cnosos, los toros y monstruos, palacios y laberintos de Creta ocupaban en gran medida su imaginación. Aunque no sepamos cómo se denominaban a sí mismas las gentes de esa rica civilización que floreció en torno a 1.700 a. n. e., Evans, creyendo descubrir el mundo de Minos, los denominó, bastante llanamente, minoicos, desde entonces han seguido llamándose así para los arqueólogos.

En sus extensas excavaciones, Evans descubrió los restos de un vasto complejo de edificios, donde encontró cerámica y joyas, sellos tallados de piedra, marfil, oro y bronce, frescos llenos de color en los que a menudo se representaban toros. Procuró interpretar esos hallazgos a la luz de los mitos familiares. Ansiaba reconstruir el papel que los toros podían haber desempeñado en la vida económica y ceremonial de la isla, de modo que se sintió especialmente interesado en el descubrimiento, a cierta distancia de Cnosos, del Saltador de toros minoico.

Véase También

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